El Celta rescata un punto de justicia

El grupo de Carvalhal rebaña un valioso empate en inferioridad con un autogol de Le Normand en el descuento | El botín, pese a la dificultad del rival y el escenario, se vuelve a quedar corto a los méritos de los celestes

El Celta rescató, de modo inesperado, en inferioridad numérica y con un autogol de Le Normand en el descuento, un punto de gran valor por la exigencia del rival y el escenario y las dificultades que se el presentaron durante el partido. Una vez más, y van ya demasiadas este curso, el botín se queda corto a los méritos contraídos por el grupo de Carvalhal sobre el terreno de juego. El empate llegó en el Reale Arena cuando ya nadie lo esperaba, salvo quizás los jugadores del Celta, que sacaron fuerzas de flaqueza tras la severa expulsión de Tapia para encerrar a la Real Sociedad en su campo y encontrar el gol en un golpe de fortuna tras haberlo perseguido durante 90 minutos.

Carles Pérez y Larsen lo cortejaron sin suerte en el primer tiempo, Seferovic dilapidó tras el intermedio un mano a mano frente a Remiro y Aspas estrelló un balón en la madera antes de casi sorprender al portero txuri-urdin con un espectacular lanzamiento desde el medio campo que no encontró portería por centímetros.

El fútbol acabó premiando el arrojo del Celta, pero en muchos sentidos volvió a ser cicatero con el conjunto celeste que sigue sin trasladar al luminoso la manifiesta superioridad que ejerce sobre el césped. Le pasó hace unos días frente al Atlético y volvió a ocurrirle ayer en el Reale Arena frente a uno de los equipos que mejor fútbol practica en el campeonato y que ayer apenas puso en aprietos a Iván Villar.

Contabiliza, en todo caso, el Celta 24 puntos tras superar un temible tramo de campeonato con triunfos frente a Athletic y Betis, un empate que vale un tesoro contra la Real y una única derrota ante el Atlético que debió concluir en victoria. Un saldo más que vivificante en vísperas de un segmento de calendario más asequible, con duelos frente a rivales de su mismo pelaje, que arranca con la visita del Valladolid a Balaídos el próximo domingo.

No hubo sorpresas en la alineación. Carvalhal, como se sospechaba, desplegó en el Reale Arena su dibujo más afilado con la única novedad de Unai en lugar de Tapia. Con este semblante entró el Celta con energía en el partido, buscando profundidad por los costados con Carles Pérez y Luca de La Torre. Ya en el primer minuto, una buena combinación entre el vallesano y Aspas obligó a Remiro a emplearse a fondo para desviar el balón a córner.

El ímpetu con que el Celta ingresó en el choque se vio frenado a la primera de cambio con un error en la salida de pelota mortal de necesidad. Kubo se la robó a Beltrán, galopó hacia el portal celeste y se la cedió a Oyarzabal quien, tras ganar el área, descerrajó un zurdazo al palo corto que el portero celeste no atajó pese a estar bien situado. Pudo seguramente hacer más el cancerbero cangués para evitar al gol, pero le sorprendió la violencia del golpeo.

El síndrome del primer tiro, ese cuadro patológico por el que el rival marca en su primer lanzamiento a puerta, se cebaba de nuevo con el Celta, que pagaba una alta factura por un único y prematuro error.

El golpe, aunque duro, no descorazonó al conjunto de Carvalhal, que mantuvo la iniciativa en el juego y llegó con sensación de peligro a los dominios de Remiro, aunque sin generar oportunidades claras de gol. Larsen tras un buen servicio de Galán, muy activo durante todo el primer tiempo, picó el balón de cabeza en buena posición, pero el remate no cogió fuerza y acabó plácidamente en las manos de Remiro.

El partido entró en una fase sin dueño. Acaso esperando que el Celta le volviese a entregar el gol en bandeja, la Real evitaba asumir riesgos y el Celta no encontraba fluidez para ganar el área contraria porque Aspas y Veiga, sus hombres más desequilibrantes, tomaban decisiones erradas. Pese a ello, tuvo Larsen la última de la primera parte con un remate que el noruego elevó sobre el travesaño.

El Celta entró en el segundo tiempo con el mismo ímpetu del primero y pronto generó su primera oportunidad de gol. La tuvo esta vez Mingueza, que estrelló contra el lateral de la red un balón rebotado de una falta lanzada por Gabri Veiga. Y casi a continuación, tras grave error defensivo de Diego Rico, Aspas estrelló el balón contra el poste. El lateral zurdo txuri-urdin le cedió un balón deficitario al portero y allí apareció el de Moaña para cabecear en plancha el balón, casi a puerta vacía, y estrellarlo contra el poste.

El partido comenzaba atragantársele a la Real. Un defensa desvió el disparo de Carles Pérez antes de que Gabri Veiga, de menos a más en el encuentro, filtrase un balón a la carrera de Seferovic (que había sustituido a Larsen en el intermedio) que dejó al suizo mano a mano frente a Remiro. En el último instante, cuando ya se cantaba el gol, el cancerbero desvió el tiro de Seferovic con la puntera.

La Real tuvo entonces un breve repunte y dispuso de un par de ocasiones para sentenciar el choque. Zubimendi rondó el segundo con una imponente volea desde fuera del área que no encontró por centímetros la portería de Villar. El cangués se adelantó luego en un mano a mano a Oyarzabal y se lució poco después desviando a córner un potente disparo a media altura de Take Kubo. Fueron los mejores momentos de la Real en el partido.

Minutos después, en el 75, el Celta se encontró, sin comerlo ni beberlo, con la expulsión de Tapia. En un abrir y cerrar de ojos, tras pisar a Merino y protestar luego la decisión de Ortiz Arias, el peruano vio doble amarilla y tuvo que enfilar el camino de la ducha 7 minutos después de relevar a Beltrán. Pero lejos de acusar el golpe, la expulsión de Tapia reactivó al Celta. En un ejercicio de fe, el conjunto de Carvalhal se fue a pecho descubierto a por el empate. Apareció Aspas (que hasta ese momento se había equivocado en casi todo) y la Real se encogió. El astro céltico vio a Remiro adelantado y buscó el gol con un globo desde el medio del campo que no entró por dos palmos. Los celestes se volcaron sobre el portal txuri-urdin, percutieron, apretaron y se encontraron con el empate casi sobre la bocina en un centro al área que Normand introdujo en la red propio cuando intentaba despejar el balón. 

Carles Pérez controla un balón durante el partido.

Carles Pérez controla un balón durante el partido. / LOF

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Carles Pérez ha encontrado su sitio en este Celta. El de Granollers encadenó su cuarto partido como titular con otra convincente actuación por banda derecha, desde donde aportó verticalidad y desequilibrio y buscó con voracidad el gol, que se le sigue resistiendo. Carles se mostró como el mejor de los atacantes en otra tarde de gran dificultad y exigencia. Percutió el catalán por su banda poniendo en constantes aprietos a Rico, se asoció bien con Iago y encaró constantemente en busca de una acción que desequilibrase la balanza. La falta de fortuna y Remiro, con una gran parada, le privaron del gol, pero no ocultaron el gran momento de juego de un futbolista claramente al alza.

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