Arousa marca el ritmo al que se baila en América

El bailarín isleño Manuel Trillo abre su primera academia de baile en la localidad de Wilton, en Connecticut

Manuel Trillo durante uno de sus bailes.

Manuel Trillo durante uno de sus bailes. / A. G.

A. G.

Hace casi una década, el isleño Manuel Trillo decidió dar un cambio de rumbo a su vida. Su objetivo de vivir de aquello que más le gustaba, el baile, no era viable en Galicia por lo que decidió cruzar el charco, cambiar de continente y llegar a la tierra de las oportunidades, Estados Unidos. Llegó allí de la mano de la Fred Asteire Dance Studio y, ahora, nueve años después, ha puesto en marcha un proyecto propio, un modo de vida en el que el baile es el centro, la academia Arosa Ballroom Dance Studio.

La academia lleva el nombre de su tierra natal, “no me quedó otra que ponerlo en castellano porque a los ingleses les cuesta mucho decir el sonido ‘ou’, así que traté de que fuese más fácil de pronuncia”, explica antes de reconocer que la academia lleva muy pocos días abierta (desde el 1 de junio) y que comienza a recibir sus primeros alumnos.

Trillo reside en la localidad de Norwalk, en el estado de Connecticut, muy cerca del estado de Nueva York y de la ciudad con el mismo nombre, pero la academia ha abierto sus puertas en Wilton, a unos quince kilómetros de distancia, un lugar cuyos habitantes “cuentan con una renta bastante alta, ya que se trata de una zona residencial en la que los vecinos cuentan con un alto poder adquisitivo”. No fue solo eso lo que le atrajo de esta pequeña localidad. La intención era abrir las puertas en Norwalk, pero en ese lugar ya había un buen número de academias de baile, por lo que no quedó otra que buscar un nicho de mercado todavía sin explotar. Wilton se ajustaba como un guante a ese objetivo ya que la del isleño será la primera academia de estas características que abra sus puertas.

El isleño garantiza el aprendizaje de cualqueir tipo de baile, desde los más modernos hasta el vals, pasando por foxtrot o latino. “Estamos abiertos a enseñar cualquier tipo de baile, incluso en country western que es uno de los bailes más típicos de Estados Unidos”. Sin embargo, durante estos nueve años en los que ha ejercido en Estados Unidos es que los americanos se pirran por “la salsa, es el baile más internacional y a cualquiera país que vayas vas a escuchar salsa, y a los americanos es el que más les atrae”.

Trillo no oculta que no se arrepiente de la decisión de viajar a América. Hubo momentos malos, pero “aquí es donde ha explotado mi carrera y se me valora mucho más que en España; aquí puedes vivir del baile, tienes una oportunidad que, en Galicia, incluso en Europa, es prácticamente imposible de conseguir”. Cumplir su sueño americano no significa que no eche de menos la tierra que le vio nacer y de la que reconoce estar enamorado, sobre todo de una gastronomía que “cuando vuelvo saboreo con unas ansias increíbles, porque aquí, en América, no hay caldo ni marisco, la mejor comida del mundo para mi”

De estos nueve años, Trillo recuerda lo duro que fue el primero, cuando desembarcó en Estados Unidos sin familia, sin amigos, sin dominar el idioma bien, ... “no me quedó otra que adaptarme y aprender a comer la comida americana”. Que en el estado de Nueva York, donde primero recaló hubiese muchos latinos, “con costumbres muy semejantes a las nuestras, me acabó facilitando mucho las cosas y, la verdad, es que Estados Unidos es un país que me encanta”. De hecho, al cumplir los diez años en el país Trillo podrá pedir la nacionalidad americana, algo que tiene muy claro que va a hacer.

El bailarín ya se ha comprado una vivienda en Norwalk y su futuro está muy lejos de regresar a A Illa, donde se le echa de menos, aunque reconoce que “cuando me jubile, igual se me da por regresar”. A Illa la sigue por internet y acude cada cierto tiempo porque “la familia que dejé ha crecido muchísimo, ya tengo seis sobrinos y quiero mantener siempre el contacto con todos ellos”.

Precisamente, otro de los momentos más duros que pasó en Estados Unidos fue el de la pandemia, “algo terrible porque cerraron negocios, la escuela de baile en la que estaba cerró sus puertas, aunque más tarde las volvería a abrir; la gente se volvió mucho más depresiva y fue un momento muy duro y difícil, sobre todo en un país donde todo se acaba magnificando”.

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