Joana Montouto (Vigo, 1990) pone su carrera deportiva entre paréntesis. La jugadora del Olivo no siente "motivación ni ganas" de jugar al fútbol y ayer comunicó al club su decisión de no jugar durante, al menos, la primera vuelta del campeonato. La decisión de la viguesa ha sentado como un jarro de agua fría entre la directiva de El Olivo, que por lo menos ha conseguido retrasar la intención de la delantera de colgar las botas de forma definitiva.

"Nos ha dicho que durante la primera vuelta no va a jugar. Que no está motivada, que no tiene ganas de jugar ni de entrenar", dice el secretario general del club, Juan Carlos Padín. Visiblemente afectado Padín se muestra preocupado por la actitud de la jugadora, ya que no entiende los motivos que la han llevado a tomar semejante decisión.

"Nos ha dicho que lo sentía mucho, pero no no va a jugar", prosigue Padín, que ayer se reunió con la jugadora. "Estuvimos más de hora y media reunidos, hablando, y con los demás directivos, pero no hubo forma de convencerla", se lamenta.

Por lo menos la jugadora no cierra la puerta a un posible regreso en la segunda vuelta de la competición. "No vamos a dar su ficha de baja. Ni nos lo ha pedido. Nosotros dejamos la puerta abierta porque sabe que puede volver cuando quiera", añade Padín.

La delantera ha descartado irse a otro equipo. "Dice que si vuelve a jugar será en El Olivo", asegura el secretario general. Ofertas no le han faltado. Ha recibido alguna que otra llamada intentando devolverle la ilusión que ha perdido este talento del fútbol femenino gallego. En su día fue el máximo referente de un Olivo que luchaba por el ascenso.

El club vigués fue el que le dio la oportunidad de despuntar en su carrera. Su buena actuación con la casaca verde le permitió fichar por el Zaragoza cuando tenía solo 17 años y debutó en la Superliga. Después fichó por el Espanyol, donde militó dos temporadas y donde, junto a la también gallega Verónica Boquete, conquistó la Copa de la Reina. Tres años después volvió a casa, a El Olivo, y su concurso fue determinante en la consecución del ascenso la pasada temporada.

Pero Joana ya no sonríe cada vez que se calza las botas. Ella misma reconoce que ir a entrenar se había convertido en un tormento, pero se calla los motivos. Su último partido, por ahora, con El Olivo, fue ante el Barcelona. Jugó los últimos minutos y se fue al vestuario llorando. Hace unas tres semanas que ya no se entrena con sus compañeras ni se la ve por Navia. Joana ha decidido que necesita tiempo para pensar en su futuro. "Saturada" del fútbol, como ella misma reconoce, ha decidido parar. El tiempo dirá si es un hasta luego o un adiós definitivo.