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El cine fantástico francés muestra conciencia ecologista en Sitges

Conversamos con el director Thomas Cailley sobre su aplaudida 'El reino animal' y otras películas francesas del programa de Sitges que hablan de una renovada conciencia ecologista, de un mayor interés por los animales, la naturaleza y el clima

Paul Kircher y Romain Duris en El reino animal.

Paul Kircher y Romain Duris en El reino animal. / ARCHIVO

Juan Manuel Freire

Ya en su comedia revelación 'Les combattants' se apreciaba el interés de Thomas Cailley por los códigos del fantástico. Pero el director francés los abrazó con aún mayor intensidad en su serie de ciencia ficción 'Ad vitam'. Y sigue explorándolos desde una óptica personalísima en 'El reino animal' (Oficial Fantàstic Competición), fábula ecologista sobre una ola de mutaciones que convierte a una pequeña parte de la población en criaturas animales. François (Romain Duris), casado con una mujer aquejada del proceso, se embarca con su hijo adolescente Émile (Paul Kircher, revelación de 'Dialogando con la vida') en una nueva etapa familiar para tratar de encontrar la solución. 

Lo más interesante del proyecto es su cruce natural de supuestos extremos: al puro espectáculo fantástico se une el más matizado realismo social, psicológico y geográfico. "Me interesa mucho la mezcla de géneros, de registros", nos explica el director en Sitges. "Que una película pueda ser a la vez íntima y espectacular, realista y fantástica, que tenga acción y también momentos más contemplativos o poéticos. Me gusta que todo esto conviva, como sucede en el cine de Bong Joon-ho, que me recuerda a la vida por su diversidad de colores".  

Otros referentes, quizá más claros, de 'El reino animal' podrían ser Spielberg y Shyamalan, directores que, según Cailley, "hacen dramas humanos que podrían funcionar sin el elemento fantástico: 'E.T.' sería buena incluso sin el extraterrestre, pero gracias a él es todavía mejor; la historia es más potente". El apartado de relaciones de su película debe mucho, apunta el diretor, a la excelsa 'Un lugar a ninguna parte' de Sidney Lumet, con River Phoenix, y 'Un mundo perfecto', de Clint Eastwood, dos grandes obras sobre la paternidad. 

Más optimismo que ansiedad

Este año se han visto en el festival otras películas francesas fantásticas relacionadas con los animales, la naturaleza y el clima. Ahí queda el ejemplo de 'Acide', nuevo largo de Just Philippot (el de la ecoterrorífica 'La nube'), aventura de catástrofes con inspiración feroz en el calentamiento global: durante una ola de calor, unas nubes extrañas empiezan a arrojar lluvia ácida sobre toda Francia.

También está 'Vermin: la plaga', de Sébastien Vaniček, especie de moderna 'Aracnofobia' sobre el asalto de infinitas arañas, cada vez más mortíferas, a un barrio de la periferia de una gran ciudad. Como las criaturas de 'El reino animal', no son exactamente monstruos, sino "simplemente otra especie tratando de sobrevivir en un lugar hostil y extraño", en palabras del crítico de cine Bilge Ebiri para 'Vulture'.

¿Podemos ver esta oleada como el resultado de la moderna ecoansiedad? ¿O se debe, simplemente, al surgimiento de una nueva conciencia ecologista? "Yo no me considero ecoansioso, aunque sea consciente de que el planeta está muy mal", dice Cailley. "Me he hecho mayor en un mundo que cada vez es más pobre. Pero para mí esta película era una oportunidad de proponer casi lo contrario de la ecoansiedad: esta mutación, esta anomalía, provoca la biodiversidad y enriquece el mundo". 

Sensaciones encontradas

Cailley juega hábilmente con las expectativas del espectador y lo sitúa en un rico y ambivalente territorio emocional. Lo que, en principio, parecía monstruoso empieza a parecer utópico. Mutantes y espectadores lloran por la vida dejada atrás a la vez que sienten una creciente ilusión por la que pueda venir. "Una espectadora, una mujer mayor, me comentó que al principio de la película tenía miedo de los monstruos, pero que al final tenía miedo de los hombres. Me pareció una buena reflexión". 

Si hay un mensaje final para la historia, es que debemos aceptar al otro: "Lo que espero es que cambiemos la perspectiva de lo que vemos. Por eso toda la película está filmada a la altura de los ojos y se da mucha importancia a la mirada de las criaturas. Nosotros las miramos a ellas, ellas nos miran a nosotros… Solamente espero que al final todos consigamos mirarnos. Creo que es posible mirar a los demás, aceptar la diferencia y convivir de forma pacífica". 

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