Laura Macchi | Ex internacional italiana de baloncesto

“Miguel te enseña todo y te hace trabajar, pero con una sonrisa”

La legendaria jugadora, “team manager” de Italia, elogia el técnico vigués, que la dirigió en el Schio y hoy será su rival

Laura Macchi, ayer en As Travesas. |  // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA

Laura Macchi, ayer en As Travesas. | // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA / Armando ÁLvarez

Armando Álvarez

Armando Álvarez

La selección española femenina disputa hoy en As Travesas (19:00, Teledeporte) el primer amistoso de preparación del Eurobasket. Será contra Italia, que en el Central congregará a sus mayores leyendas. Viaja desde Lugo, donde reside, Cata Pollini. Y como parte de la expedición ha viajado Laura Macchi. La ex alero, en 20 años de carrera, conquistó nueve ligas, ocho copas, once supercopas y una Eurocup. Tres ligas, dos copas y tres supercopas, bajo las órdenes del vigués Miguel Méndez, seleccionador español, en el Familia Schio (2013-2017).

–Cumple hoy 44 años. Sobrepasó los 40 jugando.

–Me retiré durante el COVID. En marzo, con todo cerrado, pensé mucho en recomenzar. Pero no tenía el sentimiento. Y hablé un montón con Miguel sobre ello. Cuando Miguel llegó al Schio, nos miramos mutuamente. “Tú eres el jefe y yo soy una jugadora importante. Veamos cuál es la conexión”. Y después ha sido amor realmente. En la vida, no hay demasiados amigos de verdad. Miguel lo es. No ha sido solo un entrenador, sino alguien muy importante para mí.

–Y fue una época exitosa.

–La mejor de mi carrera. Iba a la cancha y podía ser quien era, jugar y disfrutar. Antes también lo pasaba bien. Es baloncesto, no un trabajo de verdad. Pero fue él quien me insistió: “Venga, disfruta”. Y pensé: “Es verdad”. Cuando estás en un gran equipo, piensas todo el rato que tienes que ganar, trabajar, mostrar tu calidad. A veces te olvidas de que el gozo es una parte esencial.

–Es curioso que Miguel tuviese que recordar esa vertiente lúdica a una jugadora tan experimentada.

–Por eso nos hicimos más amigos. Me enseñó a disfrutar otra vez y así jugar más fácil, más libre.

–Usted le respondió rindiendo, como en la Lega de 2015, contra el Ragusa, que ganan con una canasta suya. A Miguel se le ve tranquilo, como si supiese que anotará.

–Sí, aunque la acción no fue la que él había pintado en la pizarra. Entré en cancha y pensé: “Tengo que hacer algo completamente diferente porque todas saben lo que vamos a hacer”. Sorprendí a mis compañeras también. Sentí que iba a anotar. Luego he pensado que probablemente debía haberme retirado en ese momento, en lo mejor… Recuerdo perfectamente a la gente gritando y las sensaciones.

–Miguel ha comentado que el deporte italiano y español se diferencian en la valoración de la historia, del veterano; desde un respeto a veces excesivo en Italia a la desmemoria en España.

–A nivel de club, es así, aunque las cosas han cambiado. En Francia, cada internacional acaba trabajando para la federación. En Italia estamos empezando a probar así. Es la mejor forma de enseñar, desde la experiencia.

–¿Cuál es su función en la selección como “team manager”?

–Yo mismo intento entenderlo. Es diferente en cada momento. Hago de puente entre plantilla y cuerpo técnico, pero también con el presidente de la federación. Ahora comprendo lo afortunada que fui jugando a baloncesto. Le insisto mucho a las jóvenes: “Juega todo lo que puedas”. Los problemas son diferentes cuanto te retiras. Lo veo todo desde otra perspectiva. Intento mejorar cada día porque también es algo nuevo para mí.

–Intento imaginar cómo será para una joven hablar con usted o con Laia Palau, también “team manager” en la selección española.

–En Italia las cosas han cambiado. Las jóvenes me conocen pero es otra generación, totalmente distinta. Puede ser difícil porque debes entender que ellas afrontan su propio camino, que es el presente. Tampoco me debo entrometer en el papel del cuerpo técnico. Tengo que asumir mi papel. Algunas veces veo cosas, puede que antes que nadie, y no digo nada; solo si el seleccionador me pregunta. Respeto su espacio. Es lo normal.

–Usted también trabaja como comentarista en Eurosport. ¿No se ha planteado entrenar?

–No. Tengo la licencia, pero es muy difícil. En Italia no hay demasiados clubes que te concedan el tiempo necesario para construir un proyecto. Cuatro o cinco derrotas y adiós. Algunas veces siento que podría hacerlo y enseguida me digo que no. Este es mi camino e intento encontrar mi equilibrio. Durante 25 años sabía cuándo tenía que levantarme, entrenar, jugar… Ahora me levanto y me pregunto: ¿Qué tengo que hacer hoy?

–¿Y ha sabido gestionar bien emocionalmente esa transición?

–Los primeros seis meses fueron maravillosos. Me sentí libre. Disfruté de mi familia y empleé el tiempo en lo que quise. Si quería leer un libro, lo leía, sin ninguna otra obligación. Después me tuve que plantear qué quería hacer. Porque todo cambia en un día. Pero digerí bien este proceso. Le pasa a todo el mundo. Tuve un montón de oportunidades para recomenzar. Preferí quedarme con mi familia, con mi padre, y disfrutar de la vida. Muchos equipos me ofrecieron ser “team manager”. Pero hubiera sido como volver a jugar e igual si me hubiera hecho entrenadora, con otra camiseta pero la misma rutina. Necesitaba parar. Algunas veces siento que no respeté mi carrera, al decir adiós así, sin una gran fiesta. Pero es otra página de mi vida.

–¿Algún arrepentimiento?

–Quizá no haber jugado en otra liga europea. Era otra época. Hubiera podido jugar en Moscú o Valencia. Son elecciones. Probablemente me haya perdido algo, pero no lo pienso. Siempre elegí lo mejor para mí y di prioridad a mi familia. Cuando mi madre murió, sentí que debía quedarme.

–Pero sí jugó en Los Angeles Sparks, cuando no eran habitual la presencia europea en la WNBA.

–Fue una experiencia increíble. Jugaba en Como, en una ciudad pequeña. Y Los Angeles fue realmente un sueño. Yo tenía 24 años, de repente en un pabellón inmenso. Y cómo era allí la vida. La gran diferencia ahora mismo con la WNBA no es tanto la técnica como el físico. Ellas saltan, corren...

–A nivel masculino, la diferencia de nivel entre jugadores americanos y el resto del mundo se ha reducido. A nivel femenino, aún no.

–Gente como Breanna Stewart lo tiene todo, incluidos el talento y la mentalidad. Pero hay europeas como Johannès, que es maravillosa. No sé cuándo llegará ese mismo salto, pero llegará.

–En el baloncesto masculino, la evolución ha ido hacia el triple, ataques rápidos, juego abierto... ¿Hacia dónde evolucionará el baloncesto femenino?

–Curry lo ha cambiado todo. La primera regla es realizar el mejor tiro en los primeros ocho segundos. Todos los jugadores pueden tirar o cambiar en defensa. Se juega en transición. En el femenino, no es tan sencillo. No podemos correr igual.

–A la vez, las esencias del baloncesto clásico, de juego colectivo, se conservan mejor en el baloncesto femenino.

–Porque es baloncesto basado en la lectura de la situación. Hoy en día no demasiados jugadores pueden leer los sistemas. El baloncesto femenino es el auténtico viejo baloncesto. No sé si también deberá hacerse más rápido. Para eso necesitas las jugadoras adecuadas.

–En Vigo se enfrentan a una selección española en transición, con Miguel al frente.

–El mejor para hacerlo es Miguel. Él puede enseñarte todo y hacerte trabajar al máximo, pero con una sonrisa. Eso lo facilita todo a las jugadoras. Entiendo la transición, pero he visto la plantilla y… tienen probablemente las mejores jugadoras jóvenes de Europa e intentan crecer cada año. Así es más fácil subir de peldaño, sobre todo con Miguel al frente.

Suscríbete para seguir leyendo