Be One Monte Real. con este nuevo nombre reabrirá al público en septiembre las instalaciones del antiguo Club de Tenis Monte Real, un lujoso complejo deportivo de 12.000 metros cuadrados ubicado en Sabarís que cerró en 2009, a los cinco años de su puesta en marcha, a causa del impago de la hipoteca que sus anteriores propietarios habían suscrito con Caixanova [hoy Abanca].

Una larga negociación con la entidad bancaria ha permitido ahora a la empresa Serviocio hacerse con el centro deportivo, en cuya remodelación se invertirán algo más de un millón y medio de euros, informaron ayer fuentes de la firma, que no quisieron, sin embargo, facilitar el importe satisfecho a Abanca para adquirir el recinto hasta ahora embargado.

Serviocio, empresa con sede en el municipio coruñés de Carballo, gestiona en la actualidad doce centros deportivos en Galicia -entre ellos la piscina mancomunada de A Ramallosa y la de Redondela- y más de 27 en el conjunto de España, que en 2014 le permitieron facturar 16,5 millones de euros y la sitúan como la segunda empresa del sector en el país.

El futuro complejo baionés, que según indicó ayer la firma empleará a más de una veintena de personas, contará con tres pistas cubiertas de pádel y dos semicubiertas, una sala de fitness de 600 metros cuadrados, una zona infantil de 300 metros, un espacio dedicado al cross-fit de 300 metros, así como cuatro salas de actividades, un área de salud y nutrición y una zona exterior con tres pistas de tenis.

Con la reapertura, Abanca culmina un complicado proceso para encontrar un comprador para el recinto. Abanca [entonces Novacaixagalicia] llegó a sacar a subasta, sin éxito, el complejo por 1,8 millones en diciembre de 2010 e incluso llegó a interesarse por él en varias ocasiones el empresario y exconselleiro de Industria, Javier Guerra, aunque nunca llegó a fraguarse un acuerdo.

La sociedad Club de Tenis Monte Real puso en marcha el centro a finales de 2002, después de que sus promotores adquiriesen los derechos sobre los terrenos por un periodo de 25 años, una fórmula de arrendamiento que permite a los propietarios de la parcela quedarse con las edificaciones a la finalización del contrato.

La sociedad hizo en aquel momento una inversión de 1,5 millones que financió a través de una hipoteca con Caixanova a diez años. Aunque el complejo llegó a atraer a cerca de un millar de usuarios de Vigo y su área, las cuotas del préstamo se hicieron demasiado elevadas en relación a los ingresos y finalmente el club tuvo que echar el cierre por impago.