El Celta ha cerrado la segunda vuelta en su momento más bajo de las últimas temporadas. Tras la derrota encajada el pasado viernes en Vallecas, el equipo celeste llega al ecuador de la competición con un estrecho margen sobre la zona de descenso (dos puntos), a la que al equipo celeste ha acercado peligrosamente en la última jornada. El inicio del 2019 ha confirmado la línea descendente iniciada en el Camp Nou con claras derrotas ante rivales en zona de descenso (Athletic y Rayo) que han marchitado los brotes verdes que afloraban tras el relevo en el banquillo con las victorias encadenadas ante Huesca y Villarreal. Desde entonces, el Celta apenas ha sido capaz de sumar un empate sin goles en casa con el Leganés y ha perdido consecutivamente ante el Barcelona, el Athletic y el Rayo Vallecano, un punto de los últimos doce en juego en cuatro partidos de menguante rendimiento en los que el equipo celeste ha encajado ocho goles y tan solo ha marcado uno.

Las altas expectativas con que el Celta empezó el curso se ha empotrado definitivamente contra la realidad de la competición, a la que ni Antonio Mohamed ni posteriormente Miguel Cardoso han conseguido tomarle el pulso. Ni el preparador argentino, despedido por su incapacidad para dotar al equipo de un patrón de juego más o menos coherente, ni técnico portugués, que con sensaciones ligeramente mejores presenta peores réditos, se aproximan al rendimiento ofrecido el pasado curso con Juan Carlos Unzué.

La defensa coladera

Con una pareja de delanteros capaz de anotar 40 goles por campaña, la fórmula para crecer era rebajar drásticamente el elevado número de goles recibido el curso pasado. Ésta fue la obsesión de Mohamed, que modificó por completo el estilo que el equipo había construido hasta hacerlo irreconocible, y uno de los principales objetivos de Cardoso, que ha apostado por cambiar de portero y ha confiado en una línea de cuatro integrada por Costas y Araújo en el eje y Mallo y Juncà en los flancos. En vano.

Al cierre de la primera vuelta, el Celta ya ha recibido más goles de los que ha marcado. El equipo vigués acumula a mitad de campeonato 34 goles, la cifra más alta desde el último regreso a Primera División. La pasada temporada, con Unzué, llevaba 27, con Berizzo recibió 31, 30 y 21; 31 con Luis Enrique y 24 con Paco Herrera.

Con Antonio Mohamed, el Celta encajó 19 goles en 10 encuentros (1,9 por choque); con Cardoso ha encajado 12 en 7 partidos, un promedio ligeramente inferior (1,7). El argentino sumó sin embargo dos puntos más que el luso en sus siete primeros compromisos al frente del equipo.

El declive en el rendimiento de veteranos como Gustavo Cabral, la baja forma de Roncaglia (en rampa de salida y desconectado del equipo), la lenta adaptación de Néstor Araújo, el descolorido momento Mallo y la vulnerabilidad de Juncà reflejan en buena medida el problema, que se ha agravado tras la lesión de David Costas, único de los zagueros en línea ascendente.

dependencia de aspas

La dependencia de Iago Aspas es una evidencia que no se puede soslayar. La lesión del goleador moañés ha dejado al Celta huérfano de gol, pero también de creatividad y capacidad de desborde. Desde la pasada temporada el equipo es incapaz de ganar sin su estrella en el campo, a pesar del buen rendimiento de Maxi Gómez y la consolidación de Brais Méndez como uno de los hombres importantes del frente de ataque. En ausencia de Aspas, el caudal ofensivo del Celta se ha reducido drásticamente. El equipo se ha vuelto plano y predecible. No le ha ayudado el menguante rendimiento de jugadores otrora importantes, como Pione Sisto, y le han perjudicado la perpetua inadaptación de Emre Mor, la escasa aportación de Boufal, demasiado individualista y más vistoso que efectivo; o la baja intensidad del rehabilitado Jozabed.

ausencias notables

Los fichajes incorporados el pasado verano por la dirección deportiva que encabeza Felipe Miñambres no han mejorado de momento al equipo, que está acusando de forma pronunciada la marcha de futbolistas tan importantes la pasada temporada como Sergi Gómez, Daniel Wass o Jonny Otto.

Los refuerzos incorporados el pasado verano no están funcionando como se esperaba. Apenas el joven Fran Beltrán y el turco Okay Yokuslu han rendido un buen nivel en esta primera vuelta. Juncà tiene una buena zurda pero es demasiado frágil atrás; Araújo no ha alcanzado su mejor nivel; Júnior se ha marchado antes de ofrecer casi nada y Jensen sigue esperando una oportunidad tras sufrir un rosario de lesiones.

problemas a domicilio

Basta con echar un rápido vistazo a la clasificación para comprobar las dificultades que está teniendo esta temporada el Celta en sus desplazamientos. El equipo celeste ha sumado apenas 8 puntos lejos de su estadio, fruto de sus victorias ante Levante y Villarreal y a los empates firmados en Mestalla y el Benito Villamarín. Pero quizá lo que más llama la atención en este aspecto es la cantidad de goles que le hacen falta al Celta para ganar a domicilio. Solo contra el Levante, en la segunda jornada, le bastó con marcar dos goles para ganar. El promedio de goles encajados a domicilio supera también claramente el de los que el equipo recibe como local: 2,2 fuera por 1,2 en casa.

falta de autocrítiCa

Tanto Antonio Mohamed como Miguel Cardoso han pasado de puntillas por sus errores de planteamiento y gestión del banquillo, desviando a menudo la mayor parte de la responsabilidad de sus errores hacia los jugadores. La teoría en que se han movido los dos entrenadores rara vez se ha trasladado a la práctica y les ha costado demasiado contrarrestar a los rivales y hacer reaccionar al equipo con el marcador en contra.