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Efectivos de Gardacostas de Galicia.Noé Parga

Los "sabotajes de primavera" vuelven a la ría

Históricamente, la enemistad entre bateeiros ha llevado a algunos de ellos a tomarse la justicia por su cuenta cometiendo sabotajes en barcos y bateas. Una situación que empeora cuando algunos prefieren evitarse el esfuerzo de trabajar y optan por robar a sus colegas de profesión.

Es lo que vuelve a suceder en las últimas semanas, prácticamente como cada primavera, de ahí las denuncias por robos de cuerdas de mejilla (cría) o por ataques como los sufridos en los últimos días por barcos amarrados en muelles como el de Vilanova, a los que quitaron la pesas y otra maquinaria que estaba a bordo para arrojarla al mar.

“Lo que hacen algunos cuando salen de madrugada de puerto hacia sus bateas es detenerse en la de al lado para quitarle alguna cuerda, y esto sucede cuando no hay visibilidad y apenas se ve qué ocurre a doscientos metros”

Vigilantes de bateas

Una acción que también se ha producido en ocasiones anteriores en muelles como los de O Grove a la que hay que sumar tanto el robo de maquinaria como los daños causados en los viveros, donde algunos llegan a cortar cuerdas repletas de mejillón para que se pudran en el fondo de la ría.

Bateeiros intentando recuperar cuerdas cortadas tras los sabotajes ocurridos en 2008.

Otro año de escasez de semilla

Respeto a las cuerdas de cría -tanto las ya encordadas tras obtener la semilla en el litoral- como las llamadas cuerdas de pesca o colectores de recolección natural, puede decirse que este año vuelve a haber escasez de mejilla, y esto hace que algunos, en lugar de esforzarse el doble para conseguirla en las rocas de la costa gallega, prefieran actuar con nocturnidad robándolas en la batea del “vecino”.

Efectivos de Guardia Civil y Gardacostas en Galicia en un operativo llevado a cabo en A Illa.

Una práctica que se repite puntualmente en la ría de Arousa y afecta a productores de prácticamente todos los puertos, desde Vilaxoán a Meloxo, pasando por A Illa o Vilanova.

En este sentido, vigilantes de bateas contratados hace años para protegerlas y, sobre todo, para evitar que la acción de los trueleiros causara daños en las mismas, explicaban esta misma mañana que “esto de los robos de cuerdas es algo que suele repetirse en cada campaña de recolección de cría; y este año no iba a ser menos”.

“Lo que hacen algunos cuando salen de madrugada de puerto hacia sus bateas es detenerse en la de al lado para quitarle alguna cuerda, y esto sucede cuando no hay visibilidad y apenas se ve qué ocurre a doscientos metros”, declaran.

Trueleiros en una batea de Arousa.

Poco camarón

Estos vigilantes, que explican que la relación ahora con los pescadores que usan truel en las bateas “está mucho más calmada”, quizás porque “hay poco camarón”, aclaran también que “lo más preocupante últimamente son los robos y sabotajes que se producen en los muelles”.

Es por ello que tanto estos vigilantes como los mejilloneros consultados piden a Portos de Galicia “que incremente las medidas de seguridad y saque partido a las cámaras que ya tiene instaladas en muchos puertos”.

Algunos armadores señalan que “hay barcos que cuestan más de 200.00 euros; no puede ser que estén desprotegidos cuando están amarrados en los puertos, a expensas de cualquier acto vandálico que puede acometerse de madrugada”.

Vigilantes de las cofradías en una batea arousana.

Nuevas líneas de vigilancia

Los vigilantes de las bateas antes aludidos, por cierto, fueron contratados en su día por asociaciones como Opmega, Cabo de Cruz y Arosa Norte. Controlan alrededor de seiscientas bateas en la ría. A esta actividad quiere sumarse, según indicaban hace días en el sector, la línea de vigilancia que, al parecer, pactaron, las asociaciones de mejilloneros A Illa, San Esteban-AMI, Ruamar y Xidoiros.

Se dice que están dispuestas a utilizar drones, lanchas, vehículos terrestres e incluso sensores de calor para tratar de identificar a cuantos se acerquen a los parques de cultivo flotantes. Y sostienen que en breve van a poder proteger a alrededor de 400, “tratando de acabar con los constantes robos que se registran”.

Un dron sobrevolando una batea de mejillón.

El uso de drones

En relación con esto, y al hilo de la posibilidad de usar drones, hay que decir que no es una idea nueva. Hace un lustro, la Mancomunidade do Salnés ponía en marcha cursos de formación en nuevas tecnologías. Entre ellos destacaba uno centrado en el manejo de drones marinos, con vistas a un sector económico tan importante en la comarca como el de la acuicultura.

Se presentaban entonces como “una importante contribución a uno de los sectores económicos más importantes” de la ría. 

Un dron submarino y otro aéreo, en una batea arousana.

Se daba a conocer así el “Openrov”, un dron submarino que en otras partes de España se usa para el control de piscifactorías o inspecciones de embarcaciones y que en Galicia “puede dar un nuevo impulso a la acuicultura”.

Tanto es así que ya entonces había varias agrupaciones de mejilloneros interesadas, ya que con los drones submarinos y aéreos “se les abren una serie de posibilidades que no tenían antes, como la de levantar cuerdas de batea que se hayan ido al fondo sin necesidad de buzos o realizar tareas de vigilancia de los parques de cultivo que eviten posibles sabotajes”, explicaba el alcalde vilanovés, Gonzalo Durán.

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