Atletismo

"No quería ver hacia atrás"

Ester Navarrete relata su victoria en el Campeonato de España de maratón que le ha valido la clasificación para los Juegos de París

Sostuvo durante más de dos horas un intenso duelo con Meritxell Soler a la que soltó a cuatro kilómetros del final

Ester Navarrete, en una imagen reciente junto a las pistas de Balaídos.

Ester Navarrete, en una imagen reciente junto a las pistas de Balaídos. / ALBA VILLAR

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Ester Navarrete baja las escaleras de su casa con dificultad (“como si fuese Robocop”) y pese al esfuerzo del día anterior y los cuatro meses que lleva sin parar de entrenar (salvo el 1 de enero que se lo concedió de descanso) sale a correr de forma suave (“me fui a un sitio donde para no encontrarme con mucha gente porque daba vergüenza verme”). Son las consecuencias del primer maratón de su vida, el que le sirvió para conseguir el billete para los Juegos Olímpicos al cumplir los dos requisitos que pedía la Federación Española: ganar el Campeonato de España y hacerlo con una marca inferior a 2:26:50. Dos minutos le sobraron a la viguesa que en su estreno en la distancia hizo trizas los pronósticos más optimistas. Vive Ester el día siguiente a su logro con una felicidad controlada. Repasa la carrera con frialdad, esas dos horas y media en las que a uno le da tiempo a pensar en mil cosas y atravesar estados anímicos de toda clase. La posibilidad de ganar en Sevilla el billete directo para París reunió en la línea de salida del Paseo de las Delicias de la capital andaluza a tres de las mejores maratonianas españolas (Fátima Ouhaddou, María José Pérez y Meritxell Soler) junto a la debutante Navarrete, sin referencias en la distancia, una incógnita incluso para ella. Se trataba de correr muy rápido, pero también de ganar el resto. Momento para contenerse y para trabajar la carrera desde un punto de vista táctico. Explica la viguesa que las aspirantes a la corona salieron desde el principio disparadas: “Se suponía que había una liebre que iba a buscar un tiempo de 2:26, pero al primer kilómetro vimos que iba demasiado rápido y nos miramos sorprendidas y decidimos frenar. Nos integramos en un grupo que iba con la idea de llegar en 2:26 o un poco menos y allí pudimos ir cómodas durante la carrera”. Fue Fátima Ouhaddou la que sí quiso marcharse desde el principio y ahí llegaron las primera dudas para la viguesa: “El kilómetro diez lo pasamos en 33:55 que era más rápido de lo que teníamos previsto y me sentía muy bien. En ese momento María José Pérez dio un tirón y mi primera idea fue la de ir con ella porque me veía con fuerzas y ritmo para seguirla. Pero Dani, mi compañero de entrenamiento, me advirtió y me dijo ‘Ester, esto es muy largo’ y me frenó para que esperase”. La compañía en una carrera de este nivel es muy importante. Navarrete corrió durante buena parte de la carrera con su compañero Dani con la idea de que le ayudase en los avituallamientos. Fuera de las cuerdas seguían la carrera comiéndose las uñas su marido y su entrenador, Manuel Vigo. Por su parte Meritxell Soler –a la postre la gran rival de Navarrete– estuvo escoltada durante todo el maratón por su marido y un compañero de equipo que la llevaron hasta la meta.

Fátima Ouhaddou acabó pagando su esfuerzo inicial y se retiró, María José Pérez aguantó junto al resto de aspirantes a la plaza olímpica, pero también cedió en la pelea antes de tiempo. El título quedó en un mano a mano entre Ester Navarrete y Meritxell Soler que tuvo un par de momentos importantes: “Me sentí bien toda la carrera, pero es verdad que estaba pendiente de alcanzar el kilómetro 35 que se supone que es donde está la frontera y que si lo superas la inercia te lleva hasta la meta. Llegué sin desfallecimientos, ni dolores y eso me dio aún más fuerzas”. Fue ese el momento en el que por primera vez pensó en soltar a Meritxell pero las cosas no iban a ser tan sencillas: “A falta de siete kilómetros la descolgué ligeramente. Pero al cabo de un tiempo me cazó y pensé que no era buena señal”. Fue solo el primer aviso. A falta de cuatro kilómetros llegó el momento de la verdad: “Ya sabíamos por el tiempo que íbamos a estar en la mínima que pedía World Athletics. Ahora se trataba de ganar la carrera. Yo sabía que si llegaba con ella le ganaba seguro. Soy más fuerte, vengo de distancias más cortas y estaba segura de que podría con ella. La volví a soltar y ya no pensé en otra cosa que tirar para adelante”. En esos últimos trece minutos de carrera la angustia se multiplicó. Ester Navarrete se negó a volver la cabeza ni un solo instante: “No me giré ni una vez para ver hacia atrás. Sabía que venía cerca de mí y escuchaba perfectamente al marido de Meritxell que le decía ‘vamos, vamos, un poco más, está ahí y ya la cogemos’. Era consciente de que no estaba lejos, pero no quise comprobar ni una vez la distancia que había. Apreté todo lo que pude con el miedo de que si de repente aparecían a mi lado posiblemente ya no tuviese respuesta”. Las palabras del marido de Meritxell dejaron de sonar próximas y Ester Navarrete entendió que lo tenía en su mano. Durante el tiempo que duró la carrera la batalla mental había sido tan fuerte como la física. Ella se ayudó de mil recuerdos de su vida, de su carrera: “Me dio tiempo acordarme de muchas cosas. De mi familia, de mi hijo, de los primeros entrenamientos en el atletismo y de todos los mensajes cariñosos que he recibido durante los días previos a la carrera. Todo eso me ayudó a tirar y a no desfallecer”.

Luego vino el momento del éxtasis. Se hizo viral un vídeo en el que se abraza enloquecida con su compañero Dani, que llora emocionado, mientras ella habla por teléfono con su familia: “No tenía el móvil a mano en ese momento y pedí uno rápido porque tenía la necesidad de hablar con mis padres, con mi hijo...luego cuando cogí mi teléfono y lo encendí fue una pasada. Tenía cientos de mensajes, de llamadas...aún no he podido leerlos todos. Una locura”.

Percibe la viguesa una corriente de cariño que no se queda en su entorno, en este Vigo y esta Galicia que la vieron correr desde niña. Le llueven las felicitaciones desde todas partes, mucha gente encantada de que ella haya conseguido a los 33 años la recompensa a una carrera extraordinaria a la que le faltaba una coronación como la de acudir a unos Juegos Olímpicos: “Es verdad que mucha gente me ha dicho que me lo merecía después de tantos años de trabajo. Me siento una afortunada por esas cosas, por recibir todo este cariño”.

Navarrete trata ahora de asimilar que estará en los Juegos Olímpicos de dentro de unos meses en París. La Federación cierra en abril el plazo para conseguir marcas, pero ya se sabe que una será para ella como Campeona de España en Sevilla con mínima olímpica: “Es que es muy grande esto...trato de asimilarlo. Hace unos meses no pensaba en correr un maratón y ahora resulta que voy a ir a los Juegos a correr uno. Es un subidón que no se puede describir. Hoy caminaba por la calle y lo pensaba...voy a ir a unos Juegos Olímpicos”. Y sonreía con un entusiasmo casi infantil.