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Calderas de condensación, la mejor opción para pasar un invierno cálido

Estos equipos permiten un ahorro de un treinta por ciento en el gasto de calefacción

Manuel Riobó junto a unas instalaciones de condensación. // Adrián Irago

A estas alturas del año las precipitaciones son protagonistas de la meteorología y empiezan los meses en los que el abrigo es una pieza fundamental para salir de casa. Y si hay que prepararse para estar fuera, también es necesario preparar el hogar para disfrutar de calidez, confort y ahorro. Con unas cuantas medidas básicas se puede optimizar el trabajo de la calefacción, especialmente si se utiliza un sistema de condensación, uno de los más eficientes para el aprovechamiento de la energía.

En la actualidad este tipo de instalaciones permiten un ahorro mínimo de un treinta por ciento en el gasto de calefacción. Un factor al que hay que añadir una cuestión tan importante como la ecológica: "Las emisiones de una caldera de condensación son muy inferiores a las de una caldera convencional", apunta Manuel Riobó, gerente de Jocar Vigo, empresa especializada del sector.

Este tipo de equipos son los que ofrecen un mejor rendimiento. Una de sus principales características es su menor consumo de gas, puesto que gracias a su tecnología aprovechan el calor del vapor de agua que se condensa y son menos contaminantes. "El gas natural es el combustible de suministro continuo más barato y ecológico que existe", señala Manuel Riobó, "sobre todo para las comunidades de vecinos, aunque también es válido para viviendas unifamiliares".

Para una comunidad tipo como la que puede haber en una ciudad como Vigo, con unas cuarenta viviendas por edificio de media, la instalación de una caldera nueva ronda los 60.000 euros. El propio ahorro anual que supone rentabiliza en poco tiempo su inversión. La opción también puede contemplarse para construcciones familiares, con costes adaptados a cada economía, la posibilidad de financiarse hasta cinco años y ofertas de equipos de última generación en torno a unos 1.700 euros. Si al buen rendimiento se suma un aislamiento adecuado en ventanas, persianas, puertas exteriores y otros puntos de contacto con el exterior, el confort hogareño está garantizado. Riobó apunta también la necesidad de las revisiones anuales que, además de obligatorias, son fundamentales para el buen rendimiento de las instalaciones.

Veinte grados en las estancias, una temperatura ideal

  • Utilizando la temperatura ideal en invierno y considerando que las necesidades de calor no son las mismas según las horas del día, se puede rebajar el coste de la calefacción. "La temperatura adecuada gira en torno a unos 20 o 21 grados, este ambiente proporciona confort en la vivienda", explica Manuel Riobó, "y aunque depende de la temperatura exterior y de la apreciación de frío o calor que tenga cada uno, está generalizado que lo idóneo son veinte grados durante el día y 16 o 17 grados por la noche". Además, regular la temperatura mediante un cronotermostato es una medida efectiva para el ahorro energético y para tener un hogar cálido. Marca los tiempos y temperaturas necesarios a lo largo de los ciclos programados. Pequeños gestos cotidianos ayudan también a mantener el confort hogareño como subir las persianas para dejar pasar el sol, bajarlas al anochecer o evitar una ventilación excesiva de la vivienda.

El buen aislamiento evita pérdidas de calor

  • Un buen aislamiento es fundamental para conseguir la temperatura adecuada tanto en invierno como en verano. Las fugas por ventanas, paredes, techos o suelos pueden suponer una elevada pérdida de calor. Son puntos críticos que hay que vigilar, preparar y revisar antes de la llegada del frío invernal y durante la estación. Siliconas o burletes ayudan a tapar las posibles fugas y son buenos aliados para disminuir el coste de la calefacción. "Puede suponer hasta un quince o un veinte por ciento de ahorro. Aislar la vivienda es una medida efectiva para el ahorro energético", dice el gerente de Jocar Vigo.

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