El Bernabéu se hace inabarcable

El Celta vuelve a naufragar en el coliseo blanco en un duelo que el Madrid gobernó sin exigirse y sentenció en dos zarpazos de Asensio y Militao | Aspas desperdició en el segundo tiempo un mano a mano con Courtois

El Celta naufragó en su empeño de salir con vida del Bernabéu en un desnivelado duelo que el equipo blanco gobernó de cabo a rabo sin exigirse demasiado. No necesitó Ancelotti (que reservó a piezas tan importantes como Modric, Kross, Rodrygo o Carvajal) recurrir a todo su arsenal para doblegar a un conjunto celeste que apenas disparó contra el portal de Courtois, dedicado a un vano ejercicio de supervivencia que el Madrid reventó en dos zarpazos con una gran acción de Vinicius que Asensio convirtió en el primer gol a cuatro minutos del descanso y un testarazo inapelable de Militao, que dictó sentencia al inicio de la segunda parte. Al Celta se le atragantó el escenario, de nuevo imponente e inasequible, y tampoco le ayudó el deficiente estado del campo, que también perjudicó al conjunto blanco.

La derrota, inapelable y previsible, complica un tanto la vida al conjunto celeste, que encadena cuatro jornadas sin ganar, pierde el tren de la Conference League y ve cómo se le aproximan por detrás cada vez más rivales sin tener cerrada la permanencia.

Con Mallo sancionado y Aidoo y Carles Pérez fuera de la ecuación, Carvalhal desplegó un once inusual, menos talentoso y rápido pero más sacrificado para contener el aluvión ofensivo del coloso blanco. Tapia retrasó su posición habitual para acompañar a Unai en el eje defensivo y Kevin y Solari, ocuparon la banda derecha con la (inviable) misión de sujetar a Vinicius. Sin grandes atrancos superó el Celta los primeros minutos en los que el Madrid aflojó en la presión, como si quisiese tomarse las cosas con calma, a sabiendas de que en algún momento encontraría el camino al portal de Villar.

Pero al conjunto celeste le costó demasiado armar la jugada. El balón le pesaba en las piernas y las imprecisiones se sucedían cada vez que cruzaba la divisoria del campo. Aspas era incapaz de dar un pase medio decente, Seferovic se equivocaba y Luca brillaba por su ausencia en su banda. Apenas Gabri Veiga daba tímidas señales de vida con alguna de esas arrancadas que tanto han llamado la atención, pero que la defensa blanca contuvo sin inmutarse. El porriñés se las apañó, no obstante, para aprovechar una de las pocas pérdidas del Madrid cancha propia para armar la pierna, pero su disparo, raso e impreciso, se perdió a la derecha del portal de Courtois.

Fue un espejismo en el desierto en que acabó por convertirse para el Celta un primer tiempo en el que el Madrid monopolizó la pelota y el Celta tuvo que multiplicarse para apagar fuegos por todas partes. Entre Kevin, Solari y sobre todo Tapia, que firmó un gran partido como central, lograron a duras penas contener a Vinicius. Privado de la magia de Modric, fue Camavinga el que desde el costado izquierdo generó más quebraderos de cabeza a los celestes. El Madrid, sin embargo, no encontró fácilmente opciones claras de gol. El Celta le cerró el camino con buen desempeño defensivo, obligando al conjunto blanco a probar fortuna desde fuera del área. Benzema, Asenio y Ceballos lo intentaron sin éxito con tres tiros casi seguidos desde la media luna. A los 21 minutos, el mago francés no embocó en buena posición tras un genial pase de tacón de Vinicius.

Dominaba el Madrid abrumadoramente (un 86 por ciento de posesión llegó a tener el equipo de Ancelotti en el primer tiempo) sin hacer mella en Villar. El portero del Celta vivió relativamente tranquilo, sin intervenir siquiera para detener un solo disparo rival, hasta que Vinicius cambió el choque en una jugada inteligentemente iniciada por Camavinga. El francés robó la pelota y se la sirvió al brasileño, que ganó la espalda de Kevin y desde el lateral del área puso el balón al punto de penalti para que embocara Asensio. El mallorquí le pegó de primera y un tanto mordida, pero con sentido y su disparo se coló pegado al palo tras rozar la bota de Galán, que llegaba desde su costado para intentar cortar la jugada. Al Celta se le vino el mundo encima.

El Madrid, que había jugado al ralentí casi todo el primer tiempo, aceleró tras el intermedio para rematar la faena a balón parado. Fue, como no, en un lanzamiento de esquina. Asensio puso un gran centro al cogollo y Militao apareció de la nada sin ser detectado para elevarse sobre la defensa y conectar un testarazo inapelable que Villar apenas acertó a seguir con la mirada.

El segundo gol blanco despertó al Celta, aunque no lo suficiente como para llegar a inquietar realmente al conjunto blanco. Carvalhal cambió a Solari por Cervi y mudó de banda a Luca y, poco a poco, aunque sin demasiada convicción, los celestes fueron ganando presencia en terreno contrario. Si algo distingue a este Celta es su capacidad de pelear hasta el final, aunque esta vez los celestes actuaron con más inercia que inteligencia y les faltó tino frente al marco rival. No aprovechó Seferovic un grosero error de Militao y tampoco lo hizo Aspas, que apareció en el segundo tiempo para intentar acortar distancias, primero con un disparo en buena posición desde la frontal que no encontró portería y luego en un mano a mano servido por Óscar Rodríguez que el cancerbero belga desbarató en el último recorte con una impresionante mano.

No menos impresionante fue la parada con que Iván Villar evitó que Benzema hiciese el tercero con un imponente remate de cabeza que el portero celeste sacó con las piernas cuando el Bernabéu cantaba el gol.