Alice Finot se ha lanzado a la aventura a los 31 años. Francesa y viguesa; internacional y céltica; ingeniera, amazona, conferenciante y por encima de todo atleta, ahora en cuerpo y alma. Finot sorprendió proclamándose subcampeona europea de 3.000 metros en pista cubierta en marzo de 2021. A la gesta le siguieron meses dolorosos, anclada en una lesión interminable que le impidió aspirar a los Juegos de Tokio. En su cabeza, sin embargo, bullía el anhelo de una inmersión plena. Se ha atrevido a cruzar esa frontera vital a la edad en que otros renuncian. Finot se ha convertido en atleta profesional, aparcando su trabajo en la industria de la automoción. Europeo y Mundial al aire libre, en 3.000 obstáculos, constituyen sus retos este verano. Al fondo, los próximos Juegos, que serán patrios, en París 2024. Aunque olívica de residencia y corazón, la nacionalidad francesa le permite eludir las miserias del atletismo local. Durante estas semanas participa en una concentración de altitud que la federación gala organiza en Sudáfrica.

Alice Finot (Montbéliard, 9 de febrero de 1991) sabe de atrevimientos. Concluida la carrera, firmó por una empresa de Porriño. Había practicado atletismo desde niña, pero aparcándolo por los estudios. La equitación era su otra pasión. A Vigo se trasladó con caballo incluido, estabulándolo en A Freixa. Y se enroló en el Celta de atletismo, a las órdenes de Manu Ageitos, sin más pretensión que cumplirse el gusto de galopar doblemente.

La francesa se ha convertido desde entonces en una figura imprescindible en Balaídos y Castrelos; uno de los puntales del equipo femenino celeste gracias a su versatilidad. Más mediofondista en su mocedad, en 2019 llegó a ganar la Vig-Bay. De hecho, se había clasificado para el Mundial de medio maratón, suspendido a causa de la pandemia. Pero es en el 3.000 donde su talento ha explotado de manera esplendorosa. Al punto que aquella ingeniera sonriente maravilló en marzo pasado, proclamándose subcampeona europea de pista cubierta en la localidad polaca de Torun con un tiempo de 8:46.54.

Al éxito, por desgracia, le siguió una tendinitis en el tibial posterior que amenazó con eternizarse. Incluso se sometió a un tratamiento de plaquetas. No volvió a competir hasta el pasado febrero, tras casi un año parada, y además en duatlón. La bici se había convertido en un elemento imprescindible durante su recuperación.

Lo extraordinario es su gestión de este oleaje de maravillas y frustraciones. A Finot le rondaba la tentación de dedicarse al atletismo en exclusiva durante un tiempo. Ella misma explicó el proceso en una conferencia reciente en el Círculo de Jóvenes Emprendedores. “No hay éxito sin fracaso” como resumen. Durante la convalecencia se imaginó cómo podría ser su rendimiento atlético sin las exigencias del trabajo. Y calculó con precisión plazos y necesidades financieras. A partir de ese momento buscó los patrocinios necesarios –entre los que ya tiene, Nike–. “Cuando estaba en mi momento más vulnerable, tomé una decisión y llevé las acciones que hicieron que mi vida sea un sueño hoy: ser atleta profesional y vivir de mi pasión”, indicaba en la charla.

Y a ser atleta profesional se ha aplicado. Sigue entrenándose en Vigo a las órdenes de Manu Ageitos. Conoce y sufre las penurias de Balaídos, de las instalaciones viejas, de que la calle 1 está vedada en los entrenamientos... Pero disfruta de las ventajas del atletismo francés. Tras concentrarse en Portugal en enero, ha estado entrenándose en Francia a 1.800 metros de altura y ahora pasa cuatro semanas en Sudáfrica, a 1.300, con mejor clima. Aunque con organización federativa –en Sudáfrica está junto a treinta atletas–, se le permite seguir las instrucciones que le ha fijado Ageitos, como ayer explicaba en conversación con Carlos Adán en Radio Marca: “Nadie nos conoce mejor que nuestros entrenadores. Cada uno está con su plan propio y detallado. Los objetivos ya están cercanos”.

Los suyos al aire libre están centrados en el 3.000 obstáculos: lograr las mínimas con la mayor anticipación; optar a la victoria en el Campeonato de Francia; Mundial en Eugene (Oregón), en julio, para calibrarse ante las mejores del planeta, y Europeo de Múnich, en agosto, con aspiración a medalla.