Las prácticas funerarias evolucionan con el tiempo y la sociedad. Por ello, muchas que en su día fueron generalizadas han caído en desuso en la actualidad, aunque todavía se puedan rastrear sus huellas en la arquitectura de los cementerios y las iglesias. Una de estas prácticas que ha evolucionado es la de enterrar a los curas párrocos a las puertas de la iglesia que atendieron.

El arcipreste de Ribadumia, y responsable de media docena de parroquias repartidas por el interior de O Salnés, José Luis Muñiz afirma que esta práctica fue muy común en el pasado "porque era una manera de indicar que la meta del cura era servir al pueblo, por eso era enterrado en un lugar por el que pasaban todos los feligreses". Muñiz sostiene que ya hace tiempo que los sacerdotes no reciben sepultura en tierra, a las puertas del templo, pero que aún así quedan iglesias en las que puede rastrearse esta antigua práctica.

Algunas de ellas serían las de San Tomé y San Vicente de Nogueira, en Meis, donde se aprecian unas lápidas junto a la puerta; o Simes y Lores (Meaño). En esta última parroquia se conservó la lápida tras el empedrado del atrio.

En otros casos, en cambio, el sacerdote recibía sepultura en tumbas que se salían de lo habitual, como en el caso de Sisán (Ribadumia), donde un cura perteneciente a la familia Triñanes Fariña fue enterrado en un sarcófago posado sobre la tierra.

José Luis Muñiz cuenta que los cementerios tal y como se conocen en la actualidad, basados en las estructuras verticales de nichos y panteones son relativamente recientes. Según el sacerdote, los enterramientos en el suelo, alrededor de la iglesia, fueron habituales hasta el primer tercio del siglo XX.

En la mayoría de los casos, la caja con el muerto era depositada en un hueco que se hacía en la tierra y sobre la cual se ponía una lápida, pero las familias más pudientes incluso disponían de nichos subterráneos -un pozo más fondo, encofrado, sobre el que se disponían sucesivamente los fallecidos-, como los que hicieron los condes de Barrantes o unos que existen en San Breixo de Barro. En algunos casos, la estructura remataba en una pequeña capilla.

Pero estas prácticas cambiaron, según Muñiz, entre las décadas de los 20 y los 40, cuando empezaron a popularizarse los nichos en vertical sobre tierra. Era necesario dejar libre la zona del atrio -y en la situación anterior era inevitable pisar las tumbas, incluso durante las verbenas, que solían celebrarse delante de la iglesia- y se optó por la nueva tendencia. De todos modos, quedan restos del pasado en O Salnés. Algunos ejemplos son el espectacular camposanto cambadés de Santa Mariña, o el de San Martiño de Meis, donde se conservan unos panteones tipo mausoleo del siglo XIX.