El sur es el paraíso del Celta de Luis Enrique, que ayer sumó su tercer triunfo de la temporada tras vencer al Sevilla en un partido vibrante, en el que los célticos fueron mejores, por ocasiones y juego, que el rival, que le regaló el gol a Álex López con una mala cesión de Beto. Como en Málaga, el conjunto vigués tuvo la iniciativa en el juego y en la primera parte fabricó cinco ocasiones claras, incluido un tiro al palo de Mina.

Con este triunfo, el Celta escapa del infierno, con tres puntos de diferencia sobre los puestos de descenso, y aumenta su autoestima para poder sumar el sábado ante el Rayo Vallecano su primera victoria de la temporada en Balaídos.

No será dogma de fe para Luis Enrique, pero el equipo que goleó al Málaga se merecía otra oportunidad para buscar la tercera victoria de la temporada en tierras del sur. La primera había sido ante el Betis. Y el entrenador del Celta apostó ayer por los mismos jugadores que aplastaron al equipo de Schuster (0-5). Solamente faltó Aurtenetxe, lesionado ante el Barcelona. Toni lo reemplazó en el lateral izquierdo y no desentonó el canterano en un equipo que ha dado un gran salto de calidad, partiendo de un majestuoso Fontás y siguiendo con un incansable Augusto Fernández.

Una de las claves del cambio que ha experimentado el juego del Celta es la nueva ubicación en el centro del campo de Augusto. El argentino le ha cedido la banda derecha al juvenil Santi Mina para dotar al centro del campo de mayor verticalidad. El sacrificado fue Rafinha, relegado al banquillo, mientras Augusto, Álex López y Oubiña gobernaron la sala de máquinas de un Celta que salió a comerse al Sevilla.

Sorprendió al rival el descaro con el que salieron los de Luis Enrique, que al minuto de juego ya pusieron a prueba a Beto. El guardameta portugués despejó a córner un disparo de Augusto, tras un centro de Mina. Como ocurriera en Málaga, los célticos salían a mil revoluciones para marcar primero y provocar un colapso en un Sevilla que buscaba buenas sensaciones para olvidar los siete goles que había encajado en el Bernabéu.

Y con el instinto de un depredador hambriento, el Celta metía intensidad a su juego, ganaba casi todos los balones divididos y se iba en busca de la portería de Beto, que a los siete minutos detuvo un disparo flojo de Charles con la izquierda, tras una maravillosa asistencia de Augusto. Luis Enrique no exageraba cuando en la víspera del partido le regalaba todos los halagos a Augusto.

El argentino contagia a todo el equipo con su compromiso en la presión, en la bravura de sus piernas para llevarse los balones divididos y en la velocidad que imprime a sus acciones para llevar el juego al área rival, donde se hace daño.

Así, Charles tuvo otra ocasión, en el minuto nueve. Como le había ocurrido al Málaga, el Sevilla no sabía cómo parar a los célticos, que a los 19 minutos tuvieron una ocasión clarísima, pero el balón de Mina se estrelló en el poste izquierdo del portal de Beto.

Esta vez, sin embargo, faltaba el acierto de La Rosaleda y el Sevilla no era tan indolente como los de Schuster. Para jugar en el equipo de Unai Emery debe salirse con el cuchillo entre los dientes y ser más intensos que el rival, tanto en la presión como en la conducción del balón. No permite jugadores blandos el de Hondarribia. Así, con laterales rápidos como Alberto Moreno y Diogo Figueiras, el conjunto sevillano comenzó a rondar la portería de Yoel, que en toda la primera mitad tan solo tuvo que intervenir para despejar un par de saques de esquina.

La defensa del Celta dejaba pocos espacios a Bacca y a Gameiro, una pareja de delanteros con gol. Cabral y Fontás impedían el paso. El catalán era inexpugnable y un tormento para los atacantes sevillistas que osaban acercarse a Yoel.

Rakitic, que suma siete goles en la Liga, bastante trabajo tenía con seguir a Augusto, mientras que Vitolo y Jairo se veían superados por Mallo y por Toni.

Sin que decayase el ritmo, el Celta era el que sí finalizaba las jugadas de ataque. En el minuto 40, Carriço se interpuso en un disparo de Augusto que llevaba camino de acabar en gol.

La primera parte concluía con los célticos sacando un córner y preparándose para hincarle el diente al Sevilla en la segunda mitad. Los únicos que habían merecido el gol eran los de Luis Enrique, que le estaba ganando la batalla estratégica al general Emery.

El entrenador vasco no contaba con un fallo incomprensible de Beto en el primer minuto de la segunda mitad. El portero luso quería iniciar la jugada con el pie. Regaló el balón a Álex López, que se encontró con un pasillo libre para marcar su cuarto gol de la temporada. Ahora sí llega con claridad al ataque.

Lo que el buen fútbol le había negado al Celta en la primera parte, se lo concedía la fortuna en forma de regalo con lazo celeste que Beto le hacía al ferrolano, que había perseguía el gol con lanzamientos de media distancia.

Con el marcador en contra, Emery buscó soluciones en el banquillo. Perotti entró por Jairo, en el minuto 58, y tres después el Sevilla pudo empatar. Pero al Celta le acompañó la suerte que le fue esquiva en partidos anteriores. M'Bia remató de cabeza al palo y Yoel despejó con el pie el posterior lanzamiento de Vitolo. Con Gameiro roto y con los cambios agotados, el Sevilla buscó el empate en jugadas que apenas inquietaron a Yoel, que volvió a salir imbatido de Andalucía. El Celta tendrá que irse a vivir al sur, como sugería Luis Enrique el viernes.