Las bateas de cultivo de mejillón de las rías gallegas no solo constituyen un motor económico que genera riqueza, convirtiendo a la comunidad autónoma en una potencia acuícola a nivel mundial, sino que favorecen también lo que se ha dado en llamar “desarrollo regenerativo”, que es algo así como un paso más en eso tan manido del desarrollo sostenible.
La consecuencia de todo ello es un aumento de la productividad que redunda en beneficio de la flota de bajura y favorece la biodiversidad.
Son éstas algunas de las conclusiones a las que llega el departamento de I+D+i de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Mexillón de Galicia, tras realizar sus propias investigaciones y analizar en profundidad diferentes estudios de carácter científico.
Depósito de fitoplancton
De ellos se desprende que cultivar mejillón es una actividad de escaso impacto ambiental y adaptada al entorno que se conjuga a la perfección con la riqueza de las rías gallegas, consideradas por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) uno de los más importantes depósitos de fitoplancton del planeta.
“Sus especiales condiciones, las cálidas temperaturas de sus aguas y la elevada producción primaria, hacen de ellas un paraje inmejorable para el desarrollo de los mariscos”, sostienen en el Consello Regulador do Mexillón de Galicia.
Libre marisqueo
Este órgano, presidido por Mané Calvo, y con Joaquín Garrido como secretario general, incide en que, lejos de lo que algunos traten de hacer creer, sobre todo cuando quieren justificar el nefasto resultado del libre marisqueo en Arousa, las bateas de mejillón no condicionan la producción, sino todo lo contrario.
Sabedores de que “cuando una campaña de marisqueo no es buena siempre hay quien culpa al mejillón, sin hacer la más mínima autocrítica”, los dirigentes bateeiros se aferran a los datos que manejan las cofradías y la plataforma Pesca de Galicia.
Lo hace para recordar que en Arousa están fondeadas casi el 70% de las 3.300 bateas de mejillón gallegas, y, sin embargo, “es con mucha diferencia la más productiva de todas, reportando anualmente las mayores cantidades de bivalvos y otros importantes recursos de la flota artesanal, como el centollo, nécora y camarón”.
Comunidad científica
Dicho lo cual, la DOP alude a estudios de la comunidad científica realizados en Galicia, Canadá y Reino Unido que “demuestran que donde hay cultivo de mejillón, tanto si es en bateas como en long-line, la productividad natural aumenta, y con ella crecen las posibilidades de captura para la flota”.
Dicho de otro modo, que “donde hay bateas hay vida y riqueza, y si no, que se lo pregunten a los delfines que se acercan a las bateas en busca de alimento”.
Pues todo esto es lo que Mexillón de Galicia considera un buen ejemplo del “desarrollo regenerativo” por el que abogan, cada vez con más fuerza, las instituciones europeas.
Es, detalla el departamento de I+D+i del Consello Regulador, una forma de canalizar “una visión colaborativa de la economía que se inspira en la naturaleza”, respetando los recursos y límites del planeta e incidiendo en la restauración “de la salud y vitalidad de los ecosistemas”.
Condiciones propicias para la vida
Lo que quieren decir es que mientras el desarrollo sostenible consiste en tratar de alcanzar un impacto negativo nulo, el desarrollo regenerativo va aún más lejos, e implica “que las actividades económicas o sistemas de producción de alimentos crean condiciones propicias para la vida”.

Eso es, precisamente, lo que representa el cultivo de mejillón, ya que se trata de “un sistema único capaz de producir alimentos de forma totalmente adaptada al entorno y que tiene bajo impacto ambiental”, convirtiéndose con el paso de los años en una fuente de “producción natural de proteína de alta calidad”.
Sistema regenerativo
El equipo que capitanea Mané Calvo y Joaquín Garrido termina diciendo que, sin duda alguna, la actividad que ejercen los mejilloneros gallegos “forma parte de un sistema socioeconómico regenerativo y equitativo”.
Sin olvidar que su método de cultivo conforma “una actividad que aprovecha de forma eficiente el potencial nutritivo renovable de las aguas gallegas y crea sinergias positivas para otras actividades productivas artesanales en las rías”, sentencia Mexillón de Galicia.