Los coches clásicos deslumbran en las Letras Galegas de Meaño

Casi un centenar de vehículos participaron en el desfile por las carreteras de la localidad

Algunos de los coches clásicos reunidos en Os Pasales.   | // FDV

Algunos de los coches clásicos reunidos en Os Pasales. | // FDV / TINO HERMIDA

Tino Hermida

Un total de 88 vehículos de época se deban cita ayer en el “I Encontro de Clásicos”, organizado por el club “Escaravellos Salnés”. Por un momento, el Día das Letras, se ve en las carreteras meañesas, todo ellos pulcros, acicalados para la ocasión, refulgiendo en una jornada soleada que anima a gozar de la conducción en una zona rural donde la naturaleza asomaba por doquier. Era la antesala de la Concentración anual de Escaravellos”, que este año cumplirá su séptima edición, y que se celebrará los días 17 y 18 de junio y para cuya financiación los organizadores sortean un auto de época.

La festividad de las Letras Galegas fue el leit motiv de la concentración de autos de época que reunía a automovilistas llegados desde Vigo, Gondomar, A Coruña, Campo Lameiro, Arcade o Tui entre otras localidades, y que se unía a los comarcales y a algunos meañeses que atesoran vehículos de toda una generación. Se concentraba primero a pide del mar, en el área recreativa de Os Pasales en Dena. En la entrada, cada participante inscrito era obsequiado en la recepción con la entrega una bolsa de regalos con merchandising.

Vehículos históricos antes de la salida.   | // FDV

Los “Escaravellos” predominaron en la cita de las Letras Galegas. | // FDV / TINO HERMIDA

Entre los vehículos de época, destacaron los míticos Volkswagen “Escarabajo” -el modelo más repetido- hasta el Citroën DS o “Tiburón”, pasando por los emblemáticos Mini -otro de los más recuperados en los últimos años- el Seat 124 y 127, el Simca 1200, el Ford Capri, el Renaut 4 - recordado coloquialmente como el “Cuatro Latas”- el “2 CV” de la Citroën o el Ebro Jeep.

La matrícula delataba en muchos de ellos la antigüedad de los autos, con placas con letra A en Ourense o un Barcelona y otro de A Coruña, ambos sin letra, entre otras reliquias. Eso sí, todos ellos, bien limpias y encerados para refulgir bajo los rayos de sol ofreciendo la mejor de las estampas.

Algunos de los participantes en esta concentración son aficionados a los clásicos, tanto que atesoran varios vehículos de época. Entre ellos el vigués Severino Fernández que llegaba junto con su pareja a bordo de un Tiburón de la Citroën. “Es un auto de 1968 que adquirí hace unos 20 años”, destacó. “Lo mío -agrega- es una pasión desde joven, y en mi haber tengo cuatro clásicos, todos de la Citroën: un 11 Ligero de 1950, un Rosalía de los años 30 y un familiar tipo Tiburón como este”. Son vehículos que solo saca de manera ocasional del garaje para disfrutar de la conducción por carreteras secundarias: “A pesar de lo antiguos que son -explica- un Tiburón como este puede alcanzar los 120 o 130 kilómetros por hora, cierto que el consumo de esos vehículos de entonces es mayor a los de ahora: este Tiburón ronda entre 10 y 12 litros para cada 100 kilómetros aproximadamente”.

Satisfacción por parte de la organización en un evento en el que el soleado día ayudó a disfrutar de forma plena. “Para nosotros -explicaba Manuel Lage-, amén de la convivencia, el objetivo es vender Meaño a los que nos visitan, y un día como este es ideal para que los participantes puedan enamorarse de esta tierra, tenernos ahí como un lugar al que volver a visitar en verano o recomendarlo a los suyos: disfrutar de la naturaleza, de nuestro paisaje y nuestra gastronomía”.

A las 11.30 horas partía la caravana de clásicos para subir hacia Meaño y poner rumbo a Bodegas Vionta en el alto de Simes, donde los participantes eran recibidos con un ágape a base de vinos Rías Baixas y empanada. Luego, continuaba la ruta, pasando por cada una de las siete parroquias meañesas, incluyendo la subida al alto de San Cibrán en Cobas, para conocer el enclave y descubrir las bellas vistas desde este alto sobre la ría. Poco después de las 14.00 horas, regresaba la caravana a Dena, donde se concentraba en el estacionamiento del pabellón de Coirón. Allí les aguardaba una gran carpa para acoger un almuerzo de confraternidad. El menú lo conformaba langostinos, pulpo “á feira” y churrasco. La música del dj Paco Vulkano y un servicio de barra con bebida, permitió prolongar la jornada vespertina hasta última hora.

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