Lucas Olaza vive su momento más difícil desde su llegada a l Celta hace ahora dos años. Por una de esas extrañas paradojas del fútbol, el Celta quiere dar salida al fiable lateral uruguayo para evitar la obligación de comprarlo y, al mismo tiempo, liberar una plaza de extracomunitario para hacer espacio en el plantel a Franco Cervi, el extremo argentino del Benfica que Eduardo Coudet ha pedido para reforzar el frente ofensivo del equipo.

La negativa del Celta a ejercer la cláusula de compra obligatoria de 4 millones pactada con Boca Júniors si Olaza jugaba este curso 20 partidos y la decisión de Coudet de priorizar el fichaje de Cervi han situado en un callejón sin salida al que, con los números en la mano, ha sido el defensa más rentable del Celta en estos años.

Pocos futbolistas en el plantel presentan la fiabilidad de Olaza, un lateral desprovisto de oropel, no muy rápido y sin gran capacidad de desborde, pero con un guante en la zurda y la capacidad innata de compensar sus limitaciones con regularidad, compromiso y eficacia.

Nadie le ha regalado nada. Tuvo que cazar al vuelo su oportunidad por lesión de David Juncà tras tres meses en blanco y no soltó la titularidad desde su flamante debut en la histórica remontada contra el Villarreal en marzo de 2019.

Desde aquel memorable partido, Lucas Olaza ha sido indiscutible para todos los técnicos que han desfilado por el banquillo celeste. Fran Escribá, Óscar García y hasta ahora Eduardo Coudet lo han considerado una pieza casi imprescindible. Solo el portugués Miguel Cardoso, que lo tuvo a sus órdenes durante cinco encuentros, lo condenó al ostracismo.

Desde que Fran Escribá le dio la alternativa en la final contra el Villarreal Lucas Olaza ha disputado con el Celta 5.660 minutos en 63 encuentros, que ha jugado en su mayor parte completos. En este tiempo, se ha perdido apenas cinco partidos, dos por lesión, otro por acumulación de tarjetas y dos por decisión técnica debido a la necesidad de oxigenar el equipo con rotaciones.

El uruguayo presume, además, de ser el jugador con más minutos sobre el terreno de juego esta temporada, por delante de jugadores tan importantes como Jeison Murillo, Renato, Tapia, Denis Suárez o Nolito. Solo Iago Aspas le habría superado, de no haberse lesionado en el duelo contra el Real Madrid a comienzos de mes.

Pero la regularidad no ha sido la única virtud de Olaza. El uruguayo ha sido, además de un defensa competente, uno de los atacantes más fiables del Celta, al que ha aportado en este tiempo un gol y diez asistencias, tres de ellas esta misma temporada.

Su gran zurda lo ha situado, de hecho, como el segundo máximo asistente del Celta este curso, por detrás de Iago Aspas. El moañés suma seis pases de gol y el uruguayo comparte, con tres, la segunda plaza con Denis Suárez, todo un especialista en la materia.

Todos estos méritos no han bastado, sin embargo, para que el Celta se decida a comprarlo. El elevado precio fijado para su compra ha sido, más que la posibilidad de contratar Cervi, el gran obstáculo. El club considera que los 4 millones que hace dos años habría pagado gustoso por adquirir a Olaza son un precio inasumible en tiempos de pandemia y está dispuesto a prescindir de sus servicios, sin descartar (a lo que Boca parece estar cerrado) la posibilidad de renegociar su adquisición a la baja.

Con estas premisas, el panorama se presenta sombrío para Lucas Olaza: cumplir su cesión en Vigo sin minutos o dejar el Celta por un destino indeseado.

El charrúa podría disputar contra el Granada su último partido como celeste

Lucas Olaza ha disputado esta temporada 18 partidos de Liga con el Celta. Tiene, por tanto, uno de margen sin que el equipo celeste esté obligado a ejercer la cláusula de adquisición obligatoria pactada el pasado verano con Boca para prorrogar su cesión, con lo que el duelo del próximo domingo contra el Granada en Los Nuevos Cármenes será probablemente su último encuentro con la zamarra celeste. Salga o no del Celta, los indicios apuntan hacia este desenlace. Sin embargo, no es la primera vez que Olaza está más fuera que dentro del Celta en los últimos meses. En julio pasado, el lateral llegó incluso a despedirse de la plantilla después de que el Celta decidiese no ejercer la opción (también por 4 millones) que tenía entonces para comprarlo Aunque Mouriño anunció unos meses antes que el Celta tenía la intención de comprarlo, la devaluación del mercado modificó su planes. Finalmente, con las maletas ya hechas, se llegó a un acuerdo con Boca para prorrogar su cesión hasta junio en las actuales condiciones.