-Incluso, si me lo permite, han sido ustedes un poco los Julio Verne de la música. Visionarios en cuestiones como internet, la marginalidad, los problemas fronterizos o también la diversidad sexual.
-Fue un poco el producto de haber vivido fuera de España. Todos los problemas sociales que fueron surgiendo nosotros los vivimos un poquito antes en otros países. Vivimos en Inglaterra y en Estados Unidos, allí conocí a muchos mexicanos que cruzaban la frontera en Río Grande mucho antes de que a Trump se le ocurriese la locura del muro. Los problemas sociales son cíclicos y parece que no hay manera de ponerle freno. Hay muchos problemas de desigualdad y la gente huye hacia una vida mejor o más justa. Los intereses económicos marcan el mundo y todo es muy complicado de solucionar. Además, parece que los políticos no se preocupan demasiado. Están más pendientes en que hay de lo suyo. Falta pensar mucho más en el ciudadano.
-¿Cómo ve el panorama musical actual en España?
-Hay dos vertientes, la industria musical establecida como la conocíamos desde un principio están un poco en caída en picado. Las grandes empresas ahora quieren sacar partido rápido e inmediato a los artistas a base de concursos de televisión y de guiar una carrera hacia donde los intereses económicos mandan. Prima el rendimiento inmediato como producto de usar y tirar. Luego están los grupos más artesanales, los que se hacen a si mismos. Como Izal que ha tenido en los últimos seis años un ascenso meteórico y que ahora llenan grandes recintos. O Morgan, que es otro ejemplo que hay que mirar ahora mismo y que triunfan sin necesidad de grandes trampolines.
-¿Confían en captar nuevos públicos o creen que su música va hacia un sector determinado?
-Podemos captar nuevo público porque tenemos canciones que han sido himnos generacionales. Son canciones que seguro muchos habrán escuchado de la mano de sus padres. Creemos que los jóvenes pueden encontrar muy vigentes nuestros temas y más aún con las nuevas versiones.
