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fútbol - Segunda División B

Un moañés en el exilio

Miguel Alonso acumula tres fases de ascenso a Segunda A, la última con el Mirandés

Miguel Alonso (izquierda) junto a Pablo Alfaro. // Cedida M. Alonso

Pontevedra, Recreativo de Huelva (en Segunda División A), Leganés, Huesca, Marbella, Mogreb Atlético Tetuán y Mirandés jalonan el currículum de este moañés que dio muy joven -a los 27 años- el paso del césped a los banquillos en un Porriño que confió en él para coordinar las categorías de base. Su fichaje por el Pontevedra le sirvió para conocer a un Pablo Alfaro con quien forma desde entonces un duradero matrimonio futbolístico. "Llevamos juntos desde 2009. Yo ya estaba con Roberto Aguirre y seguí cuando ficharon a Pablo". De aquella época recuerda nítidamente que "en las primeras dos semanas estuve más tiempo con él que con mi mujer. Venía con poca experiencia, sin conocer a la plantilla y se apoyó mucho en mí, tanto que al año siguiente me llevó de preparador físico a Huelva". Desde ese momento sus trayectorias han sido comunes, salvo la breve experiencia de Alonso en Marruecos como preparador físico, y la primera etapa de Alfaro en Miranda de Ebro.

En esta última temporada, el técnico moañés -que es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y entrenador nacional- ha vuelto a rozar la categoría de plata, cayendo en la que ha sido su tercera experiencia en la promoción de ascenso a Segunda B. "Fue una temporada muy buena, con algún altibajo en el principio de la segunda vuelta, en la que perdimos el liderato, pero después supimos remar contracorriente", afirma. Tras finalizar la Liga regular como campeón de grupo, el playoff lo enfrentó a dos históricos como el Mallorca y el Extremadura, que a la postre consiguieron el objetivo en detrimento de los de Miranda de Ebro. "No eran rivales fáciles y aunque jugamos bien, no estuvimos tan bien en cuestiones determinadas en las que no fallábamos, con la defensa del balón parado o el hacer gol en casa", relata.

El haberse quedado a las puertas del ascenso es lógicamente una decepción, pero también la asunción de la dificultad de la empresa. "Que se lo digan a Miguel Ángel Álvarez, que ha disputado 14 playoffs y nunca ha podido ascender. Esta vez era más sencillo al entrar como primeros, pero una vez caes en esa eliminatoria el estado de ánimo ya no es el mismo. De hecho, el año pasado fue el primero en el que ascendieron los cuatro campeones de grupo", señala. Subir o no es la diferencia entre militar en un fútbol más profesional y otro de subsistencia. "La gente se cree lo contrario, pero somos poco más que mileuristas y estamos pagando un precio muy alto por estar lejos de la familia. Estamos siempre sujetos a unos resultados que no se pueden controlar. Yo aquí no pude ahorrar en once meses, aunque siempre piensas que esta es la apuesta para seguir creciendo en el fútbol", asegura. El salto al banquillo como primer espada no le quita el sueño. "Ni me disgustaría ni lo contemplo. Con Pablo tengo libertad y trabajo como me gusta, además de sentirme muy valorado". Eso sí, asume que "soy bastante invisible. Nunca me han llamado para un equipo gallego de Tercera o Preferente en todo este tiempo".

Más desconocida es su otra faceta, como colaborador de la atleta Solange Pereira. Miguel Alonso es el responsable de los entrenamientos de fuerza de la reina canguesa de la milla. "Es una de las facetas que más satisfacciones me da; es una maravilla entrenar con ella", señala tras dos años junto a la actual subcampeona nacional de los 1.500 metros. "Tiene facilidad para adaptarse a los entrenamientos y creo que estamos poniendo nuestro granito de arena para que esté dando un salto en su nivel", manifiesta. "Ha ido superando cotas, entrar en el Europeo, ir a un Mundial de campo a través, hacer finales...", sentencia.

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