Lo contaremos y no nos creerán

El Celta extiende su catálogo de finales desgraciados en un partido en el que se vio penalizado por una defensa de juguete, impropia de Primera, que anula todo lo bueno que está haciendo el equipo de Benítez en ataque

Momento en el que UnaiSimón detiene el penalti a Aspas. // EFE

Momento en el que UnaiSimón detiene el penalti a Aspas. // EFE / juan carlos álvarez

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Dentro de unos años, bastantes, lo contaremos y no nos creerán. Esta generación de celtistas ha tenido la posibilidad y el privilegio de vivir el centenario del club de su vida, pero no imaginaban que en el lote venía padecer esta pesadilla que siempre tiene un episodio más. Como los asesinos de las películas de terror que siempre regalan un susto cuando ya asoman los títulos de crédito. Eso mismo le sucede al Celta que garantiza cada fin de semana un desenlace dramático aunque con el mismo final: muere. En el catálogo de desgracias de ayer hay que apuntar un penalti en contra pitado en el último segundo de partido; un penalti fallado por Aspas y, si me apuran, ese gol en la jugada que cerró el primer tiempo y que permitió al Athletic de Bilbao llegar al descanso igualado después de haber sido superado de forma clara por el Celta en ese tramo.

Los finales del Celta

Más allá de la literatura que todos hagamos en torno al sadismo con el que esta temporada está tratando al Celta, es necesario también hacer una profunda autocrítica. Algo que sucede tantas veces no puede ser solo producto de la casualidad o del VAR (al que ayer no se le puede poner ni media queja). Desde el minuto ochenta en adelante el equipo es una calamidad en la que se le acumulan las desgracias. Desatenciones, fallos groseros, malas decisiones, desaparición del equipo en el campo rival...Benítez puede apartar la vista pero es evidente que el equipo llega descosido a ese tramo. En lo físico y en lo mental. Y es normal que cuando se agota el oxígeno sucedan accidentes en duelos contra futbolistas que, en la mayoría de los casos, están mucho más frescos. Esa décima que llegas tarde puede ser determinante, puede provocar un penalti o llevar a una decisión mala como hizo ayer Mingueza en ese brazo que levantó más de la cuenta en una esquina del área donde no podía suceder nada. Más de una docena de puntos han volado a partir del minuto ochenta (un puñado de ellos después del noventa) y es imposible ver eso como producto solo del infortunio. Una parte lo es, pero no todo.

Una defensa de juguete

Más allá de la forma de perder, de esa última jugada, es imposible sostenerse en Primera División defendiendo de una manera tan ridícula. Es cierto que el Athletic, con sus más de treinta centros al área, es la clase de equipos que somete a una presión exagerada a cualquier central y que los Williams, dos cohetes, condicionan cualquier sistema defensivo. Pero al Athletic ni tan siquiera le hizo falta encontrar grandes remates o centros magníficos. Le bastó el alboroto, la segunda jugada, el rechace ganado...las piernas de los centrales del Celta flojearon como pocas veces. El primer gol es un regalo de Starfelt en un duelo perdido, el segundo Kevin se ve superado y Starfelt no corta a tiempo el centro; el tercero es producto de una desatención general y el cuarto una imprudencia de Mingueza por ir con la mano así. El Celta marcó tres goles hermosos, falló un penalti,le anularon un gol...y aún así no le valió de nada. Con una defensa de juguete no se va a ninguna parte.

Mingueza

Hoy será el blanco de muchas críticas porque vuelve a estar en la foto de la desgracia. Hace una semana dejó el balón muerto a En-Nesyri y ayer cometió el penalti en el último minuto del descuento que condujo a la derrota. Su caso es curioso. Juega mejor cuanto más lejos está del área propia. Ayer hizo un partido magnífico en su papel de centrocampista. Con diferencia fue el jugador del medio del campo que más claro lo tuvo, que mejor jugó, que encontró con más facilidad a los atacantes. Mingueza no siente la presión de sus compañeros con la pelota en los pies, atrae rivales sin inquietarse para desarrollar jugadas y encontrar así la zona en la que el Celta tiene superioridad. Muchas de las cosas buenas que hicieron los vigueses en el campo rival tienen que ver con él. El problema es que hay unas obligaciones defensivas que también debe cumplir y por ahí va el problema.

La vuelta de Aspas

Marcó Iago Aspas meses después. Lo hizo gracias a una obra de arte, un viaje a un tiempo en el que fuimos felices. Marcó un golazo impresionante y se le vio con una chispa extraordinaria y el desborde que creíamos casi olvidado. Dio una asistencia y pudo rubricar una noche brillante si marca el penalti que Unai le adivinó. Verle así es un motivo para creer. El, Larsen, el notable nivel que siempre da Bamba...hay razones para creer que el Celta puede escapar de este infierno en el que se ha instalado esta temporada.

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