Tremendo estirón del Celta que encadena, bajo el mando de Coudet y al son de un Iago Aspas en modo imparable, un tercer triunfo consecutivo que le permite avanzar en un par de semanas de la última a la novena plaza con otra convincente actuación. En menos de un mes ha conseguido el entrenador argentino convertir a un equipo extraviado en un laberinto de inseguridad en una máquina futbolística bien engrasada que sabe a qué juega y cree en lo que hace. Un equipo consistente, con personalidad y recursos, que funciona coralmente al ritmo del que, hoy por hoy, es el atacante más desequilibrante de LaLiga.

Siete puntos nada menos ha avanzado en una sola jornada el conjunto celeste, que mira ya más hacia Europa que hacia el descenso y ha encontrado un esquema y una fórmula de juego que permite a explotar en beneficio del grupo el inabarcable talento de Iago Aspas, que firmó otra de esas actuaciones difíciles de describir con palabras. Pero no solo Aspas funciona en este equipo. El moañés ejerce de como violín solista en una orquesta que interpreta con destreza la partitura de Coudet. Un Celta coral, abnegado y a la vez formidable, aguzado en la combinación y es solidario en las ayudas, que tiene arriba un martillo pilón: 11 goles en 4 partidos lleva ya el Celta después de haber marcado solo 6 en los 9 anteriores.

Y a los cuatro goles que ayer subieron al marcador hay que agregar un lanzamiento al poste y tres goles (bien anulados) por cuestión de unos pocos centímetros.

Lo que funciona no se toca

La vieja máxima del fútbol encaja con Coudet, que en estos primeros partidos al frente del Celta se ha mantenido fiel a un esquema y un equipo tipo perfectamente reconocible. Un solo cambio, el obligado de Joseph Aidoo por el sancionado Jeison Murillo en el eje de la línea defensiva, introdujo el argentino en el once celeste, que reincidió en las señas de identidad de este nuevo tiempo: presión alta agresividad sin la pelota y velocidad en la circulación del balón para romper la línea de presión de la defensa contraria. Una idea en la que el equipo cree con fe inquebrantable y que ayer ejecutó a la perfección, con una efectividad casi infalible.

Goleador y asistente

Hace tiempo que Iago Aspas ha agotado todos los calificativos. Durante estos años el morracense ha maravillado con un hermoso y contundente repertorio de goles de todo tipo, una colección de delicias digna de figurar en la más sublime antología del remate. De la mano del Chacho, el genio de Moaña sigue frotando su lámpara mágica, pero explora ahora una faceta, la de pasador, en la que solo había brillado ocasionalmente.

A diferencia de su memorable actuación frente al Granada, en la que se las apañó para destrozar a los de Diego Martínez sin un solo disparo a puerta, Aspas encontró ayer en sus compañeros una contundencia implacable: se asoció con duende a Nolito intuyendo por donde venía el sanluqueño para despejarle hacia el camino hacia un remate inapelable; obligó con un pase profundo, medido con precisión de cirujano, a Ledesma a hacer penalti a Mina; y puso la guinda a Beltrán para que el toledano anotase el tercero con un obús antes del descanso. El festival lo cerró Brais, en evidente línea ascendente, aprovechando un error del portero en la salida para cabecear al fondo de la red un medido centro de Denis Suárez.

Todo lo que pasa por las botas de Aspas tiene sentido y todo lleva veneno. Tanto si decide resolver la jugada por su cuenta como buscar la mejor solución para sus compañeros, el moañés causa estragos. Y el paso del tiempo no le afecta. Juega con la frescura de un chaval de 20 años y la sabiduría de un veterano de 33. Como el buen vino, mejora con los años.

Lesión inquietante

La mayor sombra del partido, salvo por algún error defensivo puntual que el rival no aprovechó de milagro, fue la lesión con mala pinta de Santi Mina en la jugada del penalti. El artillero se lastimó el hombro y tuvo que salir del campo, que abandonó llorando con la sospecha de que puede ser algo grave. Un contratiempo inesperado y de lo más inoportuno (nunca lo es una lesión), que se produce justamente a la posición en la que el Celta anda más escaso de efectivos y en un momento en el que Mina había alcanzado un momento muy interesante de juego como referente en punta. La nueva posición en que lo ha situado Coudet le permite correr al espacio, pero también fijar a los centrales rivales y deja a Aspas libertad de movimiento entre líneas para combinar o buscar en jugada personal la portería rival.

Un solvente denis

Aunque la faltó algo de claridad en los metros finales, el duelo contra los de Álvaro Cervera concedió a Denis Suárez la oportunidad de destacar con una actuación muy convincente, con buenas decisiones que permitieron al Celta gobernar el partido con autoridad, bien sujetando el juego, bien desahogándolo cuando era preciso con velocidad o pausa, buscando en todo momento la opción más conveniente. Se necesita esta versión del salcedense, que suma a su cuenta otra asistencia. En alentadora progresión.

Otro canterano

Con el marcador resuelto, Coudet se permitió la licencia de dar la alternativa a Lautaro de León, el sexto chaval de la cantera que debuta (con buenas sensaciones por cierto) con el primer equipo en Primera División esta temporada. El joven canterano fue el primero de una serie de cambios realizados con inteligencia que contribuyeron a oxigenar al equipo en un segundo tiempo que el Celta gobernó casi a placer, pese a no marcar.