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El alivio desde Vilagarcía al drama humanitario de los cayucos en Mauritania: viajes a vida o muerte

El agente pontevedrés Ricardo Reboredo atiende a los náufragos de un cayuco cuya singladura llegó a término en aguas mauritanas. | // FDV

El cayuco zozobraba destrozado a la llegada a la bahía de Lievrer tras un largo mes de travesía desde Costa de Marfil, cuando a sus cinco pasajeros les quedaban apenas unas horas para cumplir con el sueño de llegar a las Islas Canarias. Fue el pasado 23 de octubre, a mediodía, momento en el que un padre y sus cuatro hijos menores, uno bebé, de año y medio, despertaban de la pesadilla final al ser recatados en Nuadibú (Nouadhibou) en Mauritania por efectivos del contingente español de la Guardia Civil que hasta el próximo 19 de diciembre dirige el actual jefe del cuartel de Vilagarcía Pablo Lorenzo Formigo, quien desde mayo está al mando de 28 agentes y oficiales que forman la barrera contra las bandas organizadas de inmigración ilegal.

Un cadáver descubierto recientemente en la costa de Nuadibú | // FDV

El comandante vilagarciano no oculta su enorme orgullo pues ha salvado de una muerte segura a una familia que emprendió más que una aventura, una verdadera odisea que duró nada más y nada menos que 30 días. “Sabemos que salieron de un lugar próximo a Costa de Marfil, escapaba con sus niños de la guerra en la frontera con Liberia, y recorrieron en una embarcación muy precaria más de mil kilómetros de costa, en un viejo cayuco de madera con un motor de 9 caballos.

Agentes de la Guardia Civil atienden a los náufragos de un cayuco. | // FDV

Un viaje que según explicó el padre realizaron bordeando la costa de la Bahía de Guinea, cargados con un bidón de 1.000 litros de gasolina y comida “para aguantar unos días”.

Suerte en la singladura y apoyo de los nativos

Su suerte se vio acompañada por la hospitalidad y los suministros que les proporcionaban los habitantes de los pueblos en los que desembarcaban tras su peligroso recorrido, que localizaban merced a una deteriorada carta náutica, sin auxilio de los modernos GPS.

Una de las endebles embarcaciones hacinada de pasajeros | // FDV

Pero este tipo de desenlaces positivos son los menos frecuentes. Las víctimas de las pateras se cuentan por centenares en esta época del año.

Meses calientes

“Octubre y noviembre son los meses más calientes”, explica el comandante Lorenzo Formigos a través de videollamada por Watsapp, que funciona relativamente bien gracias a la conexión wifi que tienen en su base de Nuadibú, un pueblo costero casi en la frontera con el Sáhara y muy cerca de La Agüera, un pueblo que todavía conserva las abandonadas infraestructuras de Correos, estación ferroviaria y bancos de cuando el Sáhara era de dominio español.

Pablo Lorenzo Formigo, comandante vilagarciano Noé Parga

Desde esta ciudad comercial, en la “punta de nariz” que dibuja el mapa de Mauritania, la misión que la Guardia Civil desempeña desde 2007 es ante todo de carácter humanitario. “Procuramos poner freno a las mafias organizadas que se enriquecen a costa de los más débiles y que trafican con la vida de unas personas que solo ansían salir de la pobreza extrema y encontrar un futuro mejor para sus familias”. Darles de comer, en suma.

Salvadas 8.000 vidas y 150 detenidos entre las mafias

Aunque es imposible estimar el alcance de la tragedia de los cayucos en África por la falta de estadísticas y censos oficiales, lo que si consta es que gracias al operativo desplegado por la Guardia Civil en la barrera mauritana se logró en lo que va de año “salvar más de 8.000 vidas por intervenciones sobre embarcaciones en peligro de naufragio o cuando intentaban abandonar las costas”.

También es de subrayar que se han producido más de 150 detenciones de individuos pertenecientes a clanes y redes criminales, conocidos como “pasadores” o “facilitadores” que son aquellos que se encargan de poner en contacto a los inmigrantes “con las redes mafiosas”, resume el comandante Lorenzo.

Un resultado feliz del que no presumen pues la raíz del problema sigue sin resolverse. “Podemos preguntarnos si resulta rentable tener a un número de guardias civiles fuera de nuestras fronteras en vez de estar desarrollando protección a la seguridad ciudadana en nuestro territorio y la respuesta es que no, aunque ciertos objetivos si se han cumplido en estos 15 últimos años”.

Entre ellos “hemos contribuido a erradicar redes que se querían aprovechar de los millonarios beneficios en nuestro país, concienciamos a los inmigrantes tanto de los peligros de las travesías como del riesgo que corren de caer en manos de mafias que finalmente no tendrán escrúpulos, o llevamos a cabo labores de prevención del terrorismo al impedir que haya grupos que contribuyan dentro de las bolsas de inmigrantes a trasladar células peligrosas..., o el tráfico de mujeres o de droga, vía cayucos”, enumera.

Una lucha que la Unión Europea confió a la Guardia Civil con el desarrollo de proyectos que, admite Lorenzo Formigo, “es cierto que han permitido avanzar mucho si se compara con los años en que empecé, un tiempo en el que hemos llevado a cabo múltiples operaciones contra el tráfico de personas con detenciones en España y también en países africanos.

Un deseo casi siempre frustrado con unos viajes del horror que en la mitad de las ocasiones acaba de forma trágica por las condiciones inhumanas a las que les someten.

“La mitad de los que los que se suben a una patera mueren durante la travesía”,

Pablo Lorenzo Formigo - Jefe de la misión de la Guardia Civil en Mauritania

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“La mitad de los que los que se suben a una patera, como mínimo, mueren durante la travesía”, lamenta el comandante vilagarciano con cierta impotencia pues es consciente de la enorme dificultad de poner fin a una de las más graves crisis humanitarias del siglo XXI.

Espera en el puerto para embarcar en los cayucos FDV

Lorenzo Formigo conoce muy bien la misión pues desde 2007 ha participado en múltiples operativos. “Mi primer lugar de trabajo fue en Nuadibú, una población de no más de 100.000 habitantes y capital comercial del país, rica en pesca y exportadora de millones de toneladas de pulpo para Europa, donde miles de cayucos de pesca artesanal eran utilizados desde el año 2005/2006 para enviar a miles de subsaharianos hacia las Islas Canarias”, contextualiza.

Dos cadáveres en las playas de Nuadibú tras el naufragio de una patera a principio de octubre FDV

Y recuerda que cuando llegó al país se encontró, en aquellos primeros seis meses de misión, “imágenes dantescas” con cientos de jóvenes que naufragaban “y ni siquiera sabían nadar, bien porque se averiaban los motores, bien porque se quedaban sin gasolina o simplemente porque los patrones les engañaban y les decían que se arrojasen al mar que ya habían llegado al destino después de haber navegado desde Gambia o Senegal”.

"Un día te levantas y todo empeora: hay historias familiares terribles y muertes inútiles"

Pablo Lorenzo Formigo - Comandante de la Guardia Civil en Mauritania

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Frustraciones que son una anécdota si se compara con las tremendas tragedias de otros días. “En los 24 meses de trabajo que cumplo en Mauritania llegas a creer que has visto de todo, pero un día te levantas y todo empeora: hay historias familiares terribles, muertes inútiles, situaciones sanitarias gravísimas en unos países carentes de lo más básico en higiene, culturas radicales y extremas en derechos de género, etcétera, etcétera”, trata de resumir.

El comandante vilagarciano con autoridades mauritanas en el puerto FDV

Son estas las claves que permiten comprender al comandante Lorenzo Formigo que el papel de la Guardia Civil en África sigue siendo necesario, imprescindible, para paliar un drama que muchos no quieren ver y que prácticamente afecta a jóvenes de 18 a 30 años de Cabo Verde, Guinea Bissau, Níger o Senegal, todos, salvo el primero, “países muy vulnerables, y subdesarrollados con excesiva población joven que acceden antes a las redes sociales que a la vacuna del tétanos, que sueñan con alcanzar algún día el atractivo Paraíso Europeo al que quieren llegar como sea pues prefieren morir en el viaje que de hambre en una aldea desértica de Mali”.

"Prefieren morir en el viaje que de hambre en una aldea desértica de Mali"

Pablo Lorenzo Formigo - Comandante al mando de la misión en Mauritania

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Una odisea tan común en todo el África subsahariana que “muchas personas recorren miles de kilómetros desde Burqkina, Liberia, Ghana, Mali para alcanzar Mauritania donde contactan con los organizadores que les cobija durante unos días en una chabola de bloques hasta que las mafias dispongan de un cayuco comprado a algún pescador que al cabo de unos días denuncia su robo”. Inician así ese peligroso y casi suicida viaje, explica el comandante arousano en el que se enfrentan a la cara o cruz de su moneda.

Un joven yace boca abajo tras morir en su empeño de alcanzar el paraíso europeo FDV

Es su única oportunidad, explica el comandante: “Muchos jóvenes dejan atrás a sus mujeres e hijos porque esta es su cultura; ellos deben buscar el progreso para enviar dinero a sus familias y ser reconocidos por quienes les pagaron su viaje”.

Momificados

Y el problema, añade, es que no pueden “fracasar” en el intento porque sería una deshonra, tanto que prefieren llegar a Trinidad y Tobago o Cabo Verde momificados como ocurrió hace unas semanas que volver a su casa sin lograr el objetivo de entrar en España”.

Nadie va a defraudar a su familia, esa que consiguió reunir a duras penas el dinero para ese cumplir el sueño de prosperidad.

Y da igual la procedencia: “Los países emisores principales son Mali (guerras, hambruna, sequías) y Senegal (superpoblado, conocedores del mar). El perfil varones muy jóvenes pero ya empiezan a verse mujeres sobre todo de culturas no musulmanas sino cristianas de Costa de Marfil, Liberia, Ghana. .., y niños.

Más de 8.000 vidas salvadas este año y 150 detenidos

Aunque es imposible estimar el alcance de la tragedia de los cayucos en África por la falta de estadísticas y censos oficiales, lo que si consta es que gracias al operativo desplegado por la Guardia Civil en la barrera mauritana se logró en lo que va de año “salvar más de 8.000 vidas por intervenciones sobre embarcaciones en peligro de naufragio o cuando intentaban abandonar las costas”. También es de subrayar que se han producido más de 150 detenciones de individuos pertenecientes a clanes y redes criminales, conocidos como “pasadores” o “facilitadores” que son aquellos que se encargan de poner en contacto a los inmigrantes “con las redes mafiosas”, resume el comandante Lorenzo. Un resultado feliz del que no presumen pues la raíz del problema sigue sin resolverse. “Podemos preguntarnos si resulta rentable tener a un número de guardias civile fuera de nuestras fronteras en vez de estar desarrollando protección a la seguridad ciudadana en nuestro territorio y la respuesta es que no, aunque ciertos objetivos si se han cumplido en estos 15 últimos años”.

Entre ellos “hemos contribuido a erradicar redes que se querían aprovechar de los millonarios beneficios en nuestro país, concienciamos a los inmigrantes tanto de los peligros de las travesías como del riesgo que corren de caer en manos de mafias que finalmente no tendrán escrúpulos, o llevamos a cabo labores de prevención del terrorismo al impedir que haya grupos que contribuyan dentro de las bolsas de inmigrantes a trasladar células peligrosas..., o el tráfico de mujeres o de droga, vía cayucos”, enumera.

Una lucha que la Unión Europea confió a la Guardia Civil con el desarrollo de proyectos que, admite Lorenzo Formigo, “es cierto que han permitido avanzar mucho si se compara con los años en que empecé, un tiempo en el que hemos llevado a cabo múltiples operaciones contra el tráfico de personas con detenciones en España y también en países africanos.


Una experiencia inolvidable

Fue en 2007 cuando Pablo Lorenzo Formigo (Cortegada de Baños, Ourense, 1968) inició su “periplo africano” una experiencia que admite “nunca olvidaré” porque “me ha enseñado muchas cosas que gracias a Dios no se ven en una civilización como la occidental”

El comandante vilagarciano, experto en Tráfico y en la lucha contra el narcotráfico, llegó en parte por casualidad al llamado continente negro. “Necesitaban un enlace con el Frontex y me lo propusieron porque en mi currículo indiqué que sabía francés y portugués”, idiomas básicos en la misión que le iban a encomendar, nada fácil por otra parte pues dejaba a su familia, su mujer y dos hijos en plena adolescencia, en España.

Una dura decisión pero que le va a reportar una experiencia vital muy diferente a otras que ahora califica de soportables, como cuando en 2005 participó en Móstar (Bosnia) como observador.

El capitán Lorenzo Formigo en el interior de uno de los cayucos FDV

En Mauritania, país con el que se han firmado los acuerdos europeos para frenar la inmigración ilegal, tiene a su cargo a 28 agentes con diferentes funciones que cuentan con un destacamento de helicóptero, otro de servicio marítimo, un equipo de patrullas terrestres conjuntas con la Gendarmería mauritana y un grupo de enlace y coordinación con las autoridades, dependiente del Centro de Coordinación Regional de Las Palmas bajo el Mando de Policía Marítima y Fronteras de la Dirección de la Guardia Civil”.

Como explica el comandante Lorenzo una encomienda muy compleja por las diferencias en las formas de trabajar entre las policías africana y la española pues la primera ni siquiera llegaban a entender al principio que hubiera un “fenómeno migratorio masivo” pese a que estaba diezmando a su propia población, pues entendían que “el hecho de buscar una vida mejor tampoco debería ser razón para erradicarlo, e incluso llegaba a ser bien visto”.

Celebración del Día del Pilar en la capilla de Nuadibú FDV

Ello supuso una compleja labor de concienciación de las autoridades para convencerles de la necesidad de “diferenciar entre los inmigrantes que viajan y las organizaciones que cobran miles de euros por organizar travesías ilegales y ponen en riesgo vidas humanas”.

“Este año se ha batido un récord con la llegada en mayo desde Senegal de un inestable cayuco con 198 personas dentro"

Pablo Lorenzo Formigo - Comandante al mando de la misión en Mauritania

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Y es que el drama en la costa atlántica africana es simple y llanamente desolador. “Este año se ha batido un récord con la llegada en mayo desde Senegal de un inestable cayuco con 198 personas dentro, 22 garrafas de gasolina y otras diez de agua con 60 litros además de la comida para una travesía en la que nadie podría ponerse de pie porque se arriesgaban a que les tirasen por la borda y en la que se vivieron escenas realmente dantescas de pasajeros con ataques de pánico y locura “y se arrojaban solos al agua”.

Intervención de la Guardia Civil en aguas de Mauritania para socorrer a los pasajeros de una patera

Intervención de la Guardia Civil en aguas de Mauritania para socorrer a los pasajeros de una patera FDV

Sin olvidar el caso de otro cayuco en el que por problemas de navegabilidad tiraron a la gente antes de entrar en la playa o el de los siete cuerpos momificados que se dirigían desde Mauritania a las Islas Canarias, y llegaron a Jamaica. Una tragedia insoportable y una imagen que a nadie puede dejar indiferente.

Una monja mauritana posa con el comandante arousano FDV

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