El Areosa dejó escapar ayer, en el campo de Coia, una ocasión de oro para encarrilar de forma definitiva la permanencia en la categoría. Los vigueses se medían a un rival directo al que aventajaban en cinco puntos, y un triunfo podía se decisivo.

Sin embargo ocurrió todo lo contrario, sobre todo por lo que pasó en los primeros cuarenta y cinco minutos. Los santanderino no tuvieron reparos en colocarse con una línea defensiva de cinco hombres, pero lejos de limitarse a defenderse, el Marina Sport jugaba con velocidad a la contra para sorprender a los vigueses. Todo podía ser normal, pero con lo que no se contaba era con los problemas de los vigueses en la zaga.

La velocidad de los jugadores más adelantados del Marina, sobre todo la de Rodri, fue una pesadilla, ya que casi siempre le ganaba la espalda, generando claras ocasiones de peligro que, o bien por fortuna o por mala puntería, no conseguían acertar, con lo que el marcador inicial no se movía.

Sin embargo, a la media hora de juego, llegó esa jugada tonta, en la que todo parece sencillo pero el balón queda muerto en el área y Mirsao, con un potente disparo pone en franquicia a los santanderinos.

En la segunda parte, el Marina Sport justificó, con más motivo, la línea defensiva con tres centrales. Los laterales ya no subían tanto, con lo que el dominio pasó a ser total del Areosa. Pero tener el balón no era suficiente. Los vigueses tenían que conseguir abrir la defensa santanderina para crear ocasiones de peligro, y esa fue su asignatura pendiente.

El Marina Sport se encontraba cómodo en su función, y a la contra a punto estuvieron de sorprender a los vigueses con un segundo gol. Menos más que la entrada de Íñigo benefició a los vigueses, pues el cantabro duró tan solo diez minutos en el campo al ver dos amarillas casi consecutivas por desplazar el balón.

Los minutos finales fueron un monólogo de balones a la frontal del área que el Marina Sport despejaba de todas las formas posibles, pero sin crearle peligro a Jony.