El partido entre Celta y Deportivo de esta noche es especial en su definición como derbi. Pero también en lo concreto de algunos por meandros de sus biografías. Como sucede con Charles, Hugo Mallo y el propio Berizzo.

Cuando se conoció que el Toto regresaba como técnico, una imagen acudió al celtismo; la del orgullo en las peores circunstancias: Berizzo yéndose expulsado de Riazor -donde el Celta estaba certificando su descenso- con la cabeza alta y la mirada desafiante. "Me lo recuerdan constantemente", reconoce con una sonrisa. "A veces estas emociones a uno lo sitúan en un lugar de tensión. Siento mucho lo que hago. Lo hice, cuando fui futbolista, con mucha pasión y mi nuevo rol de entrenador no me exime de sentir lo mismo. Siento pasión, siento que es un partido diferente a todo el resto y soy el primero que quiero ganarlo".

Hugo Mallo querá hacerse perdonar en la cancha los deslices que cometió en el último derbi. Aquel que protagonizó, pese a estar lesionado, por una incómoda foto colgada en las redes sociales y su actitud inadecuada en la grada de Riazor. Mallo ha madurado desde entonces y hoy, si juega, ejercerá de capitán.

Lo específico de Charles no está relacionado con las intimidades del Celta-Deportivo, sino con su pasado profesional. El delantero vuelve a Pasarón. Al menos, al sitio donde estaba el viejo Pasarón, que fue su hogar. "Volver como jugador es muy especial para mí, aunque ya he ido alguna vez como espectador", aclara. "Es donde me formé como futbolista. Llegué siendo un niño de 19 años y estuve seis temporadas. En Pontevedra sigo teniendo casa y muchos amigos que son como hermanos. Siento mucho cariño por esa afición y ese club".