El futuro de Antonio Mohamed está en el alambre. La derrota encajada el viernes en Balaídos ante el Alavés tras cinco jornadas consecutivas sin relación con la victoria ha situado en la picota al preparador argentino, denostado por la grada y cuestionado ya también en el club, que duda de su capacidad para reconducir la situación y recela de su aptitud para gestionar una plantilla armada para luchar por Europa con una inyección de 26 millones en fichajes el pasado verano. La visita del Eibar el sábado a Balaídos marcará con gran probabilidad su destino.

La cuestión en este momento es si Mohamed se sentará en el banquillo de Balaídos el próximo sábado para dirigir el compromiso de la décima jornada contra el Eibar. Él mismo lo dudaba este pasado viernes tras perder frente a los de Abelardo Fernández. "Espero dirigir el lunes el entrenamiento para preparar el siguiente partido con la misma ilusión que he preparado este", vacilaba el técnico en rueda de prensa en un tono muy alejado del discurso triunfalista que le ha caracterizado hasta la fecha. "Estoy con la misma ilusión del primer día. El resultado te deja un poco golpeado, pero tengo 15 años de experiencia en esto y he vivido las buenas y las malas, ahora tocan las malas", agregaba con rostro sombrío. "No depende de mí", admitía finalmente en tono resignado, como esperando lo peor.

No parece sin embargo que Mohamed vaya a ser despedido de forma inmediata. No lo creen así algunos pesos pesados de la plantilla y la directiva, que sondea ya posibles sustitutos, se ha dado un tiempo de reflexión antes de tomar una decisión definitiva sobre su futuro.

El enfado de los dirigentes celestes con la gestión del técnico era, sin embargo, palmario el viernes a la conclusión del choque. Por este motivo, los consejeros, el director general y el presidente, Carlos Mouriño, resolvieron aplazar cualquier decisión en caliente sobre el futuro de Mohamed. El asunto se abordará muy probablemente el miércoles en el consejo de administración que el club celebrará en A Sede de Príncipe. La reunión, de carácter ordinario, estaba ya programada con la próxima junta de accionistas como punto principal del orden del día, pero será "inevitable" abordar el futuro del técnico, según fuentes del club. La última palabra la tendrá, como siempre, el presidente.

Pros y contras

Este aparente breve respiro no mejora en gran cosa la frágil situación del técnico, cuyo crédito está prácticamente agotado. Son muchos los factores que le perjudican y muy pocos los que le benefician. En contra de Mohamed pesan en primer lugar los malos resultados, un lastre generalmente insoslayable en el fútbol, pero más que eso la falta de identidad que muestra el equipo, la carencia de un plan de juego y el estado permanente de confusión que rodea al técnico y a los jugadores desde su triunfo contra el Atlético de Madrid.

La deriva conservadora de las últimas jornadas y la ineficaz administración del banquillo con los partidos en marcha han agravado, si cabe, la situación del preparador argentino y le han granjeado la abierta reprobación de la grada, sembrando notables dudas sobre su capacidad para exprimir el potencial de una plantilla en la que el club (y la afición) han depositado grandes expectativas. El contraste entre el discurso y la realidad futbolística ofrecida sobre el terreno y la pobreza de argumentos con los que ha justificado el mal juego del equipo son también problemas difíciles de soslayar.

A favor de la continuidad de Mohamed está sobre todo la dificultad de encontrar al preparador argentino un sustituto convincente. Se prioriza la contratación de un técnico que conozca LaLiga y las opciones que ofrece en este momento el mercado no son del todo del gusto del club. En otras palabras, los dirigentes no están persuadidos de que alguno de los técnicos disponibles vaya a resolver el problema. En este sentido, no descartan que Mohamed aún pueda reconducir la situación, si vence al Eibar el próximo sábado y es capaz de conectar una racha de buenos resultados que devuelva confianza y estabilidad al equipo.

Desde el club se recuerda que no es la primera vez en la historia reciente que un entrenador cuestionado consigue revertir una situación de este tipo. Un entrenador tan apreciado por la afición como Eduardo Berizzo, se subraya, estuvo en su primera temporada en el Celta diez jornadas consecutivas sin ganar (ocho derrotas y dos empates) y también hubo entonces voces que reclamaban su destitución. Tampoco Luis Enrique Martínez, otro técnico que ha gozado de plena confianza del club y del favor de la hinchada, inició sin dificultades su paso por el banquillo de Balaídos, debido sobre todo a sus problemas en casa. Claro que ni Berizzo en su primera temporada en el Celta ni antes Luis Enrique ofrecieron tan pobre impresión futbolística ni tanta sensación de desconcierto como ahora Mohamed.

Otra cuestión propicia para el técnico argentino es su condición de apuesta personal del presidente. Y la experiencia demuestra que Carlos Mouriño no es un dirigente de gatillo fácil en este tipo de situaciones. Al presidente no le gusta tomar este tipo de decisiones en caliente y antes de precipitarse prefiere sopesar sosegadamente los pros y las contras de una resolución de este calibre. Casi nunca, ni siquiera en los sombríos tiempos de la Segunda División, precipitó Mouriño el despido de un entrenador antes de la décima jornada de Liga. La única excepción, si acaso, fue Hristo Stoichkov, cesado en la séptima jornada del curso 2008-09, si bien el entrenador búlgaro había dirigido al Celta los nueve encuentros finales de la anterior temporada en Primera División.