Diez semanas hasta el final de la Liga, un largo desierto que el Celta debe atravesar sin retos que lo impulsen. El certificado de defunción expedido en Ferrol al ascenso provoca el vértigo del vacío y lanza al club y a la plantilla a un mercadeo que es más propio del verano: líneas maestras del próximo proyecto, entrenadores, jugadores que se irán y alguno que ya interesa... Material delicado para un equipo que aún debe mirar a los ojos de su afición en sus cinco citas con Balaídos.

Posiblemente ni el optimista Vitolo se atreva ya a mencionar la palabra. Lequi, que hace cuatro jornadas echaba cuentas, ya no lo hace. "Once victorias", dijo entonces. Añadiendo la cosechada en Soria, el Celta tendría que ganar los diez partidos que restan para siquiera competir con los otros candidatos. "No hemos estado a la altura dentro de la cancha, ni individual ni colectivamente", confiesa el central.

De hecho, el Celta se ha situado en la equidistancia entre los tres primeros y los cuatro últimos y esa ambigüedad es incluso deseable. Algunos futbolistas admiten que deben asegurar la permanencia lo antes posible. Según el plan terminal esbozado por la directiva, en ese momento se produciría poco menos que una avalancha de canteranos en las alineaciones.

Lo previsible es que el Celta siga navegando por ese ecuador de calma chicha, que puede resultar más desesperante que las tormentas. Muchos jugadores empiezan a conceder prioridad a sus opciones de futuro. El vestuario se divide en varios grupos: los que se despedirán tras una breve experiencia céltica (Okkas, Quincy), los que se quedarán (Roberto Lago, George Lucas, Rubén) y los ignoran qué sucederá. Serán estos los que alimenten la actualidad céltica con rumores y hechos.

Antonio Núñez se cuenta entre los últimos. El madrileño es un profesional sin tacha, que ofrece sudor más allá de la fortuna de su rendimiento. Al club le gustaría retenerlo, pero no puede afrontar una ficha firmada en tiempos de Primera División. En Praza de España no descartan presentarle una oferta a la baja, a sabiendas de que será difícil que la acepte.

Núñez, que queda libre en junio, admite que está en el mercado. "Para eso está el representante. Está trabajando y sé que hay cosas, pero sin concretar todavía. Espero tener alguna posibilidad interesante para poder seguir disfrutando del fútbol". Asegura que Primera no le "obsesiona" y no se siente molesto por el silencio céltico, aunque pueda prolongarse hasta el final: "El club debe tener sus propias ideas para el año que viene. Si les interesa hablar conmigo, hablarán; si no, ningún problema".

A todos los departamentos de la entidad les gustaría conseguir de la Liga un decreto de excepcionalidad que les ahorrase sus diez partidos. Imposible. ¿Cómo enfocarlos, en consecuencia? Lequi lo tiene claro: "Es una situación dura porque jugar por nada no me gusta como profesional. Pero no podemos seguir haciendo lo que estamos haciendo. Tenemos que intentar terminar el año con la mayor dignidad posible".