El Real Madrid recuperó el liderato gracias al premio al descaro de Vinicius, el mejor de un clásico que midió estilos para acabar premiando el vértigo y la máxima entrega de los jugadores de Zinedine Zidane, que resucitaron tras ser salvados en el primer acto por Thibaut Courtois y acabaron en éxtasis con el segundo tanto de Mariano.

El clásico del fútbol español se ha convertido en un pulso de estilos. Marcado por un factor psicológico que condicionaba al Real Madrid, con su temporada nuevamente en juego ante su eterno enemigo, y que favorecía a un Barcelona con recuerdos recientes de triunfos amparados al liderazgo demoledor de un imparable Leo Messi.

Para los de Zidane era levantarse o lanzarse al abismo sin red y sacaron su gen ganador. Con más margen, Setién buscó dañar desde la posesión y a eso al Barcelona es complicado plantarle cara. Lo intentó de inicio el Real Madrid, siempre más vertical, jugando con ritmo y calidad. Contrastaba con el cloroformo que le metían los azulgrana, sintiendo que su momento llegaría más tarde.

El Real Madrid luchó contra el rival y su falta de mordiente arriba. Su dominio fue improductivo en el primer acto, con centros desde los costados que nunca encuentran rematador. Con Benzema colapsado por su mala racha de seis partidos sin gol. Todo expuesto a la locura a la que conduce Vinicius, tan voluntarioso como errático en su decisión final hasta que encontró el premio del gol.

A ese vértigo que buscó Zinedi ne Zidane ayudó el riesgo que corrió con Marcelo, titular contra todo pronóstico. Se lo jugaba todo con los mismos que el pasado curso se quedaban sin opciones de nada en marzo. Setién reforzó su centro del campo con Arthur. Lo pobló para cuidar siempre el balón. Sin prisas. Las oportunidades con Messi siempre acaban llegando.

En el duelo táctico Zidane-Setién una clave era donde marcar la presión. Y el Real Madrid intentó que fuese alta hasta que tuvo que recular. Ahí comenzó a sufrir. Sus llegadas nunca tuvieron peligro para Ter Stegen que vio como Benzema y Kroos chutaban a las nubes. Una sola intervención ante el disparo repleto de inocencia de Vinicius, el único que generó desequilibrio en la defensa azulgrana.

El Barcelona respiraba con balón. Encerrando en su campo al Real Madrid reducía los riesgos y aumentaba sus opciones porque Messi empezaba a entrar en juego y a medir rivales. Había perdonado Marcelo, sin ver a Isco solo para marcar, cuando llegó el primer aviso azulgrana. Apareció la conexión eterna de Leo con Jordi Alba y Griezmann perdonó de zurda. Fue la jugada que cambió el panorama. El Real Madrid, como ante el City, comenzó a temer sus debilidades.

Y apareció Courtois con papel de salvador. Seguro ante dos disparos de Messi, uno solo tras pase picado medido de Busquets, y achicando para salir vencedor del mano a mano con Arthur. El partido ya era del Barça mientras los arreones madridistas morían en intentos de remate forzados de Benzema y no encontraba soluciones a los desmarques de ruptura que encontraban espacios en el centro de su defensa.

Entendió el Real Madrid que solo desde la entrega máxima en cada balón podía decantar el clásico a su favor. Mordiendo arriba y recuperando en campo contrario. Sintiendo el aliento del Santiago Bernabéu que tanto empuja cuando ve a los suyos dar todo lo que tienen. Fue lo que hizo en la segunda parte para equilibrar a los puntos el combate antes de asestar un golpe que mandó al rival a la lona.

Parecía imposible superar a Ter Stegen que voló para sacar a mano cambiada un disparo directo a la escuadra de Isco. Sobresalió el despliegue de Carvajal cuando el encuentro quedó marcado por el físico, con ganas de quitarse la espina de su noche negra ante el City. Se la puso medida a Isco que acarició el gol con un testarazo que superó al portero pero no a Gerard Piqué, que salvó en línea de gol.

Aparecía por todos los lados Carvajal. Un nuevo centro encontraba a Benzema que la enganchaba arriba de volea. El Real Madrid había dado la vuelta al partido con coraje, instalado en campo rival. La reacción de Setién fue meter a Braithwate y nada más salir buscó la espalda de Marcelo. Vio de cerca el gol, de nuevo rápido y decisivo Thibaut Courtois, y en la acción siguiente llegó el directo madridista.

Kroos, el gran ausente de la Champions, inventó el pase al espacio gracias al movimiento de Benzema que arrastró a Semedo. Vinicius apareció con espacios y su disparo lo desvió a la red Piqué convirtiendo al brasileño en el héroe del clásico.

El Barcelona desapareció, como Messi, que seguramente jugó su clásico más gris. Intentó tirar de orgullo para igualar el duelo pero Piqué cabeceó arriba la única ocasión. Marcelo celebraba como un gol ganar una carrera a Messi y evitar el empate cuando Zidane recurrió a Mariano. No había jugado un solo minuto en Liga y el primer balón que tocó lo mandó a la red con calidad. El goleador que tanto necesita el Real Madrid lo tenía en la grada. El guión de la Liga pegó un vuelco.