fútbol

El Atlético destrona al Real Madrid

El equipo rojiblanco de Simeone noquea al actual campeón tras un partido eléctrico, lleno de alternativas y que resolvió Griezmann con un golazo en la prórroga

Koke y Riquelme celebran con Griezmann el gol decisivo en la prórroga. |  // EFE

Koke y Riquelme celebran con Griezmann el gol decisivo en la prórroga. | // EFE / fermín de la calle

fermín de la calle

La resiliencia del Atlético se enfrentaba al carácter indómito del Real Madrid. El equipo que nunca se rinde, el del Simeone, ante el que siempre lucha hasta el final, el de Ancelotti. Y ganó el... En un duelo que confirma que un partido de fútbol es la vida condensada en 90 minutos. Ansiedad, drama, alegría, tragedia, euforia...

La misericordia que el Real Madrid mostró en la final de Riad ante el Barcelona hizo pensar a más de uno que ante el Atlético los blancos tampoco mostrarían colmillo, toda vez que tenían el estómago lleno tras el primer título de la temporada. Pero Ancelotti advirtió en la previa que alinearía «el mejor once posible para este partido» y eso incluyó a su mejor ataque, incluido Rodrygo. Añadió una permuta, la de Camavinga por Tchouaméni que lejos de ser una rotación da más lustre porque Eduardo tiene más jerarquía que su compatriota.

Simeone, por su parte, apostó por Witsel en lugar de un errático Savic y entregó la derecha a Marcos Llorente, al que pidió sin éxito que llegase a línea de fondo. Ordenó una presión alterna, a veces alta y otras media, pero este Madrid presenta unos automatismos que delatan el oficio de sus jugadores,. Sus centrocampsitas siempre se escalonan para superar las líneas de presión rival. Primero Valverde, después Camavinga, luego Modric... Pero los del Cholo priorizaban el equilibrio.

A los diez minutos Bellingham recibió en el área y se sacó de encima a dos defensores sin arrugarse el frac, pero su disparo se topó con el larguero de un Oblak ya resignado. Estaba cómodo el Madrid y no terminaba el Atlético de conectar por fuera, donde Carvajal siempre recibía ayuda de Valverde con Lino. Sin duda, Ancelotti recordaba la derrota en Liga. Pasada la media hora revoloteaban los visitantes sin picar y a los locales el Metropolitano se les extremadamente largo, porque además Griezmann siempre tenía pareja de baile, fuese Valverde o Camavinga. Parecía mejor posicionado el Madrid, con y sin balón, ante un Atlético agazapado.

Pero el fútbol es un juego de errores y a los 40 minutos la fe de Lino le llevó a perseguir un pase al que nunca habría llegado si Rudiger no la hubiese prolongado erróneamente, descolocando a Carvajal, y permitiendo al brasileño madrugársela a Lunin. El Madrid, que había interpretado el partido en un tempo andante se veía obligado a cambiarlo por un vivace. El partido se puso áspero, con Bellingham protagonizando un rifi rafe y Vinicius siendo amonestado por protestar. Tarjeta que precedió a un centro lateral sin peligro aparente en el que Oblak despejó de puño y metiendo la pelota en su portería. El gozo del Cholo en un pozo.

Arrancó la segunda parte con un truco de prestidigitador de Bellingham en el área que disparó la ansiedad atlética, lo que hizo que Simeone recolocase a Llorente en el medio, dando la banda a Nahuel. Pero decíamos que el fútbol es un deporte de errores, y se produjo otro del Madrid, en el que volvió a aparecer Rudiger en la foto. Camavinga desvió un pase, y entre un pasivo Rudiger y un desubicado Lunin la pelota quedó en los pies de Morata, que la empujó a la red. Un sospechoso inusual como Rudiger se convertía en el mejro cómplice Atlético.

El gol vitaminó la presión atlética, mientras Ancelotti subía dos marchas con Kroos y Brahim. El destino volvió a jugar del lado atlético en un remate de Rodrygo que desvió un defensa y tropezó en el larguero de un Oblak ya batido. Pudieron poner la puntilla Griezmann y Morata, pero Lunin achicó bien. El partido se mudó a las áreas, y jugar a la ruleta rusa con el Madrid no es recomendable. Joselu, en el primer balón que tocaba, empató. Y el choque se fue a la prórroga, esa agonía balompédica que colinda con el masoquismo y precede al abismo de los penaltis. Y entonces apareció Griezmann, remontó la línea de fondo, se hizo hueco y clavó su zurdazo en la escuadra. Un gol que acompañó otro de Riquelme en la jugada final. Un final poético, con el Karajan rojiblanco dirigiendo la orquesta y el Madrid haciendo mutis en la Copa.