El balonmano vigués masculino, aunque en crisis, respira y sueña con un futuro mejor. Existen corrientes poderosas bajo su resquebrajada piel. Acaba de terminar la temporada en Primera Nacional. Queda todavía por resolverse la fase de ascenso a Honor Plata, donde el Construcciones Castro Porriño es el representante más próximo. El patrocinador de esta escuadra es un agente activo en un horizonte intrigante. Los clubes más tradicionales, como el Academia Octavio y el Seis do Nadal, también reflexionan sobre su porvenir. Aparte, un nuevo proyecto, liderado por miembros relevantes de la comunidad balonmanística, ha iniciado los contactos institucionales; un criatura todavía en esa fase de gestación en la que todo puede truncarse, pero bien articulada y con potencial para hacerse fuerte en Asobal a medio plazo. La resurrección del balonmano vigués se decide en los próximos días.

El declive del Octavio ha dejado al balonmano vigués sin el protagonismo de su referente más indiscutible desde los años setenta. El equipo académico, que en 2013 militaba en Asobal, bajó de Honor Plata en 2016 y acaba de descender a Primera Autonómica. Pero el club no pierde la esperanza de conservar la categoría. Necesita la renuncia de los equipos con derecho a ascender desde Autonómica, posibilidad cierta en algunos casos, o el ascenso de Xiria o Porriño, los dos mejores de Nacional; y que además el grupo se reconstruya en ese caso por parte de la Federación Española manteniéndolo íntegramente gallego como ahora. En todo caso, la familia Rodríguez quiere prolongar la vida de la institución fundada por el patriarca hace cincuenta años, conservando su identidad.

Al Octavio, a día de hoy, lo acompañaría en su descenso a Autonómica el Granitos Ibéricos Carballal, que quedó colista y necesitaría una doble carambola para quedarse en Nacional. En la pelea por la salvación se salvó el Vilatrade Lavadores. El Magope Seis do Nadal, que completa el cupo vigués, quedó undécimo entre dieciséis. Esa es la realidad olívica mientras el Frigoríficos se aferra a la Asobal, a la que retorna el Teucro con varios productos de la cantera viguesa en sus filas. En Honor Plata queda cómodamente instalado otro conjunto pontevedrés, también apuntalado por vigueses, el Cisne.

Carballal, Lavadores y Seis do Nadal Coia son equipos meritorios, que trabajan bien sus escuelas pero de barriada, sin vocación global. Aunque el Seis do Nadal, un vivero especialmente prolífico, debate precisamente estos días sobre su naturaleza. Antón Piñeiro ha dejado la presidencia. En unos días se celebrarán las elecciones. María Prelchi encabeza una candidatura que apuesta por una política continuista; enfrente, el grupo que comanda José Alonso, más rupturista.

En este potaje se mueve Construcciones Castro. Su propietario, José Manuel, apuesta con fuerza por el balonmano. Probó primero en Chapela pero rompió con la directiva cuando intentó tomar el control deportivo. Se trasladó a Porriño, siempre con Coque Fontela como ideólogo. El conjunto porriñés, segundo en la temporada regular, peleará por el ascenso. Pero Construcciones Castro ha tanteado y mantiene abiertas varias alternativas.

Y mientras esto sucede, otras figuras prominentes han empezado a diseñar un proyecto totalmente nuevo; un club concebido para aunar todas las potencias y energías del rico tejido de la ciudad. Son ya varios meses de trabajo, que ahora entran en un proceso de aceleración en las gestiones. La idea se sitúa en la encrucijada, con posibilidades diferentes respecto a la categoría en la que nacería y también la ambición con que se afrontarían los primeros años de existencia. Se ha diseñado al milímetro un plan que permitiría tener un equipo de jerarquía en la Asobal en no demasiado tiempo si todas las voluntades deportivas e institucionales se alinean. Las primeras reuniones han resultado fructíferas. El balonmano masculino vigués afronta un instante definitivo en su larga y compleja historia.