El Servicio Territorial de Medio Ambiente tuvo conocimiento del hecho a través de un particular ayer domingo, por lo que la zona fue rastreada por agentes medioambientales y por los miembros de la patrulla de la Fundación Oso Pardo, que localizaron en el monte los restos de una cría de oso, según han informado hoy a Efe fuentes de la Junta.

Según la Junta, el cadáver se encontraba desollado de manera muy peculiar y parcialmente devorado, lo que permite deducir que la muerte del osezno fue provocada por un macho adulto.

El osezno pertenecía a un grupo familiar formado por una osa con dos crías, que había sido detectado dentro del seguimiento poblacional de la especie que realiza la Consejería de Medio Ambiente con la colaboración de la Fundación Oso Pardo.

Aunque se trata de un comportamiento natural y habitual entre los osos, el personal responsable continúa los rastreos con el fin de comprobar si el segundo osezno ha podido o no sobrevivir al ataque del adulto.

Además se van a trasladar los restos del osezno muerto al Centro de Recuperación de Animales de la Junta en Burgos, que practicará la necropsia

En los alrededores del sitio donde apareció el osezno muerto se han detectado numerosos indicios de presencia de osos, ya que se han visto numerosos encames, excrementos y huellas que pertenecen a una osa con dos crías.

Se han localizado además huellas de otro ejemplar más grande, que corresponden aparentemente a un macho adulto, y también signos de una actividad intensa, con ramas hojarasca y piedras movidas, que denotan persecución o lucha.

La muerte de crías de osos causados por ejemplares adultos se suelen producir en el periodo de celo que en estos animales de la Cordillera Cantábrica transcurre entre mayo y junio.

Estos incidentes se consideran una causa de mortandad natural en la especie, y son habituales en todas las poblaciones de osos, aunque no se había podido demostrar hasta la fecha en la zona oriental de la cordillera cantábrica.

Desde 1996 se han constatado ocho casos diferentes en la población occidental, aunque el primero se detectó ese año en la Comarca Leonesa de Alto Sil.

En Asturias se ha constatado también al menos dos veces en la zona del parque de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias y en tres ocasiones en Somiedo, la última hace precisamente ahora un año, según la información aportada por la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León.