¿Son los mercantes y la eólica marina una amenaza para las ballenas?

La azul y la común evitan las autopistas del mar, pero la aliblanca es más vulnerable

Imagen en la que se aprecia la existencia de ballenas en una zona de las Rías Baixas atravesada por un gran buque.

Imagen en la que se aprecia la existencia de ballenas en una zona de las Rías Baixas atravesada por un gran buque. / BDRI

Manuel Méndez

Manuel Méndez

El Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI), el centro de investigación del medio marino dedicado al estudio y conservación de la biodiversidad asentado en O Grove, y cuyos estudios se centran en depredadores superiores como los delfines, marsopas, ballenas, nutrias y aves marinas, presenta un nuevo trabajo científico, fruto de una intensa labor de seguimiento realizada en los últimos años en las Rías Baixas.

Se trata de un documento dado a conocer en una de las más prestigiosas publicaciones del mundo en materia de contaminación marina y preservación medioambiental.

En el mismo, el BDRI alerta del impacto que los grandes barcos mercantes y la implantación de aerogeneradores marinos puede tener en las ballenas ahora que, tras décadas de ausencia, aumenta su presencia cada año en la costa gallega.

El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares, que es como se conoce al citado centro de investigación y formación, alerta en su trabajo del aumento del tráfico marítimo registrado en las últimas décadas.

Lo cual lo lleva a hacer hincapié en que ese volumen de cargueros que pasan frente a las Rías Baixas y/o se adentran en ellas no va a dejar de crecer en el futuro, dado que “la mayor parte de los productos que compramos a diario llegan en esos barcos”.

Así lo explica Bruno Díaz López, el doctor en Ecología por la Universidad de Burdeos que dirige el BDRI y ahora presenta este nuevo estudio científico.

Azul, común y aliblanca

Un trabajo en el que se presta especial atención a las amenazas que supone el tráfico marítimo y a las que puede acarrear la industria eólica marina para las especies más populares y, de un tiempo a esta parte, más habituales en Galicia.

No son otras que la ballena azul (Balaenoptera musculus), que con registros de ejemplares de más de 30 metros de longitud y 170 toneladas de peso es el animal más grande del planeta; el rorcual común o ballena de aleta (Balaenoptera physalus), que es el segundo animal más grande y puede alcanzar una longitud de 27 metros; y el rorcual aliblanco o enano (Balaenoptera acutorostrata), que con apenas 7 metros de longitud es la más pequeña y rápida de todas las ballenas.

El objetivo del citado estudio no es otro que “determinar la vulnerabilidad de estas especies frente a la contaminación, el cambio climático, el impacto del tráfico marítimo e incluso ante la implantación de la energía eólica marina, que también puede convertirse en una amenaza”, reflexiona el doctor y biólogo ferrolano, desde hace más de una década asentado en O Grove.

El gran resumen que podemos hacer es que los cetáceos son animales extremadamente vulnerables que ven amenazado su futuro, sobre todo si tenemos en cuenta todo lo que está por venir

Bruno Díaz López

— Director del BDRI

Seguimiento vía satélite

Mediante el empleo de datos tomados vía satélite, que marcan la ruta trazada por cada barco, y una vez cruzados esos registros con los manejados por el BDRI, vinculados al movimiento de las ballenas y sus principales zonas de alimentación en Galicia, se ha querido “conocer mejor cómo interfieren las autopistas del mar en las rutas que realizan las ballenas, analizando la posibilidad de que los grandes cetáceos sufran daños, sobre todo por colisión, aunque también debido a la contaminación acústica”.

La más vulnerable

Del estudio de desprende que las grandes ballenas, como la azul y la común, “evitan esas autopistas del mar”, mientras que el pequeño rorcual aliblanco es más vulnerable, dado que donde se alimenta existe una mayor cantidad de barcos, tanto cargueros como pesqueros.

Una ballena y un barco pesquero en plena faena.   | //  BDRI

Una ballena y un barco pesquero en plena faena. | // BDRI / Manuel Méndez

Esto se debe a que mientras ballenas como la azul y la común se mueven en busca de krill, el rorcual aliblanco prefiere los peces, de ahí que se adentre en zonas utilizadas por el hombre para pescar y/o en áreas atravesadas por los corredores marítimos.

Lo peor puede estar por venir

“El gran resumen que podemos hacer es que los cetáceos son animales extremadamente vulnerables que ven amenazado su futuro, sobre todo si tenemos en cuenta todo lo que está por venir”, explican Bruno Díaz López y su equipo.

Se refieren tanto al “aumento de mercantes frente a nuestras costas” como a “la posible creación de los parques eólicos marinos, los cuales van a generar un tráfico asociado para tareas de mantenimiento y similares que contribuirá a aumentar el nivel de riesgo para las ballenas”.

Dicho lo cual, el BDRI sentencia: “Aunque desde el fin de la caza comercial de ballenas el número de rorcuales comunes parece estar ahora aumentando, estos increíbles animales todavía se enfrentan a una serie de amenazas relacionadas con el hombre".

Una integrante del BDRI analizando los datos obtenidos en el mar.

Una integrante del BDRI analizando los datos obtenidos en el mar. / FdV

Se refiere a "la presencia de artes de pesca –sobre todo redes fantasma–, las colisiones con barcos, la contaminación del agua y la acústica o los efectos del cambio climático, por lo que es necesario seguir estudiándolos y adoptar medidas para contribuir a su protección y conservación”.

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Cuando el BDRI alerta del riesgo que pueden entrañar para las ballenas tanto el tráfico marítimo de grandes buques como los parques eólicos marinos, no se olvida de aludir a los efectos de la pesca, que también puede llegar a representar una amenaza para los mamíferos marinos, incluidos delfines como el mular (arroaz) y el común, los más frecuentes en Galicia.

El centro que dirige Bruno Díaz pone como ejemplo lo sucedido cuando en una de sus expediciones en alta mar “vimos un rorcual común con lo que parecían ser cicatrices provocadas por artes de pesca en las que había estado enredado”.

Sostiene Bruno Díaz que, “desgraciadamente, no es la primera ballena con marcas antropogénicas”, ya sea derivadas de la pesca accidental o de la presencia de las temidas redes fantasma.

Parece que esta ballena en concreto había conseguido liberarse, de ahí que fuera observada nadando y alimentándose junto a otros individuos.

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