"Una de cal y otra de arena". Así resume el tudense Gustavo Rodríguez una temporada que aún no ha acabado pero en la que ha logrado cumplir su sueño de estar en los Juegos Paralímpicos de Tokio junto al valenciano Héctor Catalá. La medalla de oro lograda en el Mundial de Lausana y mitiga, en cierto modo, la decepción de no haber conseguido su anhelo de estar en el Mundial de Ironman de Hawái este año.

"Este año tenía dos grandes objetivos. A título individual, aunque sabía que era difícil, quería intentar la clasificación para Kona, y luego, con Héctor Catalá, luchar por clasificarnos para los Juegos de Tokio en paratriatlón", resume el triatleta gallego. "Kona no se consiguió, pero el balance tampoco es negativo, no puedo estar muy descontento porque se peleó y se consiguió el nivel que queríamos. Faltó ese puntito de suerte para encontrar la clasificación, todo lo contrario de lo que pasó con el paratriatlón", subraya.

Tanto Gustavo Rodríguez como Héctor Catalá llegaban a Lausana "en un buen momento". Y supieron demostrarlo: "Nos medimos a rivales que eran difíciles de batir, sobre todo los ingleses, y se dio la prueba perfecta en el día más importante del año y lo que nos dio el título de campeones y la plaza para Tokio", festeja. "Es un regalo y una recompensa muy grande", añade.

Le queda, reconoce, la "espinita" de no estar este año en la lista de salida del Ironman de Hawái. "Me da un poco de tristeza no haber conseguido un objetivo por el que llevaba más de un año luchando, y la verdad que es una espinita que se queda ahí, pero Kona es todos los años y los Juegos son cada cuatro", se consuela. Además, "vamos siendo campeones del mundo, que es algo que nos hace pensar que las medallas son posibles", reconoce. Así que el balance es "muy positivo y todo lo que hubiera podido pasar antes queda superado por todo lo que está pasando ahora", confiesa.

Aunque aún no es momento de disfrutar. Tras ganar el Mundial hoy mismo disputarán una prueba de la Copa del Mundo de Paratriatlón en Banyoles y, la próxima semana, el Europeo en Valencia, "en casa de Héctor". Cerrarán así un último mes frenético, aunque todo el año ha sido un continuo ir y venir de viajes para el tudense. Entre sus competiciones individuales (en Sudáfrica, Brasil o Kalmar, entre otros), las de paratriatlón con Catalá y las concentraciones en altura para los entrenamientos ha sido un año intenso. Estos días incluso se ha perdido el cumpleaños de una de sus hijas. "Esos momentos sí que son los que dan un poco de pena... Perderme el cumple de la enana, no poder estar el primer día de cole... Es duro, pero para que haya recompensa tiene que haber también mucho sacrificio y esos son solo unos pocos de los muchos que conlleva este tipo de vida", asume.

El billete para Tokio es sin duda la mejor recompensa a tanto sacrificio. Y aunque le permitirá cumplir uno de sus sueños, no renuncia al otro. "Después del Europeo con Héctor Catalá veré si hago alguna prueba de larga distancia antes de que acabe el año, pero sí que ya con la mente puesta en Tokio y con las planificación enfocada hacia allí", reconoce. "Tokio será el gran protagonista del año que viene y prepararemos la cita con mucho mimo y con ganas de aprovechar a tope esta oportunidad que nos llega", asegura el tudense, que se ilusiona con la posibilidad de lograr una medalla en la cita olímpica. "Es bonito pensar en una medalla. Tras este oro en Lausana somos una pareja a tener en cuenta de cara a las medallas, pero luego hay que trabajarlo allí. Ese día es distinto y hay gente que rinde más de lo normal, así que pelearemos para que los que rindan más de lo normal seamos nosotros", dice Rodríguez, que asume ya que "vamos a partir entre los favoritos y todo dependerá de nosotros, de lo que hagamos y de que la planificación esté perfectamente ejecutada".

Aún así, la cautela también es un arma que les ayudará a llegar bien preparados: "No debemos pensar que este oro en el mundial nos va a asegurar una medalla en Tokio. Hay que tener un poco de cautela y llegar a Tokio con la humildad necesaria".

Hace ahora un año que Catalá y él formaron equipo y no puede estar más que satisfecho de haber aceptado la propuesta del valenciano de unir sus caminos. "Al principio tenía dudas, porque no sabía hasta qué punto podría compaginarlo con lo mío", apunta el tudense. "Tampoco conocía muy bien a Héctor, las opciones reales que tendríamos de clasificación, pero la verdad es que desde que empezamos todo fue muy rodado y las cosas fueron muy bien", relata.

Acostumbrado hasta ahora a "un diálogo interno" individual, ha logrado experimentar la sensación de "compartir tanto las cosas buenas como las malas" en competición: "Es algo muy diferente a lo que había vivido hasta ahora y es una sensación muy gratificante".

Y mientras sueña ya con Tokio, Kona no deja de planear en su horizonte. "Tendremos que valorarlo". Es posible que se anime a competir en Malasia antes de que acabe el año para iniciar ya su camino hacia la edición de 2020. "Quizá el año que viene no va a ser el año de intentarlo de una manera tan determinada como éste, que estuve todo el año intentando conseguirlo. Es posible que este año ya haga algún Ironman con vistas a poder clasificar para 2020, pero ya lo iré valorando. Lo que es seguro es que no será con la intensidad de este año", anuncia.