El sector turístico de O Salnés, al igual que muchos de los empresarios de la provincia, está desesperado. El coronavirus ha truncado un buen arranque de otoño, ya que a estas alturas se tendría que celebrar la Festa do Marisco de O Grove, y no es así.

El evento gastronómico más importante de España fue siempre una apuesta segura y demostró, durante medio siglo, que está a prueba de lluvia, viento, granizo u otras adversidades. De ahí su éxito arrollador.

Pero esta cita, capaz de generar 700.000 euros en una sola edición por la venta de raciones, no estaba preparada -como nadie lo estaba- para soportar una pandemia mundial.

Como todo el mundo sabe ya, era sinónimo de lleno en los hoteles -prácticamente desde Pontevedra hasta Santiago-. Al igual que sirve para abarrotar los restaurantes de la villa en la que desde hace casi sesenta años se abre este gran "comedor de Galicia".

Pero el Covid-19 llevó al Concello a suspender tan multitudinario evento, y con ello frenó la llegada de decenas de miles de turistas de toda España y otros muchos países.

Comercios y barcos

Comercios y barcosEl resultado se hace notar en la caja de los hoteles y restaurantes de la provincia. Muy particularmente en los establecimientos grovenses. En este caso no solo en los de hostelería y restauración, sino también en el conjunto del tejido comercial, los barcos de pasajeros, el Acuario y otros muchos negocios.

Sin Festa do Marisco, y sin la masiva afluencia de visitantes que garantiza cada mes de octubre -prolongando hasta el otoño la temporada de verano de muchos negocios-, el aspecto de los establecimientos que se nutren de ella es tan desangelado y desolador como el que presentan las calles mecas.

"Hay algunos turistas, pero es un número insignificante", explicaban ayer en los restaurantes grovenses que siguen abiertos. Otros han decidido anticipar el cierre por temporada baja.

"Tenemos algunos clientes, pero estamos bajo mínimos, cuando en condiciones normales estaríamos llenos y tendríamos incluso que rechazar reservas", relatan en hoteles tanto de O Grove como de Vilagarcía, Vilanova y Cambados.

"Que no se celebre la fiesta supone un daño económico enorme para todos", lamentan empresarios vilagarcianos, quienes además se solidarizan con sus colegas mecos, sabedores de que "el coronavirus les mató la gallina de los huevos de oro".

Entre la resignación y la indignación

Resignación. Esa es la palabra que mejor puede definir el sentir del sector turístico en la comarca y buena parte de la provincia. En O Grove lleva parejo otro sentimiento: indignación. La que respiran aquellos que creen que "pudo haberse hecho más para mitigar los daños colaterales del coronavirus".

Quienes así piensan opinan que, aún suspendiéndose la Festa do Marisco, "tendrían que haberse organizado otras actividades que ayudaran a atraer gente al pueblo en esta época, pero no se hizo".

Quizás actividades como las que prepara para próximos días Empresarios Grovenses de Bens e Servicios (Emgrobes), que lleva meses reclamando al gobierno local alguna fórmula con la que suplir la Festa do Marisco.

Parece que la patronal pronto anunciará acciones, aunque sean de carácter menor, que desde luego no van a servir para salvar los muebles.