atletismo

El gallego del Valle del Rift

El récord de España de maratón ha confirmado a Tariku Novales en la nobleza del maltrecho atletismo gallego a la que pertenecen Adrián Ben y Ana Peleteiro

Los viajes a Etiopía, su lugar de nacimiento, le transformaron como persona y como atleta

Tariku Novales tras lograr el récord de España de maratón en Valencia.

Tariku Novales tras lograr el récord de España de maratón en Valencia. / EFE

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Tariku Novales se convirtió este fin de semana en un nuevo integrante de la “nobleza” del atletismo gallego, tan raquítico en medios, ayudas e instalaciones, pero capaz de producir talentos de primer nivel. Escasea la clase media y brillan sus estrellas; curiosa paradoja galaica. Allí donde habitan y relucen Adrián Ben, Ana Peleteiro o Belén Toimil se ha instalado ya Tariku Novales después de convertirse en Valencia en el primer español en bajar de las dos horas y seis minutos en maratón. Para el gallego supuso su gran eclosión a nivel nacional pese a que hace un año ya había corrido el maratón en 2:07 y que en verano estuvo cerca de acabar entre los veinte primeros en el Europeo de Budapest. Y eso sin contar los buenos resultados que había conseguido en categorías inferiores cuando se le señaló como una de las más firmes promesas del fondo español.

Lo que pasa es que Tariku Novales necesitaba llegar a la certeza de que dentro de él había un maratoniano. Se convenció hace un año después de aquel viaje a Etiopía que fue mucho más que una parte de su preparación para la prueba. Una experiencia vital imprescindible para él, una vuelta a sus raíces, a su origen, a encontrar respuestas para preguntas que se hacía desde hace tiempo. Porque Tariku nació en Etiopía y fue adoptado por una pareja de profesoras de Noia cuando tenía casi seis años. Sin una fecha de nacimiento registrada su familia, profundamente feminista, decidió que figurase como nacido el 8 de marzo (Día de la Mujer) mientras un estudio médico determinó que era de 1998 o 1999. Durante mucho tiempo África para él simplemente fueron recuerdos borrosos, imposibles de concretar.

El Tariku Novales que crecía en el atletismo gallego como una firme promesa del fondo acabó por encontrar muchas de esas respuesta cuando él y su entrenador Juan del Campo decidieron que era el momento de saltar al maratón. Su progresión en la pista iba más despacio de lo esperado, el paso por Madrid y la Blume no había dado resultados y el técnico estaba convencido de que su fisonomía y su calidad explotarían en el asfalto y la larga distancia. Se afincó en Guadalajara –una decisión más que acertada porque le ayudó a despejar muchas de las nubes que había en su cabeza– y ahí llegó el momento de plantearse la posibilidad de hacer concentraciones en Etiopía, integrarse en grupos de primero nivel para someterse a duros entrenamientos a más de 2.500 metros, adquirir rutinas, mejorar el descanso, focalizar el objetivo, aislarse...Y no solo eso. Había un componente emocional y vital en todo ello. Para Tariku instalarse un tiempo en Etiopía (gracias a la colaboración de Abayneh Degu al que había conocido hace años en un Mundial juvenil) le ofrecía la ocasión también de profundizar en sus raíces. Conoció a muchas de las personas que le cuidaron cuando era niño, el orfanato en el que estuvo muchos meses y gracias a ellos fue construyendo su propia historia, empezando a llenar la inmensa cantidad de huecos que permanecían vacíos. Su padre murió cuando tenía dos años y su madre biológica, a la que creía muerta, realmente había desaparecido después de su nacimiento porque era víctima de maltrato por parte de su padre. Tariku no consiguió mucha más información sobre su paradero, pero prometió seguir la pista ya que alberga la esperanza de encontrarla algún día. Aquella experiencia supuso semejante baño de realidad que le obligó a tomarse un tiempo para digerir toda la información y los acontecimientos vividos.

Pero Tariku volvió de Etiopía convertido en una persona y un atleta nuevos. En Valencia hace un año puso a todo el mundo en guardia sobre sus condiciones para el maratón. Medio lesionado, sin saber si podría correr hasta unos días antes, firmó una actuación sobresaliente y con poco más de 2:07 se ganó la plaza para el Europeo de Budapest que se disputó el pasado verano. Regresó a Addis Abeba para preparar el asalto al récord de España, la vuelta de nuevo a sus raíces, la mejora de sus condiciones y nuevas respuesta para las preguntas de toda una vida. Iba para unas semanas y se quedó dos meses afinando su puesta a punto.

El domingo impresionó con su marca y también por lo elegante y contundente de su denuncia contra la Federación Española de Atletismo que le ha insistido en que “no cumplía los criterios” para recibir una ayuda económica. Porque Tariku se ha gastado lo que no tiene en prepararse para el récord de Valencia que le abre la puerta de los Juegos y, ahora sí, también de las becas que el Gobierno destina a los olímpicos. “Si te enseño mi cuenta corriente te da la risa” le dijo a los periodistas después de la carrera del domingo. Un tono sarcástico pero eficaz en la exposición, propio de un tipo inteligente como él, de alguien que cuando llegó a Galicia procedente de Etiopía tardó un mes en expresarse en castellano y tres en hacerlo en gallego. En medio de la alegría encontró el espacio y el tono para la protesta y para recordar que nada hubiera sucedido si la mano salvadora de Adidas no hubiese aparecido para socorrerle. Otro baño de realidad en un momento de alegría, el ajuste de cuentas preciso con muchas de las vergüenzas del atletismo español. Pero Tariku Novales no tiene pelos en la cuenta, tampoco cuando rapea que es otra de sus grandes pasiones desde que fue al instituto y que durante el confinamiento le permitió crear su primera canción que tituló “Suficiente”. Para él nunca lo son ni los sueños ni las respuestas.

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