Que la música en 'streaming' ha revolucionado el negocio de la música es un hecho incontestable a estas alturas. Tras la fase del 'todo gratis' y del pirateo de contenidos en internet, se ha llegado a una fase en la que las plataformas son las reinas. Ya nadie necesita recurrir a archivos de dudosa calidad y fiabilidad, basta con entrar en Spotify, Youtube Apple Music, etc. para acceder —pagando una cuota o aceptando publicidad— a miles y miles de canciones en unas condiciones sonoras, como mínimo, decentes.

Eso del lado del público, pero, ¿y para los músicos? Por un lado, se cumple el sueño de cualquiera que se dedique a grabar canciones: la posibilidad de que le escuchen en cualquier lugar del mundo, sin depender de los elevadísimos costes de producción y distribución de los formatos físicos. Esto se anunciaba como la panacea para las pequeñas bandas independientes que comenzaban a dar sus primeros pasos y que, a priori, podían acceder al público sin intermediarios. La realidad, en cambio, se ha demostrado mucho más compleja. Primero, por una cuestión obvia, para que un tipo en Canadá escuché a un grupo gallego tiene que conocerlo primero. Hay una cierta aleatoriedad en los algoritmos que puede permitir saltarse ese paso previo, pero las posibilidades son muy remotas. Así que sin algún tipo de promoción previa, del tipo que sea, se hace difícil que la utopía se cumpla.

En segundo lugar esta la cuestión de los beneficios. Desde hace cierto tiempo, muchos artistas se han revelado contra el reparto "injusto" de los beneficios que genera la reproducción de música en Spotify. De hecho, con la cancelación de los conciertos durante la pandemia, el sindicato estadounidense Union Of Musicians lanzó la campaña "Justice at Spotify” para reclamar a la plataforma que al menos pague un céntimo de dólar al artista cada vez que un usuario le da al play a una de sus canciones.

Ahora, un ingeniero de Barcelona ha creado una herramienta para saber cuánto gana cada grupo o artista por sus reproducciones. Tan sencillo como introducir el nombre en un buscador. Fuentes de la industria matizan que la calculadora tiene cierto margen de error, sobre todo cuando se trata de proyectos respaldados por grandes discográficas y con alcance global. Pueden variar los acuerdos concretos con las distribuidoras, también dependerá si es un streaming desde una cuenta premium o gratuita, o si el oyente está en un continente o en otro. Así que para estos casos el resultado es aproximado. En cambio, cuanto más independiente es el grupo y más localizados tiene a sus seguidores, más se acerca el resultado a la realidad. Desde la banda  Rufus. T Firefly, por ejemplo, hablan de una fiabilidad del 95%, otros actores del sector lo sitúan entre el 85 y 90%.

¿Y cómo salen parados los artistas gallegos del paso por la calculadora? Pues, con este baremo, se puede hablar de un relevo generacional en la música del país. El joven vigués Sen Senra habría superado a su paisano Iván Ferreiro, con unas ganancias de unos 28.000 euros al año (la herramienta da el resultado en dólares, se ha aplicado el cambio de este viernes, de 0,85), por 18.300 del exlíder de Piratas. También el rapero Hard GZ se sitúa por encima de Ferreiro, aunque sin computarle los beneficios por sus creaciones con su antigua banda. Unos clásicos como Siniestro Total solo reciben unos 6.700 euros, unas cifras similares a las de Baiuca, un artista que ha crecido con fuerza en los últimos años con su mezcla de electrónica y tradición gallega.

La tabla permite ver la inviabilidad de los proyectos, en especial de los más alternativos, se tuviesen que sostenerse con esas ganancias. Una banda tan potente como Triángulo de Amor Bizarro se queda en 2.600 euros al año y otros tan emergentes como los Verto se quedan en menos de 2.500. Todo ellos con miles y miles de reproducciones. La lista toma algunos nombres representativos de las distintas escenas y generaciones, pero el que quiera puede hacer sus propias búsqueda en este enlace.