Su promesa es volver cada año. María Manuela no se pierde la fiesta de San Blas de Budiño llueva o haga sol, y siempre pasa su pañuelo por la imagen y lo guarda cuidadosamente. Cuenta que después la tela servirá para depositar sobre la garganta en caso de dolor, su propia garganta o la de sus seres queridos.

Es una de las historias anónimas de los asistentes a la romería porriñesa, en la que asisten cada año miles de personas, y que este 2016 estuvo especialmente concurrida.

"La fe realmente cura", explica Manuel, que se muestra sorprendido por las ofrendas que tiene este santo y por lo que se esconde detrás, alguna sanación pero sobre todo la protección poderosa. "Los que vienen creen que el santo les protege, y ese es el gran secreto de este San Blas y todos los que tanta devoción suscitan en Galicia"

Muchos de los asistentes compran cirios y los encienden, otros entregan su garganta de cera, algunos la bendicen y se la llevan, muchos guardan los pañuelos de tocar el santo. Sobre todo hay una gran presencia de barras y bollas de pan, para la bendición.

Con un día inmejorable tras la misa solemne sale la procesión. El santo hasta parece sonriente y desde luego feliz de pasearse por los aledaños de Budiño después de llevar meses sin ver la luz. Se escuchan las bombas de palenque y el murmullo de los asistentes, que se mezcla con el compás de la banda de música.

Después tiene lugar la subasta de los dones dados al santo, entre ellos alguna ave viva. Bajo una gran carpa en la que se celebraron los actos religiosos también tiene lugar la subasta.

Como cada año, Budiño venera a esta imagen con fiestas de invierno que impresionan a mucha distancia, pues incluyen muchos días de verbenas, y que hicieron que numerosas personas se acercarán durante los últimos cinco días a la localidad.

La jornada de actos litúrgicos se abrió a las nueve de la mañana con una misa, durante la cual las barras y bollos de pan de los feligreses se dispusieron ante el altar para ser beneficiadas con los favores del santo.