Tomás Currás (Tandil, 2000) nunca se rinde. El tenista de Ureca inicia desde hoy una gira internacional en Portugal en un año en el que tratará de dar un importante salto de calidad en su sueño de convertirse en profesional. El vigués, de 19 años, está dispuesto a dejar atrás el calvario que se inició hace cuatro años, cuando le diagnosticaron una condropatía rotuliana en sus rodillas que le tuvo año y medio lejos de las pistas. Gracias al doctor Cota, y de mucho trabajo por su parte, ha podido volver a competir. En los últimos meses trabaja con el preparador físico Marcos Pizzorno, que ha tratado a tenistas como Del Potro o Cilic y en el que actualmente han depositado su confianza otros tenistas como Andrey Rublev.
"Llevo unos meses entrenando muy duro y estoy con muchas ganas", dice ante su inminente participación en los ITF Men's World Tennis Tour de Portugal. "El reto es ir partido a partido e intentar sumar algún punto ATP", indica.
Ahora, trabajando según las pautas que le marca Pizzorno desde Barcelona, ha aumentado también su confianza. "Antes hacía un trabajo físico general, pero ahora este preparador se centra más en mis necesidades y es un trabajo mucho más específico para las partes que tengo que mejorar", indica. Sobre todo a la hora de trabajar sus puntos débiles: sus rodillas. "Ahora físicamente estoy muy bien, no tengo dolor", festeja. "No tengo molestias y, por suerte, todo va bien", dice el tenista, que confiesa que "después de la lesión, la vuelta a los entrenamientos y a la competición costó, pero he podido recuperarme bien".
Y todo contra los pronósticos iniciales de los primeros especialistas que le trataron. "La lesión apareció en la época de crecimiento y no sabían si se iba a pasar o no pero en aquel momento le dieron malas noticias y le dijeron que iba a tener dolor toda la vida", apunta Javier Currás, su padre y entrenador. Por suerte no se cumplieron los pronósticos y "en el último año y medio está entrenando bien, con un trabajo específico, y las cosas van bien".
Así que regresa a las pistas más fuerte que nunca tras una "pequeña desconexión" el pasado verano en el que estuvo preparando los exámenes para obtener una beca deportiva para irse a Estados Unidos, opción que finalmente ha descartado. "Me planteé irme a Estados Unidos porque hubo un cambio en el reglamento de ATP que hacía más complicado entrar en los torneos como los que voy a hacer ahora en el Algarve", explica el tenista vigués. "La opción pasaba por irme con una beca y compaginar el tenis con los estudios", prosigue. "Al final volvieron a cambiar la norma, la pusieron como antes, así que decidí quedarme; aquí estoy muy bien", apunta: "Hubiera sido una buena experiencia, pero al quedarme aquí me centro totalmente en el tenis y para intentarlo al cien por cien, porque lo que yo quiero es ser tenista profesional".
Y en ese camino hacia el panorama profesional no se fija plazos. "Varía mucho. Tengo un amigo de 16 años que ya está pasando rondas de un ATP 500, pero luego hay gente que llega a ser profesional a los 26, lo que hay que hacer es seguir a tope, trabajar muy duro y, si se da, genial. Es muy difícil, pero hay que intentarlo".
Un proceso gripal impidió que pudiera llegar a los torneos lusos con algo más de ritmo de competición, tras verse obligado a abandonar el ITF de Palmanova y causar la baja a la semana siguiente en el ITF de Paguera. "Jugué el primer partido y le gané a un italiano, pero ese mismo día caí con gripe y al siguiente no podía ni abrir los ojos", se lamenta.
Así que en Portugal espera que por fin se empiecen a ver los resultados del trabajo de estos últimos meses. "Quiero sentirme bien físicamente y acabar contento con el nivel de juego para alcanzar el mejor nivel posible. Si los resultados se dan, perfecto, y si no, a seguir trabajando".
Los resultados y las sensaciones irán marcando su calendario en los próximos meses. No descartan algún ITF, incluso, en Turquía.
