El entrenador de Teo ha logrado conectar con la afición como pocos lo han hecho a lo largo de la historia. El amor que le profesa el animoso público del fondo norte le ha acompañado siempre desde que celebró el ascenso a Segunda División B.

Cánticos propios, manteos, fotos y hasta un club de fans son solo algunas de las muchas muestras de afecto que el público, sobre todo el más joven, le ha demostrado a lo largo de sus algo más de tres años naturales en la ciudad del Lérez.

Entrenador carismático y peculiar en el sentido profesional de la palabra, nunca renunció a su trabajo en el concello de Teo para poder entrenar en Pontevedra. Hacía cuadrar las pretemporadas con sus vacaciones laborales para así poder ejercitarse en el comienzo a doble sesión y el resto del tiempo trasladaba las sesiones de trabajo a la tarde.

Luisito hizo además de las ruedas de prensa postpartido otra atracción más después de los 90 minutos reglamentarios. Sus palabras y forma de expresarse no dejaban a nadie indiferente y puede que al final hasta acabaran pesando en su destitución. Lo que está claro es que cada quince días en Pasarón acumulaba a un buen número de aficionados tras la cristalera de tribuna.