La tercera ensaladera de plata ha supuesto la primera para Emilio Sánchez como seleccionador después de tres años en su puesto, y su último trabajo, ya que anunció que no estará en el 2009 para recibir en España a Serbia en la primera ronda.

Como jugador Emilio Sánchez nunca se dio el gustazo de disponer de la posibilidad de ganar la Copa Davis, a pesar de haber disputado 55 eliminatorias, con varios capitanes como Manuel Orantes y Manolo Santana y con un balance de 18 victorias y 14 derrotas en individuales, y de 14-9 en dobles. Su mejor actuación como jugador fueron las semifinales de 1987 contra Suecia en Barcelona, que España perdió por 3-2. Ha sido como capitán que ha logrado el sueño que todo jugador ansía.

"En la eliminatoria de Serbia no estaré", dijo Emilio Sánchez, "inicié una etapa hace tres años y se ha cerrado un ciclo, con premio para todos estos jugadores, y espero que el que venga pueda compartir estos momentos mágicos que he vivido yo".

Emilio llegó a este cargo de una forma un tanto abrupta, colocado casi a la fuerza por el actual presidente de la Federación, Pedro Muñoz, con quien le unía una gran amistad. Los jugadores preferían entonces a Albert Costa pero Muñoz decidió por si mismo que Emilio Sánchez era el más indicado.

Tras perder contra Bielorrusia en Minsk en 2006 y ganar la permanencia contra Italia, al año siguiente fue Estados Unidos en Wiston Salem quien cerró el paso del conjunto español que había vencido a Suiza en Ginebra.

Este año ha dirigido con éxito a España en Lima contra Perú, en Bremen contra Alemania, y en Madrid ante Estados Unidos. Viéndose inmerso en el conflicto entre los jugadores y Muñoz, se puso del lado de los tenistas, lo que ha supuesto que la final de este fin de semana sea el fin de su carrera como seleccionador por decisión propia.

Su trabajo como auténtico motivador ha sido excepcional, sobre todo psicológicamente. Tanto Verdasco como Feliciano y Ferrer han elogiado su incansable espíritu, alentándoles siempre, sin parar en los descansos de cada partido, y con una fe inquebrantable. La que les llevó a lograr el tercer título.