La generación liderada por Iago Aspas intentará lo que no pudo la de Mostovoi y compañía: meter al equipo vigués por primera vez en la historia en una semifinal europea. El que arranca mañana será el cuarto intento que hace el equipo vigués por meterse entre los cuatro mejores de un torneo continental. Para las generaciones más jóvenes esto supondrá una nueva experiencia, pero todos aquellos que tienen más de veinticinco años llegan grabadas a fuego en su memoria aquellas tres ocasiones en las que el Celta soñó con acercarse a una final europea, pero se encontró con una secuencia de desgracias que le apartaron del sueño.

La primera de estas experiencias fue en 1999 contra el Olympique de Marsella. Un equipo que gobernaban Laurent Blanc y Robert Pires, pero al que le sobraban futbolistas de enorme calidad. Maurice, Luccin, Issa, Camará, Gallas, Dugarry, Gourvennec, Domoroud...En Marsella, en el Velodrome, en medio de un ambiente feroz, el Celta jugó un partido muy regular y en el que los marselleses se llevaron un 2-1 con dos tantos de Florian Maurice. Antes de romperse la rodilla el delantero francés es un absoluto animal de área que sufrió el Celta. Pero el gol de Mostovoi dejó la eliminatoria muy abierta de cara al encuentro de Balaídos. La vuelta fue un absoluto ejercicio de voluntarismo por parte del Celta que vivió instalado en el campo de los franceses. Resistieron como pudieron el acoso con una actuación brillante de su medio defensivo (un tal Peter Luccin) y su línea de atrás. Tuvo ocasiones el equipo de Víctor Fernández y una jugada que forma parte de la historia de este club. El último balón que se paseó a un palmo del portero y que Vlado Gudelj estuvo a punto de empujar en el segundo palo. Su imagen, sentado en el suelo y agarrado al poste, es el resumen de la eliminatoria. Aún ahora los aficionados del Celta cierran los ojos y se imaginan que el delantero bosnio llega a ese balón.

Un año después otro equipo francés se cruzó en el camino del Celta en la misma eliminatoria. El Lens, conjunto muy diferente de sus paisanos del sur y que venía de apear al Atlético de Madrid en los octavos de final. Más sólido y rocoso. De hecho, consiguieron arrancan un empate sin goles en el partido que tampoco parecía muy mal negocio para el Celta en el encuentro de vuelta. No eran los galos un conjunto de grandes nombres si no contamos a Foe, Dacourt, Blanchard o Pascal Nouma, el jugador básico de su ataque. En el encuentro de vuelta, en aquel infierno que era el Felix Bollaert, Revivo adelantó al Celta con un lanzamiento ejemplar de libre directo en el minuto 56 que pareció abrir la puerta de las semifinales de par en par. Le faltaba resistir algo más de media hora, incluso podía conceder un gol. Pero en apenas seis minutos se cayó todo. Un penalti marcado por Ismael y un gol de Nouma dieron al traste con las esperanzas del Celta.

Al año siguiente volvió el Celta al mismo territorio y en esta vez le correspondió enfrentarse al Barcelona. Otro drama y en el que esta vez tuvieron mucho que ver las actuaciones arbitrales que dejaron demasiado que desear. En Barcelona el Celta perdió 2-1 en un encuentro condicionado por algunas decisiones arbitrales. Una tónica que siguió en el encuentro de vuelta con Markus Merk como protagonista y en el que el Celta ganó por 3-2, un triunfo insuficiente. Dos golazos impresionantes de Rivaldo dejaron a los de Víctor Fernández una vez más a las puertas de la semifinal europea. A por ella va el Celta de Berizzo y de Iago Aspas. El Genk parece en teoría menos que aquellos tres equipos con los que se cruzó en su momento.