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Polideportivo

Carla Santoro y Susana Rodríguez Gacio: como dos gotas de rocío

La niña, de 12 años, con menos del 10 por ciento de capacidad visual, sueña con disputar unos Juegos y ser médica como su mentora, Susana Rodríguez Gacio

Carla Santoro, en las pistas de Balaídos. / R. GROBAS

Vanesa Cernadas se encontró un día a su hija Carla, entonces de apenas 4 años, en el centro de la pista de patinaje, deslizándose cautelosamente por ese territorio desconocido. La había dejado minutos antes, aferrada a la valla. Con menos de un 10 por ciento de visión, no se había atrevido a soltarse en las clases anteriores. Los demás patinadores eran a sus ojos figuras distorsionadas, de trayectorias impredecibles. Vanesa, como tantas veces, se tragó el pánico a que su pequeña se golpease.

–Moi ben, Carla, conseguíchelo –le gritó.

–Cerrei os ollos e me dixen: ‘Carla, ti podes acadalo’ –le explicaría después la pequeña.

Carla Santoro, 12 años cumplidos el pasado enero, no ha vuelto a amarrarse. Galopa valiente, con Susana Rodríguez Gacio como mentora. Ambas, atletas y triatletas, compañeras en el Delikia y coleccionistas de medallas. Pálidas gotas de rocío que se distinguen en el tiempo verbal de sus edades. Gacio, paralímpica y médica; Santoro, queriendo serlo. “Susana é un exemplo de superación e unha amiga na que podo confiar, que sei que me axudará”, agradece la niña.

Con Susana Rodríguez Gacio  y Celso Comesaña, durante  un entrenamiento.

Con Susana Rodríguez Gacio y Celso Comesaña, durante un entrenamiento. Ricardo Grobas

Vanesa y su marido, José Manuel, residen en Silvoso, una parroquia de Ponte Caldelas. Carla es su primogénita –después llegaría Nerea, sin ninguna discapacidad–. Sus problemas de visión se hicieron evidentes a los tres años. “Notabamos comportamentos estraños á hora de buscar cousas”, relata Vanesa. Comenzó entonces el largo peregrinar por las consultas. En la ONCE calibraron que la pequeña tenía un 8 por ciento de visión. Aventuraron un diagnóstico de albinismo ocular. Vanesa insistió en recabar otras opiniones. En 2019, un estudio genético determinó la enfermedad real: distrofia de conos.

La pequeña asume la posibilidad de que la ceguera se haga total en la madurez

Este trastorno de la retina carece de tratamiento a día de hoy y aún presenta numerosos interrogantes. A veces la afectación es progresiva y desemboca en la ceguera absoluta en la madurez, a partir de los cuarenta. El especialista madrileño que trata a Carla lo considera poco probable. “Depende de cada persoa”, concreta Vanesa, que ha profundizado en sus propios conocimientos. “Esperamos que siga así. Conformámonos con iso”.

Con Carla han hablado de ese riesgo. “Sabe perfectamente todo. Non lle preocupa. Coñece a moitas persoas cegas e fan o mesmo que ela fai”, asegura la madre.

–Temos que viaxar e coñecer un montón de sitios para que che queden os recordos –le comentó una vez a Carla.

–Ti tamén tes que facelo, que ó mellor morres ou che pasa calqueira cousa –le invitó la pequeña.

“Ten razón”, concluye Vanesa. “Hai que vivir o día a día”. Carla se aplica con fruición a esa filosofía. Estudia en el CEIP Manuel Cordo Boullosa, con excelentes notas y especial entendimiento en ciencias e idiomas. La ONCE le proporciona telelupa, atril, telescopio... Solo el mayor espacio que requiere la diferencia de los demás alumnos. Tímida pero muy sociable, “os profesores din que é unha líder en silencio. Todos nalgún momento recurren a ela. Resalta en moitas cousas pero non alardea de nada”.

"A profesora de educación física dicíame que é o que todo adestrador quere ter. Carla cae, érguese, cae... Nunca protesta nin se rende”

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Desde muy pronto mostró su inclinación por el deporte, como la gimnasia rítmica y la acrobática además del patinaje. “Dábame moitísimo medo”, confiesa Vanesa. “Pero é ela quen ten que frearse. Non debo ser eu. A profesora de educación física dicíame que é o que todo adestrador quere ter. Carla cae, érguese, cae... Nunca protesta nin se rende”.

El atletismo no había surgido como opción hasta que Vanesa decidió enviarle un mensaje a Susana Rodríguez Gacio a través de las redes sociales. En ese momento, la coincidencia de las dos en sus carencias visuales también afectaba supuestamente al albinismo compartido. “Foi por saludala e contarlle o caso de Carla, sen expectativas a maiores”, matiza Vanesa. “Cando soubemos da enfermidade, véuseme o mundo enriba. Para nós, a historia de Susana era un estímulo, como confiar nun futuro para Carla”.

Pocos días después, un número desconocido apareció en la pantalla del móvil de Vanesa.

–Hola, soy Susana Rodríguez.

La campeona viguesa, tras leer el comentario de la caldelense, había recabado su contacto en la ONCE. “Boteime a chorar”, revela Vanesa. “Susana ten sido un apoio continuo en todo dende entón”.

Carla Santoro, en las pistas de Balaídos. Ricardo Grobas

Rodríguez Gacio le descubrió su mundo a Carla. Se la llevó consigo a entrenar a las pistas del CGTD en Pontevedra y a la piscina. Y la niña se enamoró. Fichó enseguida por el Mar de Vigo, en el que militaba su ídolo, y comenzó en las escuelas de la Gimnástica de Pontevedra. Ahora que Gacio y su guía, Celso Comesaña, han fundado el Club Deportivo Delikia, Carla se ha enrolado con ellos aunque de momento solo en triatlón. La mudanza atlética la deja para septiembre. Concluirá la temporada en el Gimnástica. “Díxome que non quería deixalos tirados. Un compromiso é un compromiso. Non llo podo rebatir. É o que lle ensinamos”, se enorgullece Vanesa.

La familia se desplaza los viernes a Vigo para que Carla entrene con el Delikia. También han aparcado la piscina hasta otoño y espera además que haya algún tándem disponible o asequible que le permita disputar triatlones además de duatlones. Correr constituye su mayor entusiasmo. En el tartán se maneja sola aunque las curvas en pista cubierta se le complican por los nistagmos –movimientos continuos de los ojos–. En cross necesita guía y aunque muchos se ofrecen voluntarios, a alguna competición ha tenido que renunciar.

Carla destaca en atletismo adaptado. En el reciente Campeonato de España Liberty, disputado en Toledo, ganó oros en 1.000 y 80. “Ela non lle da importancia ás medallas. Nin sabe cantas ten. As dúas últimas están na guanteira do coche. Ponse contenta no momento de gañar e pregunta polos tempos. Neste tipo de competicións hai pouca participación e ela ten vantaxe. Síntese mais realizada cando queda ben correndo co resto aquí”.

Quizá apenas vea, pero distingue claramente su horizonte. Carla quiere estudiar Medicina, “dende xa antes de coñecer a Susana”, y participar en unos Juegos Paralímpicos. “Para min, o deporte significa esforzo, superación, compañeirismo, respecto, igualdade... Moitas cousas. Ir a uns Xogos daríame moita ledicia”, resume. Y su madre la alienta: “Dígolle que o deporte acarrea moitos sacrificios. Tenlle que gustar. O máis importante é o que leva vivido ata agora, que sexa feliz e o pase ben. Os soños están o alcance de todos e ela é constante. O que veña xa virá”.

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