La alegría se desbordó en O Pombal a la misma velocidad que el cava con el bocinazo que indicaba el ascenso del Establecimientos Otero a LEB Plata. Era el fin de fiesta apropiado a una fase de tres días en los que la tensión acumulada por conseguir el objetivo bien lo merecía.

La afición también fue parte protagonista ovacionando durante prácticamente dos horas desde que inició el partido todas las acciones de su equipo, pero el final dio lugar a una apoteosis de júbilo de las que no se recuerda en una cancha de baloncesto de la comarca.

Yago Casal no podía contener la emoción mientras sus jugadores le agradecían en forma de manteo todo lo que les ha llevado a conseguir. Tampoco se libraron de la ducha sus ayudantes Manu Santos, Iria Uxía Romarís y Manu Felpeto y Emiliano. Ni siquiera el presidente Jorge Castiñeiras o los directivos Toño Lema, Sanchís o Poli, entre otros. El que se libró fue el bueno de Ricardo Fernández por la comunión de su hijo Ricar, pero decían los propios jugadores que le quedará pendiente la mojadura. Nadie se olvidó de él.

El tímido Juanchi Orellano se convirtió en el líder de la fiesta sacando todo su carácter argentino. Primero atreviéndose a bailar con el grupo de zumba y también aporreando el bombo de Manolo en lo más alto de O Pombal. Todo era poco para celebrar una hazaña con mayúsculas. Las mismas con las que se escribe LEB, tierra prometida que le espera al Establecimientos Otero si se recaban los apoyos que se están gestionando. Esa sería la culminación a un proyecto de baloncesto que se ha convertido en modelo a seguir por muchos y que ha situado a Cambados en el panorama nacional.