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RUGBY

Un corazón ovalado

Lucía del Campo, primer miembro de la cantera del Vigo R.C. en una convocatoria nacional sénior | El rugby “entró” en su familia gracias al reportaje sobre Maxwell en Informe Robinson

Lucía del Campo Andrés. Vigo Rugby Club

El equipo mixto sub 18 del Vigo Rugby ha concluido su partido en A Coruña contra el CRAT. Jugadores y técnicos se reúnen en el vestuario tras el partido, como suelen, para compartir impresiones. Lucía del Campo se adelanta en el corrillo.

–Quiero deciros que durante los diez próximos días no estaré con vosotros. Me han convocado para una concentración con la selección femenina española de “seven”.

El grupo aplaude. Posiblemente esos adolescentes ignoren aún que Lucía es el primer canterano llamado por un seleccionador español absoluto en los 34 años de historia del Vigo R.C. Simplemente festejan el éxito de su compañera. Cuando la ovación concluye, Lucía retoma su parlamento.

–Quiero daros las gracias. Esta convocatoria no habría sido posible sin vuestra ayuda. Me empujáis siempre a jugar mejor.

Lucía del Campo lleva el oval durante un partido en As Lagoas. | FOTO: VIGO R.C.

A Charlie del Campo, el padre de Lucía, le han descrito esta escena. Y se reafirma en la certeza de que él y su mujer, Eva Andrés, acertaron hace una década, cuando le abrieron la puerta de su hogar al rugby.

Sucedió casi por casualidad y con Lucía en un papel secundario. Buscaban en realidad un deporte en el que se iniciase su hermano pequeño, Mauro, que contaba cuatro años. Se decidieron por el rugby tras ver el reportaje que Informe Robinson le dedicó a Norm Maxwell y al Vigo R.C. El relato del antiguo All Black y su epifanía gallega condensaba todo aquello que pretendían: pasión, compromiso, valores... “Es lo que Eva y yo entendemos que debe ser el deporte”, cuenta Charlie. “Llevé a Mauro y a su mejor amigo, Toni, a una de aquellas jornadas que se siguen haciendo los sábados de mañana. Lo primero que hizo Mauro fue un placaje. Al ver la cara con la que se levantaba, ya me dije: ‘Este sigue’”.

Siguió Mauro, y su hermana lo contemplaba desde la grada de As Lagoas. Al año siguiente, Lucía espetó a sus padres que ella también saltar al césped. “Era la niña típica, con sus muñecas, y no le hicimos caso”, reconoce Charlie. Lucía no iba a desistir y poco después, con apenas 8 años, organizó una reunión en el salón.

–Quiero jugar a rugby y vosotros no me dejáis –reclamó.

–Tienes razón –admitieron sus padres. –Este sábado vas y pruebas, como tu hermano. Si te gusta, te quedas.

“Y hasta hoy”, resume Charlie, con su hija a diez días de cumplir los 17 convertida en una de las grandes promesas del Vigo R.C. Lucía combina el mixto sub 18 con el sénior femenino. Había ido enlazando las sucesivas selecciones gallegas. El rugby a siete surgió como complemento. En el club no lo practican, salvo en citas puntuales: un torneo de Navidad, la Copa Xunta... Suficiente para llamar la atención de la Federación Española. “Los seleccionadores de ‘seven’ buscan un perfil de jugadora que se pueda adaptar a este tipo de competición”, explica el director de la cantera del Vigo, Óscar Ferreras.

A Lucía la reclamaron, ya hace dos años, para un programa de detección de talento femenino. Acudió a un campus de alto rendimiento en Madrid y tras estallar la pandemia la incluyeron en un grupo femenino sub 18 con el que trabajar a nivel de fundamentos, nutrición, preparacion física... Con todo, aunque su progresión era meteórica, parecía descabellado presagiar lo siguiente: la concentración con la selección femenina absoluta de “seven”, que comenzó ayer en Valladolid y durará hasta el día 18.

“Estamos muy ilusionados por Lucía. Ella se lo merece.”, destaca Ferreras. “Por la parte que nos toca, nos sentimos muy orgullosos. Hemos puesto nuestro granito de arena. Las categorías inferiores son nuestro baluarte”. Charlie confirma: “Nuestro club ha apostado por la cantera, invirtiendo en recursos y con entrenadores y entrenadoras de gran calidad. Ese trabajo tarda en salir, pero acaba dando sus frutos”.

Lucía ha diseñado con claridad su futuro. Quiere estudiar Medicina y compaginarlo con el rugby. A Valladolid ha acudido “con todo por aprender. Currará como una leona”, anticipa su padre. “Se entregará a tope, no por la oportunidad, sino porque es su manera de jugar y entrenar”.

Charlie ha llevado a Lucía a Madrid, donde se reúnen las convocadas. Durante el camino le han ido llegando felicitaciones, como las de varias internacionales de rugby XV. Lucía y su familia presenciaron un partido del Mundial de 2014 en la localidad francesa de Marcoussis.

Al acabar, la niña se fotografió con muchas jugadoras de la selección española. "Ahora seremos nosotras las que te pediremos fotos", le dicen. La joven va pensando en “sus niños y niñas del sub 10”, a los que entrena. Y sobre todo en Lola de Lis, su gran amiga, que comenzó con ella en el club y que sufre una pequeña lesión de espalda. Lucía le escribe: “Esta oportunidad era un sueño que compartíamos las dos. Se empieza a hacer realidad, pero sin ti no es lo mismo”. Lo cuenta Charlie y se emociona. Aquel sábado por la mañana acertaron subiendo a As Lagoas.

Lucía del Campo, jugando de medio melé. Vigo R.C.

FÍSICO, VALENTÍA, DESTREZA, INTELIGENCIA


“No tiene un minuto libre”, reconoce Charlie sobre la agenda de su hija, así en los estudios como en el rugby. La pasión y la polivalencia le reclamen ese esfuerzo y a la vez se lo recompensan. “Es una jugadora completa”, describe Óscar Ferreras. De entrada, en cuanto a rol, a Lucía la emplean los entrenadores según las necesidades de cada equipo, el femenino sénior y el sub 18 mixto.

También se ha ido reubicando según crecía. “En categorías inferiores jugaba bastante de medio melé o apertura”, comenta Ferreras. “Ahora ya se va perfilando en un puesto más fijo. A máximo nivel tal vez en la tercera línea o como talonadora”. En esas mudanzas, de delantera que conquista el balón a gestora que lo distribuye, se anticipa la combinación de talento y poderío. El director de la cantera olívica lo confirma: “Es una jugadora fuerte, potente, con cualidades bien desarrolladas. Le dedica tiempo al trabajo físico”.

Lucía puede evaluar de manera constante la eficacia de su preparación. “Está jugando en sub 18 contra chicos de su edad y aun así marca la diferencia. Es muy valiente, no rehúye el contacto y va al placaje sin miedo”, asegura Ferreras, que le añade elogios al componente cerebral. “Es una jugadora muy inteligente, sabe tomar buenas decisiones. Y su actitud es muy buena. No se rinde, no baja los brazos en ningún momento. Siempre quiere estar presente en todo. Eso le hace ser una jugadora que destaca. Tiene buenas destrezas. Todo esto suma”. En el rugby XV se tiende más a la especialización.

Es en el “seven” donde ese compendio de virtudes luce. “En campo entero, siete contra siete, tienes que ser más completo. Es una modalidad muy exigente. Requiere preparación física y destreza. Tienes que saber moverte por los espacios, llegar rápido a los apoyos y reaccionar”. Y en todo eso cumple Lucía, con el atractivo añadido de la condición olímpica del rugby a siete. “El rugby femenino español está entre los mejores del mundo. A Lucía se le puede abrir la oportunidad de llegar a unos Juegos. Con lo joven que es, acudir ya a una concentración nacional es buen indicador”, celebra Ferreras.

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