El día que la delegación gallega se subió al avión que les llevaba a Tokio ya habían comenzado a hacer historia. Galicia nunca había enviado tantos deportistas a unos Juegos Olímpicos. Veintiuno, sin contar a los que competían con licencia gallega. Lo mejor de todo es que aproximadamente la mitad de ellos acudían a Tokio con opciones reales de medalla.

Ana Peleteiro, en uno de sus saltos. | // EFE

Los resultados conseguidos han dejado claro que aquella previsión en absoluto era descabellada. Galicia regresa de Japón con siete medallas y diez diplomas olímpicos. Solo cuatro deportistas regresan fuera del puesto de finalista. Hasta el momento lo mejor habían sido las cuatro medallas de Londres 2012 (Javi Gómez Noya, Sofía Toro, Tamara Echegoyen, Begoña Fernández), un resultado que casi se ha doblado en esta cita por una generación de deportistas que, en la mayoría de los casos, seguirán en la carrera olímpica para repetir experiencia dentro de tres años.

Rodrigo Corrales hace una parada en los Juegos. | // EFE

La medalla que seguramente deseaba con más fuerza el deporte gallego era la de la canguesa Teresa Portela por su impresionante trayectoria, su palmarés y su carácter.

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En su sexta comparecencia olímpica (primera española de la historia que alcanzaba esa cifra de Juegos Olímpicos en sus carnes) la canguesa consiguió su gran objetivo. Una medalla de plata labrada a fuego durante más de veinte años. En el canal de Tokio una final impresionante colocó a Teresa en el segundo lugar del podio solo superada por la colosal Lisa Carrington. A sus 39 años la gallega había conseguido al fin ese sueño que en anteriores citas se le había escapado por un suspiro. Y en su cabeza ya ronda la idea de acudir dentro de tres años a París en busca de otra medalla.

Teresa Portela, en el podio de Tokio. EFE

Ana Peleteiro sabía que para subirse al podio debía firmar el concurso de triple de su vida y estirar el récord de España que ella misma tenía. No había medias tintas en una final carísima con un puñado de saltadoras con marcas superiores a la suya. Así lo hizo. Dos veces batió el récord de España en la final hasta llegar al 14,87 que le valió la medalla de bronce.

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Ana Peleteiro se cuelga la medalla de bronce en triple salto Agencias

Fiable como un reloj suizo, la contagiosa alegría de la triplista gallega fue una de las escenas de los Juegos y sin duda uno de los grandes acontecimientos deportivos para Galicia que tiene en ella a una indiscutible estrella. No solo por sus condiciones deportivas sino por su capacidad de arrastre y su carisma.

Germade y Arévalo, primero y segundo por la derecha, junto a Cooper y Craviotto. | // EFE

La vela, habitual granero de medallistas gallegos junto al piragüismo, llegó también puntual a la cita gracias a Nico Rodríguez, vigués de 29 años que junto a Jordi Xammar logró la medalla de bronce en la clase 470 tras una semana apasionante de regatas de primer nivel. Tras un ciclo olímpico entero en posiciones de podio, el vigués y el catalán supieron sufrir y pelear contra los vientos cambiantes de Enoshima para conseguir una valiosísima medalla de bronce que se ganaron el último día tras una semana intensa en las por momentos las cosas llegaron a complicarse más de lo debido. Pero a la hora de la verdad Nico Rodríguez supo estar donde debía.

Nico Rodríguez, junto a su compañero Xammar. | // EFE

Iván Villar, portero del Celta, se subió a última hora a la expedición española y regresó de Japón con una medalla de plata. Hacía cien años que un futbolista gallego no se subía a un podio olímpico. Iván además es el primer jugador del Celta que lo hace porque Moncho Gil (vigués, medalla en 1920) lo consiguió cuando el club vigués aún no había sido alumbrado. El meta no jugó ni un minuto en el torneo, pero para la historia queda el logro conseguido en Tokio.

En la medalla de bronce de la selección de balonmano la cuota gallega correspondía a Rodrigo Corrales, pieza esencial en ese equipo y cuyas paradas fueron esenciales en partidos como el disputado ante Alemania. El de Cangas ha vuelto a demostrar que es uno de los mejores del mundo en su puesto y en varios partidos fue clave en la victoria de España con su impresionante repertorio de paradas.

El K4 500 consiguió uno de los grandes resultados de estos Juegos, aunque se quedó cerca de su gran objetivo que era derrotar al barco alemán, intocable en la historia de los Juegos. El cincuenta por ciento de ese barco era gallego. El cangués Rodrigo Germade era uno de ellos. Un tipo tranquilo, que se guardamuy bien sus emociones, el encargado de dar estabilidad y equilibrio al barco.

La otra mitad gallega de ese barco es Carlos Arévalo. El de Betanzos es la fuerza bruta, uno de los motores fueraborda del K4. Un tipo que ha tardado en encontrar su sitio en esta clase de competiciones, pero que no ha desaprovechado la oportunidad. En tres años seguramente estará en el mismo sitio.

Pero no solo de medallas vive el deporte. Adrián Ben fue uno de los nombres de los Juegos para Galicia. Sin necesidad de subirse al podio. El mediofondista gallego se convirtió a sus 22 años en el primer español que disputa una final olímpica de 800 metros. Dando siempre la cara, mejorando sus registros, corriendo con valentía...el de Viveiro volvió a estar a un nivel mayúsculo y confirmó que no tiene miedo a nada y que corre con la seguridad y el entusiasmo de los mejores.

El sonense Iago López llegó a la medal race en la tercera plaza del podio y parecían disponer de una cómoda ventaja. Tenía la medalla en la mano, pero se les escapó en una cruel regata en la que acabaron igualados a puntos que los medallistas pero penalizados por ese peor rendimiento en la medal race. Se habían pasado toda la semana en posición de podio y se despidieron de ella de mala manera.

Caso parecido el de la ourensana Támara Echegoyen que se quedó también sin el podio en una medal race en la que se jugaban ascender una posición al menos. Pero nada le salió a la que fuese medalla de oro en Londres y cuarta en Río de Janeiro. Muy cruel lo sucedido con ella.

Alicia Fernández, la central de Valdoviño se quedó con la selección de balonmano en cuartos de final. Cuando tuvo la oportunidad de jugar cambió la cara del equipo de Carlos Viver. El cruce contra Suecia le arrebató la posibilidad de pelear por una medalla.

A sus 19 años Raquel Carrera se metió en la lista para los Juegos. Mondelo le dio bastantes minutos y es una evidencia que su peso en el futuro en el equipo va a ser mayúsculo. La selección cayó en el cruce contra Francia y también se cayó de la posibilidad de pelear una medalla. En ese mismo equipo estaba Tamara Abalde que no disputó un solo minuto en el torneo.

Mientras, su hermano Alberto firmó un gran torneo en su estreno olímpico. Cayó en los malditos cuartos de final en los que el sorteo les envió a un enfrentamiento temible contra Estados Unidos que les apartó de la pelea por las medallas. Pero Abalde estuvo notable tanto en ataque como defensa. Su papel en partidos como el de Eslovenia o Estados Unidos fue extraordinario.

Caetano Horta, uno de los más jóvenes de la expedición logró un diploma olímpico al ganar la final B del doble scull ligero en el campo de remo. Antía Jácome fue otra gran noticia para Galicia. A sus 21 años y en su primera participación la pontevedresa logró el quinto puesto en la final de C1 200, a solo dos décimas del podio. Una actuación sobresaliente para una chica que lleva desde los quince años lejos de casa y que tenía su vista puesta en París donde será olímpica en dos distancias.

La noticia más triste o dolorosa de los Juegos por la magnitud del deportista fue la protagonizada por Javi Gómez Noya. A sus 38 años el ferrolano se quería dar una nueva oportunidad en busca de otra medalla. Entrenó como nunca, pero a la hora de la verdad el cuerpo no le respondió como imaginaba. El calor, la humedad, las condiciones, la velocidad a la que se compitió...la cuestión es que a Javi no le iban las piernas como en él era habitual y acabó muy lejos de donde le imaginaba todo el mundo. Pero solo se le puede dar la gracias a este símbolo del deporte gallego.

Los éxitos del deporte gallego llegaron también en los Paralímpicos. Sobre todo en la figura de la viguesa Susana Rodríguez que consiguió al fin la medalla de oro que buscaba en el triatlón dando un verdadero recital y sacando más de cinco minutos a la segunda clasificada. Rodríguez también compitió en atletismo donde sumó un diploma olímpico y completandod e este modo una actuación memorable. Galicia sumó también en esa cita el doblete de Adiaratou Iglesias (oro en los 100 metros lisos y la plata en los 400) y el bronce de Juan Saavedra en tiro.