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Las bandas de O Salnés regresan a los escenarios con menos músicos desde la pandemia

Samuel Pérez, con la espectacular trompa alpina, en un ensayo anterior. | // CEDIDA

La pandemia de COVID supuso un fuerte quebranto económico para muchas bandas de música. La suspensión de la mayoría de las actuaciones, así como de los convenios con algunas administraciones públicas mermó mucho los ingresos de estas entidades. Hasta aquí, las bandas padecieron la irrupción del virus como muchos otros agentes de la industria cultural.

Pero las bandas también han sufrido este largo paréntesis desde un punto de vista social, pues muchas de ellas han perdido músicos. Son intérpretes que, por una razón u otra, han dejado de acudir a los ensayos y han emprendido otros proyectos vitales.

“Económicamente, no hemos sufrido demasiado porque el verano pasado tuvimos muchas actuaciones -sostiene Olga Pérez, presidenta de la BUMM, Banda Unión Musical de Meaño-, pero sí que nos afectó a nivel social”. “Aunque hemos tenido incorporaciones, y este verano hemos acudido a algún concierto con 80 o más músicos, lo cierto es que hemos tenido más bajas que incorporaciones”, añade Pérez.

Jesús Nogueira, director de la Banda Municipal de Música de Vilagarcía explica que, “la pandemia nos hizo mucho daño”, hasta el extremo de que, “hemos quedado sin cerca de 30 músicos”. Sin ensayos ni conciertos, muchos fueron perdiendo la costumbre de acudir al local. Los lazos con sus compañeros y con la música se fueron debilitando, y en algunos casos no llegaron a estrecharse cuando la situación epidemiológica mejoró.

Manuel Besada, presidente de la Agrupación Músico Cultural de Ribadumia, realiza un diagnóstico similar. Él cifra en una docena los músicos que dejaron la banda, ya fuese por motivos personales o porque la falta de hábito hizo que se embarcasen en otros proyectos.

La pandemia supuso, en todo caso, un momento muy complicado para las bandas. Durante meses, no pudieron ensayar, puesto que sus locales eran demasiado pequeños como para mantener las distancias de seguridad. Y cuando por fin pudieron volver a reunirse para tocar, no siempre pudieron hacerlo con la continuidad deseada. “Costó reenganchar por muchos motivos, y uno de ellos fueron los cierres perimetrales de los concellos, que impedían que alguna gente fuese a ensayar cuando era de otro municipio”, recuerda Olga Pérez, de Meaño.

Santa Cecilia

El lunes próximo es Santa Cecilia, patrona de los músicos. La Agrupación Músico Cultural de Ribadumia celebrará la fecha con un concierto el sábado anterior (día 20), que estará dedicado a la música alpina y que tendrá la particularidad de que incluirá la colaboración del músico Samuel Pérez Llobell, que interpretará cuatro temas con una trompa alpina, un espectacular instrumento tradicional de Suiza. Será en el Auditorio de Santa Baia, en Ribadumia.

También la Unión Músical de Meaño está trabajando en un concierto con motivo de la patrona, que tendrá lugar el día 27 en el Auditorio de Ribadumia. Finalmente, la Banda Municipal de Vilagarcía está centrada en estos momentos en la preparación de su concierto de Fin de Año, y que constará, “de un programa muy exigente”, tal y como avanza Jesús Nogueira.

Concierto en Ribadumia con una espectacular trompa alpina

La Agrupación Músico Cultural de Ribadumia ofrece este sábado un concierto, con la singularidad de que el público podrá conocer la trompa alpina, un espectacular instrumento de viento que se ha convertido en un símbolo de la música suiza. Samuel Pérez Llobell, que es músico de la Banda Municipal de Santiago lleva tiempo tocando la trompa alpina, y se puso en contacto con la Agrupación Músico Cultural para organizar una actuación conjunta. El resultado de esta colaboración será un concierto centrado en la música alpina, en el que Samuel Pérez interpretará cuatro temas como solista. Será este sábado (20 de noviembre), a las 21.00 horas, en el Auditorio de Santa Baia. La entrada es libre.

La trompa alpina se documentó por primera vez a mediados del siglo XVI en las montañas de Suiza. Era utilizada por los pastores para reunir a su ganado. El uso musical empezó a extenderse en el siglo XIX, pasando a convertirse con el tiempo en uno de los símbolos de la música de ese país.

La trompa alpina destaca mucho por sus grandes dimensiones, puesto que mide entre dos metros y medio y tres metros y medio de largo. Se trata también de un instrumento muy difícil de tocar, puesto que carece de agujeros o llaves, de modo que todas las notas deben buscarse en la boquilla. El director de la Agrupación Músico Cultural de Ribadumia, Adrián Pais, afirma tras escucharla que, “tiene un sonido espectacular, muy profundo y potente”, y que recuerda a los cuernos vikingos.

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