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La Iglesia defiende el valor espiritual ante la instrumentalización turística o cultural

El clero grovense quiere dejar claro que "las procesiones penitenciales" son un "instrumento de evangelización"

La Iglesia defiende el valor espiritual ante la instrumentalización turística o cultural

Frente a la vertiente turística, cultural o incluso lúdica y folclórica que pueden encerrar las procesiones debe prevalecer su faceta más religiosa y evangelizadora. Eso es, al menos, lo que opinan en la Iglesia de O Grove, donde con motivo de los actos de Semana Santa resaltan que "las procesiones penitenciales son instrumento de evangelización y deben invitar a la conversión".

De este modo quieren dejar claro que actos procesionales como los ya celebrados, o los que están aún por celebrar, "son expresiones de la piedad popular para evangelizar y para vivir, de forma honda, seria y profunda, la llamada a la conversión".

En el boletín informativo "Pregoeiro", en el que se da cuenta de la actualidad religiosa de las parroquias de San Martiño y San Vicente de O Grove, se abunda en todo esto para decir que "actualmente las realidades eclesiales, y sobre todo las procesiones, están sometidas a la lluvia ácida de la secularización envolvente", por lo que, según considera el clero, "corremos el riesgo de poner en primer plano la dimensión cultural de las procesiones, desvirtuando la entraña religiosa que les es propia".

Las mismas fuentes llegan incluso a decir que las procesiones penitenciales han sido despojadas "del atuendo espiritual" para, muy a pesar de la Iglesia, situar a estos acontecimientos "en clave cultural, como espectáculo tradicional con connotaciones sentimentales, folclóricas, estéticas o costumbristas susceptible de ser declarado de interés turístico". El problema, abundan en la Iglesia, es que "la Semana Santa se ha convertido para muchos católicos en una ocasión de descanso y diversión en la que se olvida lo esencial, como es que debemos dedicar esta semana a la oración y la reflexión; y para vivirla debemos dar a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico".

Al margen de estas reflexiones, con una notable carga crítica de profundidad, hay que destacar que en las parroquias de San Martiño y San Vicente se celebraron variados actos religiosos que reunieron a un buen número de fieles, a pesar del mal tiempo reinante. Destacan, por ejemplo, las Eucaristías en las que se representaba la Cena del Señor y episodios puntuales tan atractivos para los fieles como el Lavatorio de Pies o la Adoración al Santísimo.

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