El Celta B retorna este mediodía a Barreiro para afrontar frente al Las Palmas B un encuentro decisivo para la permanencia. Tras ver cómo la pasada semana cómo se le escurría entre los dedos un partido que llevaba en ventaja con dos goles del rival en el descuento, el cuadro de Onésimo Sánchez tratará a apelar a su condición de rival para sumar tres puntos imprescindibles contra un rival directo en la batalla por conservar la categoría.

La debacle vivida en los últimos minutos el pasado domingo en Langreo ha dejado a los celeste a cinco puntos de los puestos de promoción, que ocupa precisamente el filial grancanario. Los celestes no pueden, por tanto, ceder un centímetro de terreno, pues una victoria les dejaría en una situación sumamente precaria para afrontar el tramo final de la temporada y un empate no resuelve gran cosa. El choque disputado en Las Palmas en la primera vuelta se resolvió con un empate sin goles, con lo que un triunfo permitiría a los celestes ganar a los canarios el coeficiente particular de goles que decidiría a su favor en caso de un hipotético empate a puntos a final de temporada.

La victoria se antoja, por tanto, más necesaria que nunca. El equipo necesita puntos, pero también un reactivo moral que restaure la confianza de un grupo que solo ha ganado uno de sus últimos cinco encuentros. El filial se aferra para ello a su fortaleza en Barreiro, donde los celestes se han mostrado últimamente fuertes, pese a algún sonado tropiezo, como su derrota hace un par de jornadas contra Las Rozas, otro de los equipos que pugnan con los celestes por huir de la quema.

Tras ceder su primera derrota la pasada semana, Onésimo Sánchez, que suma al frente del filial cuatro puntos de nueve posibles, pretende retomar frente a un rival directo la senda de la victoria. El preparador céltico, sin embargo, añade a Manu Farrando, uno de los pesos pesados del equipo, a la lista de lesionados que desde bastantes jornadas ocupan el Álvaro Fernández, José Antonio Ros y Manny. El resto de los efectivos está a disposición del vallisoletano para afrontar un partido con mucho más de tres puntos en juego, pues puede marcar la enorme diferencia entre afrontar con esperanza el tramo decisivo del curso o convertir la carrera en un ejercicio de fe casi milagroso.