Un punto puede resultar muy valioso cuando la Liga enfila hacia la recta final, en la que se decide quién jugará el próximo curso en Primera. Y eso fue lo que obtuvo ayer el Celta en Granada, donde además frenó una racha de tres derrotas seguidas. Pero no le salió gratis el empate a los de Paco Herrera, que pocas veces habían sufrido tanto como en el día de ayer, porque pierden a Murillo para el próximo partido por acumulación de tarjetas amarillas. Y con Mallo lesionado, Víctor Vázquez, del filial, vuelve a ser el recambio.

Pero el equipo vigués ha demostrado que posee capacidad para superar los contratiempos que se le han ido presentando a lo largo de este año. Ayer salvó una de las salidas más complicadas que le restaban hasta junio y presentándose con un equipo limitado físicamente –Murillo, Oubiña y Álex salían de lesiones y Ortega de una larga inactividad–, y que tuvo que soportar una mañana tórrida que anunciaba la llegada de la primavera al sur peninsular.

A pesar de ello, los célticos le plantaron cara a uno de los equipos con los mejores registros como local, que empotra a los rivales contra la portería a base de centros e incursiones por las bandas y el pasillo central, en un trabajo de principio a fin. Porque Falcón estuvo en peligro desde el primer minuto hasta el último, pero ayer Geijo careció de acierto. Como tampoco lo tuvieron sus compañeros Orellana o Mikel Rico. Sólo Dani Benítez encontró la red, gracias a la espalda de Ortega. Pero antes, uno de sus remates se fue al poste. Orellana envió el balón al larguero al poco de iniciarse el segundo tiempo. De la media docena de ocasiones claras, los rojiblancos sólo aprovecharon una. Aunque los célticos no le anduvieron a la zaga: crearon cinco y sólo Álex superó al guardameta gallego Roberto cuando se había superado la media hora de partido. David Rodríguez, en dos ocasiones, Garai y De Lucas erraron ante el excéltico.

Y como el fútbol es un deporte en el que gana el que menos errores comete –como diría Cruyff–, pues ayer el Granada y el Celta acabaron en tablas. Los dos equipos tuvieron presente la trascendencia de los puntos porque su primera misión fue abrigarse bien atrás. Fue a partir del segundo tiempo cuando dejaron más espacios, pero el cansancio llevó entonces a los rematadores a ser más imprecisos. Uno de los que más lo acusó fue Geijo. Uno de los máximos artilleros de la Liga desaprovechó una buena oportunidad en el primer minuto tras un mal pase de Oubiña. A continuación respondió el Celta, y en esa ocasión fue De Lucas el que no superó a Roberto. El catalán y Trashorras tuvieron su día tonto. Quizás el calor, quizás el madrugar, les dejó sin fuerzas y sin ideas.

Pero el Celta tiene recursos infinitos, como demostró a la media hora. Roberto Lago pudo zafarse por fin de las acometidas de Orellana y de Nyon por su banda y se fue al ataque. Encontró a Álex como aliado, a quien le cedió el balón por entre las piernas del lateral rojiblanco. El ferrolano se fue hacia la portería y lanzó un latigazo al palo largo de Roberto y el balón entró rozando la madera.

El Granada ni se inmutó, siguió a lo suyo. Tres minutos después, Geijo cedió para Dani Benítez, éste lanzó con la izquierda al palo y el rechace lo mandó alto Mikel Rico. El martillo rojiblanco no cesaba de golpear. Y a los 43 minutos, después de otro aviso de Rico, Benítez se situó en el pico del área, soltó un medio centro que se envenenó hacia la portería de Falcón al tropezar en la espalda de Ortega.

El descanso resultó un estorbo para los de Fabri porque nada más volver, Orellana lanzó al larguero a tres metros de Falcón. Ahí, Herrera tomó conciencia de que el Celta estaba a punto de sumar su cuarta derrota y adoptó medidas drásticas: Aspas y Papadopoulos entraron por Trashorras y De Lucas a los 52 minutos. La apuesta resultó clave para el desenlace del partido porque el Celta encontró por fin el camino recto hacia el área rival y asustó al rival. Apareció David Rodríguez, pero por dos veces apareció Roberto, que también se lució en un gran disparo de López Garai. El partido había entrado en un estado de locura, con los dos equipos buscando la portería rival pero sin fuerzas ni ideas claras. El escocés Ikechi debutó con el célticos en la recta final.