- ¿Cómo es de complicado el salto a la ESO de los escolares de este espectro? Se lo pregunto porque usted tiene un hijo en esa situación, y que ha dado ese salto.
-Es un salto realmente muy complicado. Conforme crecen el sistema educativo les penaliza, no valora en su justa medida el esfuerzo, que en ellos es infinitamente mayor, y que aún así se superan. Pero si cualquier chico o chica requiere de una adaptación curricular significativa, ya está abocado a una calle sin salida, porque no puede obtener el Graduado en Educación Secundaria, es una titulación que no admite esa diversidad, solo se accede a ella de una única forma, sin tener en cuenta las singularidades. Incluso es conocido el caso de una chica de cuarto de ESO que, con sus adaptaciones, acabó el curso obteniendo calificaciones de notable, pero quería repetir curso para tener chance al Graduado en Educación Secundaria que la norma le niega, y el asunto lo llevó mismo a los tribunales.
- La empatía que hoy tanto se menciona, ¿les falta tal vez a los legisladores con los escolares del espectro autista a la hora de redactar una ley de educación inclusiva?
-Sí, les falta. Cuando se trata de solicitar una beca para estudios o el acceso a cualquier ayuda, al funcionario no le cabe otra que aplicar la norma, por injusta que sea. Y los legisladores, que crean las normas, a la hora de redactar leyes solo piensan en el interés general, o en el de la mayoría, pero no en colectivos que requieren de una atención propia, como es este del espectro autista, y que precisan de una ley que tenga en cuenta su singularidad? Por ahí debería pasar esa empatía tan necesaria con estos niños.
