Gimnastia rítmica

El primer hombre en la Luna

Unai Sánchez, de 13 años, es el único miembro masculino en los 36 años de historia del Maniotas, que esta temporada cuenta con 114 gimnastas en categorías de competición

Unai Sánchez, con sus compañeras de grupo, en la pista Vermella.

Para ver este vídeo suscríbete a Faro de Vigo o inicia sesión si ya eres suscriptor

Suscríbete

¿Ya eres premium? Inicia tu sesión aquí

Marta G. Brea

Armando Álvarez

Armando Álvarez

“Lo que más me gusta es la pelota”, consigna Unai Sánchez. Pudiera sonar ordinario. Su pelota es de colores vivos. Él la prefiere sobre cintas, mazas, aros y cuerdas. Unai es uno de los cien hombres que practican gimnasia rítmica en España. El único entre los 114 gimnastas del Maniotas que militan en categorías de competición. De hecho, no ha habido otro en los 36 años de historia del club. Esa condición pionera no enturbia sus ojos azules. Unai pasea feliz por la Luna. Aunque preferiría que cuajase su ejemplo, siempre se ha sentido protegido. “Estamos súper orgullosos; no por lo que pueda ganar, sino por cómo lo vive”, proclama Esteban, su padre.

A Unai le llegó la revelación bien temprano, con apenas seis años. Comenzó ejecutando cabriolas y malabarismos por los pabellones en los que actuaba su hermana, Itziar, un lustro mayor. Por lo que después han sabido, es un patrón que se repite en los todavía escasos casos masculinos. “Yo siempre copiaba a Itziar de pequeño. Asistí entonces a un campus y me dijeron que era bueno”, relata.

–¿Quieres entrar en el club?

Dijo que sí. Jamás se ha arrepentido ni ha disminuido su entusiasmo. Confiesa, en realidad, que tampoco ha sufrido la incomprensión de su entorno. “Al principio nos sorprendió, pero se le daba bien”, explica su padre. “En clase lo aprecian mucho. En el colegio también lo saben porque hay que pedir permisos cuando compite a nivel nacional. Nunca nos han puesto problemas; al contrario. Tenemos tutorías a menudo con los profesores y nos dicen que va de maravilla”. Unai acota sobre su círculo íntimo: “A mis amigos no les resulta extraño”.

No sucede siempre. La gimnasia rítmica masculina se define por su marginalidad en el escenario internacional, con mínimos practicantes en Francia, Alemania, Grecia o Rusia. El centenar español destaca y Galicia, con trece, ejerce de motor. “En España están más desperdigados y fuera se sorprenden de que haya tantos en la categoría”, expone Esteban. “Es muy difícil llegar por la exigencia. Y muchos abandonan por vergüenza, por algún estereotipo. Sabemos de niños que lo tuvieron que dejar porque se reían de ellos”.

Unai empezó en escolar, pasó a promoción y brilla desde hace tiempo a nivel absoluto. Acumula varios títulos gallegos. En el Campeonato de España de 2018, celebrado en Valencia, quedó tercero en la general y en dos aparatos; segundo en mazas en Valencia, en 2021; tercero en aro en Ourense en 2022. Tan al alcance ha sentido el cajón más alto del podio que publica su ilusión: “Quiero ser campeón de España. Me veo con opciones”.

El joven realiza un ejercicio en la pista Vermella.

El joven realiza un ejercicio en la pista Vermella. / MARTA G. BREA

“Es uno de nuestros mejores gimnastas”, constata la presidenta del Maniotas, Paula García. Su entrenadora, Silvia Álvarez, lo define como “un niño muy trabajador, muy competitivo, que siempre quiere conseguir lo que se propone. Siempre quiere más, mayor dificultad. Es muy constante”.

Limitado durante tiempo a la práctica individual, la Federación Española permite desde hace tres años la composición mixta en los ejercicios grupales. Unai puede ahora participar en las coreografías de sus compañeras habituales de entrenamiento. “Está muy cómodo y superintegrado. Ha estado con ellas desde pequeño”, detalla Silva Álvarez. “En el momento que permitieron a los niños hacer conjunto, pasó a hacerlo”.

“Unai es flexible. Se nota diferencia en la fuerza, pero no hace nada distinto a sus compañeras. Normalmente los niños sin tanta flexibilidad destacan más por la potencia y la fuerza. Él tiene mucha técnica de aparato”. Esteban añade la repercusión de la gimnasia en lo cotidiano. “Veo que los gimnastas son metódicos, disciplinados. Unai entrena todos los días tres horas, salvo los jueves, y se organiza muy bien. No quiere faltar, aunque esté malo. Y sacas notas increíbles. No hay que andar detrás de él”.

Empeño olímpico

La apertura de los grupos a los hombres ha sido una de las conquistas impulsadas por Valientes. Así han bautizado la asociación que han compuesto los padres de muchos de ellos. “Las familias están muy implicadas”, resalta Esteban. “Cuando todos empezamos a conocernos, nos dijimos que había que hacer algo para que no los limitasen”. El crecimiento resulta evidente. En el primer Campeonato de España individual en 2012 participaron 15 gimnastas. En los recientes suelen acudir alrededor de noventa. Queda, sin embargo, mucho camino por recorrer. “España es puntera en esa aspecto. Cada cosa nueva es lo máximo que se ha hecho en el mundo”, aclara. “Hace tres años logramos que se organizase la Copa de la Reina masculina. Conseguimos cosas, pero nos parece poco”.

En sus reuniones con la federación y organismos rectores del deporte han notado “comprensión”, revela el padre de Unai. “Nos dan su apoyo. Nos dicen cómo tenemos que hacer las cosas. La única pega que nos ponen es el dinero que supondría para muchos clubes”. Los campeonatos masculinos se resuelven normalmente en un par de días. Con mayores cifras de participación e igual estructura, alcanzarían la semana de los femeninos. “De ahí la reticencia. Pero los padres queremos que se les dé esa oportunidad”.

Unai realiza el calentamiento antes del entrenamiento de ayer.

Unai realiza el calentamiento antes del entrenamiento de ayer. / MARTA G. BREA

El gran empeño, en las más distinguidas instancias, se centra en la aduana olímpica. Aceptada la natación sincronizada, queda la gimnasia rítmica como único deporte que excluye la modalidad masculina del programa de París 2024. “Llama mucho la atención. Hemos hablado con un miembro del Comité Olímpico Internacional. Dice que hará fuerza. La carta olímpica trata de la igualdad en el deporte”, recuerda Esteban.

Si acaso, las dificultades han contribuido a forjar un perfil resiliente en el gimnasta. “Todos los que empiezan destacan. El niño no suele abandonar. Lo hace por pasión mientras que muchas niñas eligen la gimnasia como podrían elegir cualquier otro deporte”, sostiene Esteban. Y esa condición de estirpe especial ha contribuido a edificar un clima fraternal entre ellos. “Los de Galicia nos llevamos muy bien. Somos una piña. Y también con los de fuera”, se ufana Unai. Y aunque no le moleste ser el único en el Maniotas, recuerda a aquel chico porriñés que colaboró puntualmente con el club el año pasado. “Me hizo ilusión”. Algún otro se ha anotado en la escuela o en las actividades extraescolares. “Desde Unai no hemos conseguido que entrase ninguno más. Ojalá lleguen pronto”, anhela Silvia Álvarez. En la Luna hay sitio para todos.

Suscríbete para seguir leyendo